30/04/2022
 Actualizado a 30/04/2022
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Esa escena es lo primero que recuerdo cuando oigo por la radio que el actor Juan Diego ha muerto. Le veo de nuevo como el señorito Iván, fumando en la sobremesa, soberbio ante el embajador francés. Le está diciendo que en España ya no hay analfabetos, que qué se cree, que ya no estamos en el treinta y seis, que las cosas han cambiado. Y enseguida entran en el comedor de los señores Paco, Régula y Ceferino, a los que han mandado llamar. Paco se quita la gorra, da las buenas tardes. El señorito Iván le deja enfrente una libreta y le ordena que escriba su nombre y bien escrito, Paco, nada menos que está en juego la dignidad nacional.

Una mano con las uñas cuajadas de tierra coge el bolígrafo y con gran concentración y cuidado, con letra temblorosa, escribe: Francisco. Después le toca a Régula, que se persigna antes de hacerlo. Por último, a Ceferino.

Ahora sí busco esa escena de ‘Los santos inocentes’. Quiero escuchar qué es lo que le dice el señorito Iván al embajador mientras sostiene, como un triunfo, la libreta. Es exactamente esto: «Para que lo cuentes en París o donde te salga de las pelotas, mamón, que os gastáis muy mala leche al juzgarnos. Esta mujer, por si lo quieres saber, hasta hace dos días firmaba con el pulgar». El embajador no dice nada, es su cara la que lo dice todo.

«Hala, podéis largaros. Lo habéis hecho muy bien», dice el señorito.

Las manos de Paco. Esas manos llenas de tierra cogiendo el bolígrafo.

Los ‘nietos’ de Paco y de Régula ahora sí saben escribir de corrido. Y muchas cosas más. Una de esas nietas es Violeta Serrano, de la que he empezado a leer esta semana ‘Flores en la basura’. Se trata de una crónica sobre la precariedad laboral y vital de los más jóvenes (y no tanto). La de ella misma, viviendo a medias entre la maragatería leonesa y Buenos Aires, adonde la llevó la crisis económica que se inició en 2008.

Violeta Serrano, que dice: «Soy una privilegiada. Tengo herramientas para leer y escribir: puedo expresar esta flotación identitaria que se me anudó a la espalda». Serrano habla de ese pasado de tierra en las uñas pero también de un presente difícil. Soy una privilegiada, vuelve a escribir. Y sin embargo.
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