De San Facundo a Matavenero y Poibueno

Una ruta de carácter circular que se inicia en el hermoso y cuidado pueblo de San Facundo, situado justo a la salida del profundo tajo que el río Argutorio ha tallado sobre cuarcitas de edad ordovícica

Francisco A. Ferrero
07/05/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Ubicación de la ruta de senderismo ‘De San Facundo a Matavenero y Poibueno’, en Google Earth.
Ubicación de la ruta de senderismo ‘De San Facundo a Matavenero y Poibueno’, en Google Earth.
Se trata de un itinerario muy visitado por senderistas, no solo por su fuerza cultural y paisajística, sino porque también es uno de los accesos a las aisladas ecoaldeas de Matavenero y Poibueno; un nuevo concepto de aldea, poblado de personas de diferentes nacionalidades que vienen en comunidad, y que nos pueden recordar patrones contraculturales similares a los de un poblado hippie. Una visita que invita a la reflexión y que, desde luego, no dejará indiferente a nadie.
Sin embargo, el itinerario que aquí se presenta es diferente a todos los publicados. Desde San Facundo se asciende, por un sendero recién recuperado, hasta el Teso Castriello y, más adelante, hasta Peña Lluenga, dondese asienta uno de los aerogeneradores que ocupan las cumbreras del macizo del Redondal.

El continuo ascenso está trazado por el estribo alomado que separa los arroyos de Sofredo y Argutorio. Esto nos permitirá tener unas magníficas vistas, desde la altura, del pueblo de San Facundo y de las infraestructuras que aprovechan la corriente fluvial: la presa de San Facundo y, aguas abajo, una piscifactoría abandonada. Durante el recorrido, a la altura del Teso de Castriello, podremos ver unas labores romanas a cielo abierto, pequeñas trincheras realizadas en la roca siguiendo las vetas de cuarzo blanco de aspecto lechoso. En esta zona, los alrededores del camino están sembrados de cuarcita tabular procedente del desmonte de estos terrenos.

Más abajo del sendero, en las inmediaciones de la conocida como Peña de Mediodía y a la altura de un mirador que se ha construido recientemente, existen seis galerías mineras, muy ocultas y desconocidas, laboreadas en época romana al objeto de testear el sustrato rocoso en busca de oro. No obstante, estos terrenos, aún siendo potencialmente auríferos, no tienen oro. Solamente pequeñas trazas metálicas de pirita y arsenopirita. El escritor romano Plinio el Viejo, en su tratado de Historia Natural, narra así aquellos trabajos: Sin embargo todavía no hay oro ni siquiera sabían si lo habría cuando empezaron a cavar, y para tantos peligros y tanto coste, solo fue causa esperar lo que desean.

El sendero continúa en fuerte pendiente y nos dirige al alto de Peña Lluenga, salvando 500 metros de desnivel en apenas 2 km de recorrido. Desde aquí se coge la pista de pendiente suave que se ha abierto para la instalación y el mantenimiento de los parques eólicos que han ido invadiendo las cumbreras sobresalientes del Redondal. Después de recorrer unos 4 kilómetros por la cabecera de los arroyos de Sofredo y de la Reguera, que desciende desde la cumbre del Redondal (a 1.565 m snm), alcanzamos una encrucijada de caminos en el paraje de El Matón. Desde aquí descendemos unos 2 kilómetros por el antiguo camino que viene de Castrillo del Monte hasta alcanzar Matavenero, que está ubicado en graderío mirando al E entre las cotas 1.000 a 1.050 m snm.

Matavenero y Poibueno son dos hitos importantes en este itinerario, que conjuga los valores históricos y culturales de estos pueblos con un paisaje bravo e inhóspito.

Alrededor del año 1845, el diccionario de Pascual Madoz se refiere a estos pueblos de la siguiente manera: Matavenero, lugar en la provincia de León, partido judicial de Ponferrada, diócesis de Astorga y ayuntamiento de Albares de la Ribera. Situado en terreno escabroso. Tiene unas 20 casas, su iglesia está en Poybueno de quién se le considera como un barrio. Poibueno, lugar en la provincia de León, partido judicial de Ponferrada, diócesis de Astorga y ayuntamiento de Albares de la Ribera. Situado en terreno bajo, su clima es bastante sano y templado. Tiene 70 casas, escuela de primeras letras, iglesia parroquial de Santa Maria, matriz de Fonfría y Matavanero, servida por un cura de ingreso y libre provisión. Tiene buenas aguas potables. Tiene 70 vecinos y 280 almas.

Sin embargo, en la década de los años sesenta, estos pueblos llegaron a perder toda su población. Fonfría, que llegó a tener 111 personas según el censo de 1950, se redujo a 100 en 1960 y ya no contaba con habitante alguno en 1970. De igual manera, Matavenero y Poibueno evolucionaron paralelos con 109 habitantes en 1950, pasando a 79 en 1960 y a 0 en 1970. Un fenómeno despoblatorio, todavía no suficientemente estudiado, que afectó a otros muchos más pueblos de los Montes de León en los límites del Bierzo con La Maragateria. Fueron al menos diez pueblos (Tabladillo, Las Tejedas, Fogoso del Monte, Castrillo del Monte, Matavenero, Poibueno, Fonfría, Foncebadon, Manjarín, Labor de Rey, Prada de la Sierra,Santibañez de Montes, Carracedo y Palacios de Compludo) los que sucumbieron a la despoblación que aconteció a lo largo de las cuatro décadas siguientes a los años cincuenta.

Más adelante, desde 1989, algunos pueblos como Matavenero, Poibueno, Fonfría, Folgoso y Castrillo del Monte, han vuelto a ser recolonizadas sus casas por vecinos descontentos con el modelo de vida de la Europa desarrollada, transformando estos pueblos en ecoaldeas, olvidando los arraigados patrones culturales de sus antiguos pobladores. Tras un proceso de selección entre distintos lugares despoblados, y una peticiónexpresa dirigida a la Diputación leonesa en marzo de 1989 por varios miembros del movimiento Rainbow (Arco Iris), en marzo de 1990 se sentaron las bases para el pueblo ecológico europeo de Matavenero, donde tuvieron gran protagonismo ecologistas alemanes.

En el poblado de Matavenero, más conocido quizás fuera que dentro de la provincia leonesa, se practica un modo de vida alternativo. Aquí es necesario pasear entre sus calles y escudriñar la variedad tipológicas de sus edificaciones, muchas de ellas construidas sobre los cimientos de las viejas casas, y hablar y hablar sosegadamente con estos nuevos vecinos, colonos llegados de todas partes de Europa, que han optado por un modo de vida tan sencillo. No dejará de sorprendernos cómo fueron capaces de romper con su modo de vida acomodada en las grandes ciudades y esas muestras de serenidad que aventura que son felices con su nuevo modo de vida.

Abandonamos Matavenero en dirección a la barriada de Poibueno, situado en el fondo del valle, a cota 900, en la confluencia del arroyo del Rial (o del Real) con el Modrillos. Una vez cruzado el río a través de un artesanal puente de madera, nos recibe un vetusto edificio. Esta magna construcción es lo que queda del monasterio de Poimalo (Podiomalo), que fue de canónigos regulares (y no monjes), los cuales le mudaron el nombre al lugar, por malsonante,por el de Poibueno. Fue un ilustre monasterio, fundado en el sigloXII (1154) y dedicado al apóstol Santiago, en tiempos de Alfonso VII. En el año 1165 el monarca leonés Fernando II entrega al monasterio de Poibuenoa la administración del de San Martín de Montes, más adelante transformado en San Juan de Montealegre, no muy distante de él.

Con el paso de los siglos, a lo largo del siglo XIV, el monasterio de Poibueno pasó a convertirse en una parroquia secular mantenida por un cura que ostentaba el cargo de prior, quedando como único recuerdo del antiguo dignatario que regía la comunidad religiosa. A excepción de la iglesia, el resto del pueblo está muy deteriorado. Algunas casas, al igual que en Matavanero, están ocupadas por los nuevos colonos. Estos nuevos ascetas y eremitas demuestran ciertos paralelismos con los pensamientos que atrajeron a los monjes a estos agrestes parajes, lo que puede hacer pensar que estamos ante el renacimiento, con matices, de una nueva Tebaida berciana. Abandonamos Poibueno por un hollado sendero por la margen derecha del río Argutorio en dirección a San Facundo.

Llegando a la altura de Matavenero, el río se precipita bruscamente por un profundo tajo,en cuyo fondo hay talladas varias marmitas de gigante sobre la durísima cuarcita; estamos ante lo que se conoce como Pozo de las Hoyas. El sendero, que no debemos abandonar en ningún momento, continúa paralelo al río que cruzaremos a través de numerosos puentes artesanales de madera. Alcanzando la presa de San Facundo, construida en 1986 para abastecer de agua a Bembibre, ya estamos cerca de nuestro destino. El último tramo de camino transcurre entre chopos, alisos y castaños que marcan un pasillo frondoso hasta el pueblo.
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