Los ‘vaqueiros de alzada’ vuelven a ser protagonistas en la montaña occidental leonesa y en la asturiana con la puesta en marcha del ‘Descenso a las marines 2016’, organizada por los ayuntamientos de San Emiliano y Las Regueras (Asturias), y la asociación ‘Rutas vaqueros de alzada de Torrestío’. La ruta de vaqueiros de alzada, que se puso en marcha en el año 2014, es en esencia un homenaje a los ganaderos que llevaban a cabo este modo de vida tradicional en el que se desplazaban juntos a sus familias y su ganado en busca de los mejores pastos. Así, en los otoños el centro y la costa de Asturias era el lugar más propicio, mientras que con la llegada de la primavera se buscaban los verdes pastos de la comarca leonesa de Babia. Dos veces al año, con familia y ganado ‘a cuestas’, los vaqueiros de alzada se ponían en marcha para aprovechar los mejores pastizales, las primaveras con destino a la montaña leonesa, los otoños de regreso a las ‘marinas’, a las zonas más próximas al mar.
El itinerario puede hacerse a pie, a caballo o en coche, y partirá este sábado de la localidad de Torrestío Así es la tradición de los vaqueiros de alzada, y esa será la esencia de esta nueva ruta de retorno. Siguiendo esta tradición, y entrado ya el otoño, toca volver a la más cálida Asturias, y por elloviene motivada esta ruta de regreso que se realizará los días 8, 9 y 15 de octubre. El itinerario puede hacerse a pie, a caballo o en coche, y partirá este sábado 8 de octubre de la localidad babiana de Torrestío. Éste año es la segunda vez que se organiza esta ruta de retorno, que se desarrollará en tres jornadas. Los días 8 y 9 de octubre según lo previsto secubrirán las etapas Torrestío-Quirós-Proaza-Santo Adriano-Trubia-Las Regueras y el 15 de octubre el recorrido contempla la etapa final de Las Regueras-Llanera- Corvera y Gozón.
La ganadería de alzada en Babia es una histórica forma de vida que tiene sus primeras referencias ya en el siglo XII. Los vaqueros que practicaban este tipo de trashumancia estacional poseían una doble residencia en la morada del verano y en la de invierno, las denominadas ‘marinas’ por su proximidad a la costa. Ejercían plenos derechos de vecindad en ambas partes y daba lugar a un modo de vida muy específico, basado en una economía agrícola y ganadera de autoabastecimiento que se completaba con la venta de sus productos, la arriería y la práctica de oficios como la curandería o la castración de animales.
Un sentimiento vivo
Torrestío, localidad que podía quedar prácticamente vacía en invierno, era en el siglo XVIII el pueblo con más habitantes de Babia de Yuso, con administración propia, jueces y cárcel, de la que aún quedan restos. Estas señas de identidad, históricamente reforzadas con lazos matrimoniales que dieron lugar a una cierta endogamia grupal, consolidaron un fuerte sentimiento de pertenencia y apoyo que aún pervive entre las generaciones que nunca trashumaron.