La fe en la Justicia terminó por esfumarse para la familia Gago en el mismo momento en que el Tribunal Supremo decidió, en menos de 24 horas, que Raquel era culpable de un delito de cómplice de asesinato en concurso de ideal, otro delito de atentado a la autoridad y otro más de tenencia ilícita de armas, lo que traducía ya, a modo de adelanto (pues aún no hay sentencia), en 14 años de prisión. Un tiempo tan breve que no habría dado ni para leerse el recurso de casación interpuesto por su defensa, en cuya redacción ella misma participó pues, aun consumida por la impotencia y afectada psicológicamente por la situación en la que se halla inmersa, ha volcado todas sus fuerzas en estudiar muy a fondo el caso que la mandará a prisión en cuestión de días. Ha aprendido a entender y manejar la jerga de jueces y abogados, ha releído y escuchado cada declaración tratando de entender en qué pueden sostener una condena tan grande para alguien que, desde el primer momento, ha expresado su inocencia.
Raquel Gago rompe su silencio, y lo hace mostrando ese carácter que siempre se ha podido intuir en ella, el que ha demostrado en su forma de estar, en sus declaraciones en el juicio (en el que nunca se negó a responder a ninguna de las partes), con los nervios adheridos a su interior, pero dando una imagen de serenidad; lo hace sin rabia y sin tratar de convencer, porque "yo no quiero convencer a nadie por mis palabras, yo quiero que lo vean".
En casa de sus padres, arropada de toda su familia y sólo unas horas antes de salir en dirección a la Audiencia Provincial de León sin saber si va a volver o no para comer en familia, pues han convocado una vista para resolver sobre su inmediato ingreso en prisión, Raquel Gago expone desde el primer momento que todo lo que diga lo puede demostrar, está en la documentación del sumario, sumario que pone a disposición de cualquier persona que tenga interés, curiosidad o deseo de comprobar que a ella la envían 14 años a prisión sin que exista una sola prueba de cargo, sin que nadie haya podido demostrar que es culpable de nada y, sin embargo, sin que nadie haya tenido en cuenta en ningún momento, sostiene, su presunción de inocencia.
–Raquel, ¿por qué hablar ahora?
–En ningún momento he querido hacer nada con los medios de comunicación, dar ninguna entrevista, dar ninguna opinión... simplemente he querido dejar que la Justicia hiciera su trabajo y sin ningún tipo de intromisión, a pesar de que hay muchos medios que sabemos que realmente se han entrometido, que han dicho cosas totalmente falsas que luego se han visto que eran falsas, pero aun así tanto mi familia como yo y todas las personas que tengo a mi alrededor se han sentido muy heridas. Entonces, en este momento, ya es como decir, bueno, ya sabemos hasta dónde ha llegado esto. Nunca esperábamos que llegase aquí, porque en un momento dado se tenía que haber terminado en el juicio oral. Todos pensábamos que había salido bien, por las declaraciones, por los testigos, por cómo había ido todo, pero hemos visto que día tras día y mes tras mes, todo iba a peor. Entonces ya no sabes qué pensar, y llega un momento en que lo que te sientes es una víctima de una situación política que realmente no tiene nada que ver conmigo, porque yo no tengo nada que ver con la política ni lo he tenido que ver nunca, y por razones que, además, unas personas, que en este caso puedo decir que es la acusación particular y el fiscal, se han creado o se han imaginado, no sé cuál es la mejor palabra, una situación real de algo que era irreal, que es irreal y que siempre será irreal. El problema es que eso se transforma y se quiere hacer real por cualquier medio.
–¿Una historia irreal que te coloca como cómplice de un crimen?
–Yo he tenido la posibilidad en el juicio, muy poquito, cuando hice mi declaración, de dar mi opinión en muchas cosas, pero también en muchas otras ocasiones he tenido que mantenerme callada porque en la situación [el juicio] no podía hacer otra cosa, y escuchar cosas que eran mentiras, muchas barbaridades, muchas cosas contra mi persona que creo que no eran necesarias, que a nivel profesional de una persona que se dedica a la abogacía no es normal. Creo que su labor es centrarse simplemente en lo que es la Justicia y los hechos, y aquí se han centrado en todo menos en los hechos, porque en ningún momento la acusación ha probado nada como base de todo. Siempre nos han dicho que si te condenan tiene que ser con pruebas o que es la acusación la que tiene que probar que eres culpable. En este caso no ha sido así, porque no han tenido ninguna prueba ni han realizado ellos ninguna prueba en la que haya salido que yo soy culpable. Simplemente han sido sus palabras, y para mí es muy duro, y para muchas personas [se emociona] que solamente con palabras te culpen... Entonces, eso, crees que tienen que probar que es cierto eso de lo que te acusan, quieres creer que todo va a salir bien porque sabes y ves que no se puede probar nada y no se prueba nada. Pero no, al final yo he tenido la sensación de que nosotros hemos ido teniendo que probar mi inocencia. Te sientes impotente, no sabes por dónde salir, parece que quieres gritar y nadie te escucha. Lo de probar la culpabilidad no sirve, en este caso no ha servido, creo que no ha sido justo. Entonces, lo que siento es mucha injusticia y que realmente se han pasado por alto muchas cuestiones y muchas declaraciones, no mías, sino de las personas que han sido testigos en el juicio, que el jurado no ha querido oír o no ha llegado a entender, no lo sé, pero que están muy claras y a las que la acusación ha intentado darles la vuelta. Se puede acreditar, lo puedo probar con documentación.
–¿Cuáles son esas cuestiones que ha querido hacer creer, según tú, la acusación?
–No sé por dónde empezar, pero el hecho es que, por muy duro que parezca, cuando escuchas a una persona que se inventa algo... yo espero que cualquier persona intente ponerse en mi lugar... [Tiene que parar de hablar porque no puede contener las lágrimas]. Las únicas personas que durante todo el proceso han estado diciendo que ha habido un plan que ha sido conjunto, que se había acordado y que estaba todo acordado, es la acusación particular y el fiscal; y se puede comprobar, porque únicamente escuchando el juicio, que a cualquiera que quiera se lo puedo ofrecer, en su escrito de acusación, tanto el primer día como el último, se puede escuchar que ha sido un plan acordado, lo han repetido hasta la saciedad, y se puede comprobar también que en todas las declaraciones, en todo el juicio completo, nadie más ha hablado de un plan ni de nada acordado, ni Triana, ni su madre, que podían haber dicho lo que hubiesen querido. Entonces, eso, solo se ha escuchado de palabra, no se ha probado nada, y se supone que las palabras se las lleva el viento, pero en este caso no se las ha llevado, ha sido lo que ha quedado perpetuado. Y es muy difícil después luchar para que todo eso se dé la vuelta y realmente se vean la realidad y la verdad. Se puede comprobar, no lo digo yo, está escrito, está en las declaraciones de Marcos, de Jesús… de gente que no tiene nada que ver conmigo. De la jefa de la Udev, que dice que ella no encuentra ningún plano, ningún croquis, nada que acredite que hay un plan y que ella no puede decir que hay un plan. Una persona profesional, que no tiene nada que ver conmigo, que no me tiene que facilitar nada. Dice lo que ha visto en su trabajo, que realmente son las pruebas, pero tampoco nadie la escucha. Entonces... es una lucha contra, no sé, contra titanes y contra una mano que hay detrás y que lo único que quiere es que haya cuantos más culpables mejor.
–¿Qué otras afirmaciones falsas ha habido?
–A mí también me sorprende que nadie haya ahondado en una conversación que hubo en Comisaría entre Triana y su madre [cuando se encontraban detenidas tras el crimen y aún no había aparecido el arma], que supuestamente fue escuchada por los policías de Burgos, y en la que se decía algo así como «mamá, no digas nada que es policía». Si tú tienes que explicarle a alguien que esa persona que se supone que está en un plan previo y conjunto y que sabe todo lo que se va a hacer, creo que no hay que explicarle que una persona tercera es policía, porque su madre me conoce de hace muchos años y sabe perfectamente cuál es mi profesión.
–Aseguras que se han inventado una historia respecto a tu participación en el asesinato de Isabel Carrasco, ¿cuál sería la historia que tú has vivido?
–No mi historia, mi realidad de ese día fue la que hemos descrito en cada escrito que hemos hecho. Y además es que desde el primer día que fui a Comisaría he dicho lo mismo, yo nunca he cambiado nada. Entonces, te cuesta mucho que lo que tú digas no sirva para nada aún pudiendo comprobarse, pero lo que digan los demás, sí. Yo he dicho, desde luego, que tomamos un café, sí, un té, pero yo lo tomé solamente con Triana. En su casa, en la cocina de su casa, lo dije desde el primer día en Comisaría y lo he mantenido siempre. ¿Lo podía haber ocultado? Pues no lo sé, pero es que no tenía por qué ocultarlo. Siempre he dicho eso y eso se ha transformado en que nos habíamos reunido y que en esos 15 minutos que yo estuve en su casa habíamos trazado un plan. A su madre yo no la vi, estaba viendo la televisión. Y el fiscal y la acusación se han inventado, pues eso, una historia a partir de un café que yo puedo tomar con una amiga.
–Cuando te enteras de lo que ha pasado, que han matado a Isabel Carrasco, que han detenido a Montserrat y a Triana, ¿qué piensas?
–Para mí es increíble, es inverosímil, es algo que no puede pasar, no lo sé, llega un momento en que se te juntan muchas cosas, no das crédito, porque tú no te puedes creer algo así y además de unas personas que no te crees que pueden llegar a hacer eso.
–Durante el juicio se ha incidido mucho en que tu figura ha estado rodeada de muchas ‘casualidades’ .
–A ver, sí, le puedes llamar casualidades como la acusación particular las llama, para mí son coincidencias, porque la vida está llena de coincidencias, cada día que sales de tu casa te encuentras con una persona, pasas por delante de un establecimiento y decides entrar cuando no lo tenías previsto... Entonces, eso son coincidencias pero creo que todos las tenemos día a día, el tema es cómo tratarlas. Y luego existen otras coincidencias que ya no son respecto a mí, sino que son respecto a Isabel [Carrasco] pues será coincidencia también que las únicas personas que sabían que Isabel iba a salir de su casa y sola son Marcos Martínez y Jesús, su pareja, porque ella misma se lo había comunicado y ellos mismos lo han declarado. Eso también puede ser una coincidencia, o como dice la acusación particular una casualidad. Pero a mí, mis coincidencias me van a llevar a prisión 14 años.
–Son ‘casualidades’ que el jurado popular dio por buenas...
–Para mí en el veredicto, porque mi condena se basa en el veredicto del jurado, no hay pruebas, no hay ninguna. Es más, en el objeto del veredicto hay 21 preguntas que van en relación a mí y en relación al delito de asesinato. De esas 21 preguntas el jurado ha habido nueve que ha dado por probadas, las podemos sacar, mirar, aquí, en cualquier momento, la persona que quiera, las podemos ver, y ninguna de ellas ha sido probada, pero ellos han contestado que sí, todas condicionadas sobre todo por una pregunta, la primera, que lo que dice es algo así como que si yo participo en ese plan, que contestan que sí y, por eso, tienen que contestar a las demás. La pregunta que se deberían haber hecho y la pregunta que se deberían hacer todos, porque esto hoy me ha pasado a mí pero le puede pasar a cualquiera en cualquier día de su vida y en cualquier situación, es si realmente tenían las pruebas suficientes y podían decir convencidos que había un plan preconcebido, y la respuesta ha sido, es y será siempre no, y un no absolutamente rotundo.
–¿Por qué?
–Pues porque nadie habla de un plan, solo la acusación particular y el fiscal, lo único de lo que se habla es de que hemos tomado un café. Un café no es un plan, porque, si no, ¿cuántos planes hace la gente al día cuando se toma miles de cafés? Es que creo que tenemos que irnos un poco al día a día normal de cada persona, que tú te vas a tomar un café a diario con amigos, compañeros de trabajo, con cualquiera, entonces creo que nos tenemos que ir ahí, que era tomar un café, un té, eso creo que no es ningún delito. Que sea con una amiga, con un conocido, con un compañero… no es ningún delito. Y el plan ese famoso que dicen que hay se basa en eso, en tomar un café y que en ese café, en esos 15 minutos, pues resulta que se ha planeado algo que, no sé, no tiene nada que ver.
–¿Crees que el jurado se equivocó?
–La gente según el nivel de conocimiento que tengan del caso pueden tener multiples interpretaciones. Yo le diría a cualquier persona que, si tienen interés en valorarlo personalmente y no valorar por las opioniones de otras personas, estoy dispuesta a dejar toda la documentación para que la vean y la lean. Entonces pueden tener su propia valoración. Mi valoración ahora mismo es que no se ha hecho justicia, evidentemente. Yo cuando se empezó a leer el veredicto tuve la sensación de que el jurado no había estado en esa sala, porque si hubiera estado habría contestado otras cosas. Me gustaría saber si duermen por la noche. Y también les puedo pasar a ellos la documentación si lo desean, pueden comprobar que se equivocaron de pleno, que han contestado cosas que ni siquiera se han hablado en el juicio, que simplemente las han escuchado en palabras de la acusación particular y del fiscal, que quizá sea su trabajo, pero eran ellos [el jurado] los que tenían que valorar, y se les dijo en todo momento que tenían que valorar las pruebas, las testificales y periciales, y eso no lo valoraron. Y como se lo puedo hacer ver de una manera muy sencilla, lo que me siento es que no hay justicia.
–Después de la Audiencia el caso llegó al Superior de Justicia de Castilla y León...
–Tengo que la sensación de que no se lo han leído, que no se han leído ningún tipo de documentación porque incluso han plasmado en la sentencia cosas que no estaban escritas ni siquiera en nuestra documentación. Entonces te sientes todavía mas impotente porque entiendo que un jurado, mal, porque lo ha hecho mal, y realmente no es justo, pero ya alguien que se dedica a esto que no tenga... no sé si ya las ganas o la convicción de decir ‘voy a hacer lo que es justo porque yo trabajo para la justicia’ y no lo han hecho. Y cuando ya ha subido al Supremo, donde realmente creíamos que se iba a hacer justicia, que yo lo unico que pedía es que se leyeran la documentación... Pues bueno, cuando ya ha salido el fallo... lo único que siento es que soy víctima de una situación política, porque la persona fallecida era la presidenta de la Diputación de León y ha habido un peso político detrás que todos los que hemos estado ahí, ya no sólo yo, sino la gente que ha estado en la sala cada día, ha visto. Ha visto que había mucho peso político en todas las actuaciones, que los plazos han ido muy rápido, situaciones muy extrañas. Ahora llega solo un fallo del Supremo y no llega la sentencia, y te preguntas ¿por qué? Y la única respuesta es política, porque no hay nada más, y quizás resulte extraño, pero nos podríamos preguntar ¿y si hubiese sido un familiar mío esto hubiese sido así o no? Y la respuesta, por desgracia, es que creo sinceramente que no. Que si hubiese sido otra persona no hubiesen sido las cosas así, ya no solo para mí sino para todo el procedimiento.
Raquel Gago: "Me siento víctima de una situación política"
Entrevista íntegra a la policía local condenada por el crimen de Isabel Carrasco tras darse a conocer la decisión del Tribunal Supremo de imponerle 12 años como cómplice de asesinato y dos más por tenencia ilícita de armas
18/12/2016
Actualizado a
19/09/2019
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