Mi querida madre cumple hoy –12 de enero– ¡103 años! Daba sus primeros balbuceos el año 1913, los mismos que también daba mi madre –Luz Muñiz Alique– el 12 de enero de dicho año. En el entorno europeo, ya eran alarmantes las noticias que anunciaban la carrera armamentista de Alemania en pos de la ya bien pertrechada Rusia. En 1914, los germanos solo esperaban una excusa y esta fue el asesinato en Junio del Archiduque de Austria-Hungría en Sarajevo. En Agosto de 1914 ya se había iniciado la Primera Guerra Mundial. Mi madre tenía entonces 19 meses.
Luz Muñiz Alique nació en León, en el barrio de Santa Ana. Era hija del militar Sixto Muñiz, al que el peso de sus numerosas condecoraciones «le obligaba a andar inclinado hacia adelante». De los participantes en la Campaña de Filipinas, mi abuelo fue uno de los últimos en llegar a España y el último en fallecer, en 1967. También destacó por su valor y sabia estrategia en la Campaña de Africa.
Mi madre se casó con un Ruiz de la Torriente, del entorno, por parentesco, del Marquesado de Valdecilla. Ha tenido 4 hijos, de los cuáles soy el mayor y único varón. Una vez que sus padres viajaron al cielo, sus 7 hermanos la instituyeron como cabeza matriarcal de la ‘saga’ de los Muñiz Alique. ¡Qué orgullosa ha estado siempre de su sobrino Alberto! (Tío Alberto, fundador y mantenedor de la CEMU-Ciudad Escuela de los Muchachos, de Leganés)
En su larga vida se han repetido demasiados hechos dolorosos. Primero, el gran sufrimiento familiar por el ‘calvario’ de su padre –el Capitán Sixto Muñiz– para el cuál la Guerra Civil «duró 9 años». Después, el viaje definitivo al Cielo de dos hijas, aún jóvenes, y de su queridísimo esposo. Carmen emprendió ese viaje a los 33 años por enfermedad; Mariluz, de forma trágicamente impactante, a los 53. También fueron entrando en la Eternidad Féliz, sucesivamente, 5 hermanos. Alguno, ya cumplidos los 100 años. Hoy, de la ‘Saga’ Muñiz Alique, solo quedan –de la primera generación– mi queridísima madre, Cheli (mi tía carnal, casi tan querida) y el tío ángel (púgil primero y finalmente gran escultor. Me ha querido mucho más que yo a él, como lo ha hecho con todos lo que le han tratado). ¡Qué pena sintió mi madre cada vez que se le iba alguna de sus íntimas amigas!: Antonia Lobato, Anita Lescún, Vicenta (de los Miguel Pérez), Julia, (la ‘pesetina’, como la decían cariñosamente).
Mi hermana Yolanda, la más pequeña de los 4, llegó al mundo 17 años después de que lo hiciera yo. La Providencia, que nos la regaló en octubre de 1954, la empujó hacia los estudios de Enfermería. Siempre ha vivido en casa de mi madre, primero de soltera y más tarde, acompañada de su esposo y de sus dos hijos, David y Yolanda, mis queridísimos sobrinos. Desde hace +/-15 años mi madre –por una rotura de cadera– ha permanecido muy inmovilizada y en situación de dependencia. Ha sido mi hermana Yoli la que, cuando ya nadie la esperaba, fue enviada por la Providencia Divina para que, como hija abnegada, rebosante de cariño y desde su profesión de enfermera, cuidase de nuestra madre. Está siendo como un Ángel del cielo que se ha propuesto corresponderla por el inmenso cariño que nos ha profesado siempre a sus cuatro hijos.
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