La celebración de la vista oral se circunscribe al ámbito de la acción tutorial y sirve como punto de partida para continuar en el aula y durante las horas de tutoría el trabajo sobre el acoso escolar, el ciberacoso y el conocimiento de la Ley de Autoridad del Profesorado. Con esta experiencia, alumnos y docentes pueden profundizar en las situaciones perseguibles por la ley, puesto que la iniciativa ha servido para «conectar la clase con la realidad», como destaca la coordinadora de la actividad, Soledad Martínez, del Departamento de Lengua.
El tribunal estuvo presidido por el magistrado de la Audiencia Provincial de Palencia, Carlos Miguélez del Río; La catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de León (ULE), María Angustias Díaz Gómez, actuó como representante del Ministerio Fiscal; Y el letrado Elicio Díaz Gómez como abogado defensor de los dos alumnos acusados. Todos colaboraron de forma desinteresada, sin minuta alguna de por medio más allá de la contribución a la comunidad escolar.
En la vista declararon tres testigos de la defensa y otros tres de la acusación. La Audiencia fue pública y durante toda la sesión la víctima estuvo presente en la sala.
A pesar del carácter docente de la vista oral, el juicio no estuvo exento de tensiones y el magistrado tuvo que llamar la atención, en al menos una ocasión, a uno de los acusados y tampoco faltó una amenaza de desalojo de la sala.
Sin pretensión alguna de que los culpables cumplan el castigo, fueron rigurosamente condenados a una sanción económica de 2.000 eurospor cada delito y a prestar servicios a la comunidad, entre otros la limpieza del patio del instituto.
"Hacerles saber que el acoso es perseguible por la Ley", era uno de los objetivos de la iniciativa que sirvió también para mostrar a los alumnos cómo funciona el sistema de Justicia y que tomen "conciencia" de la gravedad que supone los actos de acoso escolar, ciberacoso o cualquier acto que suponga el menoscabo del profesor.
«Verbalizar»
A pesar de la impresión que la actividad causó entre los alumnos, los docentes explican que "no queremos judicializar, queremos verbalizar". En este sentido, una de las recomendaciones que con mayor fuerza se hace llegar a los jóvenes es la necesidad de alertar a una persona adulta cuando perciban una situación de acoso. "Mucho pasa fuera, en las redes sociales, por ejemplo, por eso siempre debemos acudir a los adultos", afirman los alumnos con la lección bien aprendida.
El mensaje caló hondo en los alumnos que confesaron que los miembros del improvisado tribunal "imponían respeto y autoridad". Una imagen que no evitó que los estudiantes se volcaran con la actividad con muchos voluntarios para cada uno de los papeles. Porque más allá de las frías cifras que evidencian que 1 de cada 10 estudiantes ha sufrido alguna situación de acoso (con intencionalidad, frecuencia y en una situación de desequilibrio respecto al acosador) los jóvenes son conscientes de quecon la autoestima baja «no sabes lo que puede llegar a hacer». Lo que ellos sí saben es que «si lo hicieran en muchos institutos (el juicio simulado) se podrían prevenir casos».