La Condesa tenía 15 puertos y 40 majadas,la ropería de Retuerto daba de comer a unos cien pastoresParece simple pero abundando en las explicaciones se recuerda que esta de Retuerto (Valdeburón) era la ropería ‘central’ de las cabañas ganaderasde Rojas, la famosa Condesa de Bornos. Esta importante ganadera alquilaba hasta las décadas centrales del pasado siglo más de quince puertos y cuarenta majadas por lo que, explica la buena mujer, «igual se juntaban más de cien pastores que trabajaban para la condesa. Por tanto, el ropero no se aburría al tener que dar de comer a tanto personal». El testimonio de esta mujer de Retuerto está recogido en el libro de vivencias de pastores ‘Las palabras de la soledad’, de Enrique Valdeón, Carlos Martínez Mancebo y José Manuel Regalado.
Es muy apropiada la descripción de la ropería y los recuerdos de la de Retuerto por ser, por una parte, la que aún permanece aunque sin actividad y, por otra, por haber sido una de las más importantes en una de las comarcas por excelencia de la ganadería de ovino, Valdeburón. La otra sería Babia, también con varios edificios similares al de Retuerto. Las explicaciones de la mujer nos llevan a otros usos de la ropería, al margen de vivir allí el ropero: Tenían allí su dormitorio, un cuarto con una cama. En la misma parte derecha hay un almacén para la harina y también se guardaba la masera y el cedazo para cerner la harina, que se traía desde Tierra de Campos en carros tirados por vacas. El horno estaba nada más entrar a mano derecha», en lo referente al pan. «A mano izquierda se guardaba la sal y cosas de los chozos: cencerros,avíos de las merinas y otras cosas que no se llevaban a los puertos. En la parte alta estaba la tenada para guardar la hierba, pues a las yeguas, que servían para transportar el pan hasta los puertos, había que darles algo de comer. En general bajaban los motriles, haciendo el viaje de ida y el de vuelta en el mismo día».
A veces, si el ropero era aparente y tenía ganas de juerga, la cocina servía como lugar a modo de hilaYa está hecho el dibujo de la ropería tipo y los oficios que acarreaba, pero de la importancia de las mismas puede dar otro dato interesante lo que parece una anécdota: «A veces, si el ropero era aparente y tenía ganas de juerga, la cocina servía como lugar de reunión, a modo de hila, y allí acudían los mozos y gentes del pueblo».
Señala el experto en ganadería ovina y rebaños Manuel Rodríguez Pascual que las roperías son «ejemplos de unamuy interesante serie de edificios que fueron propiedad de grandes ganaderos o instituciones». El propio Jovellanos, en 1792, recogía muchas en sus escritos (aunque confundió a los propietarios de las de Truébano y Quintanilla): «En Babia se apacientan en verano como trescientas mil cabezas de ganado merino, y son del Paular, Guadalupe, Perella, Escorial, Salazar, Sesma, Dusmet, Albas de Salamanca, Muro (Someruelos), Ondátegui (Hospital de Segovia). El Paular tiene su ropería en Truébano, El Escorial en Quintanilla, Guadalupe en Beberino, Sesma en Riolago y Salazar y Ondátegui allí. Fernández Nuñez, en la Mesa, Infantado en Torrestío, Negrete en Valdeburón». A ellas habría que añadir las de la montaña de Riaño, pues el Marqués de Perales tenía en Las Salas, hoy viviendas familiares, y en la comarca de Gordón se conserva la de Beberino, perteneciente al monasterio de Guadalupe, como ‘delata’ un retrato de la Virgen Morena de Guadalupe que se conserva en la fachada de la parte de la ropería que aún se conserva. Estos monjes Jerónimos parece que alquilaban la mayor parte de los puertos de la cercanaTercia. Ya en la ribera del Torío, al lado del puente medieval de Serrilla, podemos ver un centro de turismo rural bautizado como El molino de la Ropería, rehecho hace pocas décadas.
Una más que interesante serie de edificios (hay bastantesmás) que nos recuerdan mejores tiempos para lo que fue un motor de nuestra economía, la ganadería ovina.