Pasadas las dos de la tarde la Marcha Blanca desembocó a las puertas del Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas. Pitidos, algún petardo y el aplauso de vecinos y compañeros del sector lácteo que se acercaron para recibir a los caminantes. Habían pasado ya los 18 kilómetros de la primera etapa que transcurrió tranquila por el arcén de la N-601.
«Me han dicho que vais a Madrid, ¿tan mal está la cosa?», comentaba un hombre apostado en el guardarraíles de la carretera a su paso por Villamoros y que ayer salió para apoyar a los ganaderos, una profesión que él también ejerció y a la que ayer miraba incrédulo cuando pasaban por el mismo lugar donde él ordeñó tantas veces.
«Antes con dos vacas, vivías», replicó, «y ahora ya ves, además de no tener descanso, se ríen de uno». Quizá porque sabía de esfuerzo y de sacrificio ofrecía las ciruelas claudia que invadían los bolsillos de su chaqueta a quienes pasaban. Levantó la cacha y echó a andar a contracorriente. «Que tengáis suerte» y se despidió.
La marcha transcurrió sin incidentes y con el apoyo del agua que ofrecían ganaderos, sindicatos y cooperativas cada cierto número de kilómetros. En Puente Villarente el personal de una tienda de medicamentos para el ganado también salió a apoyar, en este caso con manzanas para repostar. «Solidaridad», «unión» y «organización» fueron algunas de las palabras más escuchadas. También «ruina» y «frustración».
Eso sí, no todo fue desesperanza, más bien lo contrario. En la marcha había un alto porcentaje de gente joven, y después Mario, de San Esteban de Villacalbiel. Él, con 10 años, acompañó a su padre, Alfonso, a hacer la Marcha Blanca. Mientras bebía un zumo subió el Alto del Portillo y pronunció la frase que muchos de los presentes pronunciaron años atrás, antes de embarcarse en sus actuales explotaciones: «De mayor quiero ser ganadero y agricultor». Su padre ordeña unas 80 cabezas y cree que «la situación es crítica».
También lo cree Carmen, que llegó a León desde Azares del Páramo para hacer la Marcha Blanca. En su granja tienen unas 80 vacas de ordeños y más de 200 cabezas de ganado. Ahora hacen tres ordeños, uno a las 8 de la mañana, otro a las 4 de la tarde y otro a las 12 de la noche. «Esto es esclavitud», lamenta, «y ni a un entierro podemos ir porque hay que ordeñar». En la explotación trabaja junto a su marido y un hijo de 22 años al que le pagan la Seguridad Social «pero no un sueldo porque no llega». El precio que le pagan por la leche está por debajo del umbral de rentabilidad y reconoce que «las deudas cada día se van acumulando más». «Si nos falla la ganadería, ¿a dónde vamos si esto es lo que hemos hecho siempre?», comentaba Carmen ayer a pocos metros ya para alcanzar el puente de Mansilla.
Ese futuro es el que le preocupa también a Leonor que tiene una explotación en Villademor de la Vega en la que trabajan sus tres hijos. Caminando junto a ella iba Jaime, uno de ellos, y también su hija María. «Esto se explica muy fácil: estamos muy mal», afirmaba, «y así no podemos seguir». Pidieron precios justos por la leche, la repartieron en briks a modo de protesta, caminaron los primeros 18 kilómetros, disolvieron satisfechos el encuentro y ahora queda llegar hasta Madrid y todo porque «su futuro es la leche».
"Si nos falla la ganadería, ¿a dónde vamos si esto es lo que hemos hecho siempre?"
Las preocupaciones de los ganaderos, y sus esperanzas, caminaron este lunes hasta Mansilla de las Mulas con una protesta clara: "precios justos"
25/08/2015
Actualizado a
19/09/2019
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