El último vaquero de la ciudad

José Manuel Fernández resiste a la presión urbana y a la crisis láctea en una explotación encajonada entre vías, rondas y polígonos

D.L.Mirantes
22/01/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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A menos de cinco minutos de la plaza de Santo Domingo, el corazón de la capital leonesa, resiste una ganadero al que la expansión de la ciudad no ha logrado separar del camino que lleva recorriendo toda su vida. En su pequeña explotación, encajonada entre las vías y el Polígono de Vilecha, José Manuel Fernández aguanta en su batalla, pero no como vaquero, él se considera «el último mohicano de la ciudad de León».

No obstante, las cifras oficiales de la Junta no lo reconocen como tal. Según la estadística de la Junta en el municipio de León están censadas 243 cabezas de ganado bovino de pasto en 9 explotaciones, 2 de ellas sin animales; 82 animales en 7 explotaciones de reproducción, con otras 2 sin animales; y un cebadero con 59 animales. No obstante, es necesario matizar que los animales de los pastos están ahora en León, pero pertenecen a explotaciones de otros municipios, y que en estas estadísticas no se incluyen las explotaciones cuyos titulares son el Ayuntamiento o la Universidad ni tampoco el matadero, el mercado o la plazas de toros.

La explotación de José Manuel Fernández ahora es de carne. Antes ordeñaba, pero la crisis del lácteo se llevó por delante su contrato con Cea-Esla, obligándole a una reconversión «dura» y «económicamente penosa». «En la leche, poco o mucho, la facturación llega al mes y tienes una pequeña nómina, pero en carne tienes que esperar a a ver si paren un jato y si se da bien, tienes un jato, y si no, no tienes nada», lamenta ‘el último mohicano’. La fórmula, a pesar de ser la oficial, no funciona. Requiere una inversión a la que los pequeños ganaderos no han podido hacer frente. «Es como si quieres hacer paquetería con un Audi, no se puede; tienes que comprar una furgoneta», ilustra con melancolía, recordando tiempos mejores para el sector. «En los pueblos ahora quedan uno o dos vecinos, cuando hace veinte años había 20 casas abiertas y 10 ó 12 con vacas, de las que vivía la familia y todavía podían mandar a los güajes a estudiar a León», rememora.

Para José Manuel Fernández, presente en todas las movilizaciones que se realizaron cuando estalló la crisis del sector lácteo, la situación actual es una «verdadera pena» y lamenta que « una provincia ganadera como León se quede como con la minería, que desaparece por unos intereses económicos que sabemos bien de donde vienen».
Está en la capital pero tiene presentes a los compañeros de Pallide, Viego o Pola de Gordón que tuvieron que cerrar porque en la Marcha Blanca de septiembre del 2015 «no hemos conseguido nada porque los estamentos políticos no están donde tienen que estar; Desde la comunidad le pasan la pelota al Ministerio, a Tejerina, que de aquella estaba en funciones y cuando estuvimos con ella nos mandó a Europa...», denuncia.

Resistirá

A pesar de ello piensa seguir reivindicando que «hay que hacer algo por la poca gente que vive en la montaña, que mantiene la vida y el ecosistema». Él continuará manteniendo su pequeño ecosistema, el oasis ganadero del sur inmune a las vías, los polígonos las rondas de circunvalación o las políticas de Bruselas. «Me gusta, lo he mamado desde pequeñín y les tengo cariño, pero económicamente cuesta», confiesa. A pesar de ello, José Manuel resiste junto a los animales que considera parte de la familia. Lo tenía claro desde antes de dejar su Candanedo de Boñar natal para acabar dando en León, donde nunca ha dejado de pisar el campo. Más de cuatro décadas después sigue con el corazón en la montaña, los pies en la tierra y la ijada en las manos.
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