Los rebeldes querían acabar con la Ponferrada republicana y aprovecharon el asalto al cuartel de la ciudad como ‘coartada’. De nada sirvió que el edil evitara una matanza, el alzamiento debía triunfar, y el alcalde, junto al sindicalista Arturo Pita y el guardia de asalto Alejandro García fueron condenados a muerte.
A las 6:20 de la madrugada se ponía fin a diez días de terror. El 20 de julio, apenas dos días después del alzamiento, el conflicto llegaba a Ponferrada, donde se encontraba un gran grupo de mineros asturianos. La ciudad no fue ajena al caos y la confusión de las primeras horas de guerra, pero García Arias calmó el belicismo de los mineros, que aceptaronregresar a Oviedo en tren.
Sin embargo, no todos se marcharon pacíficamente. La mediación del edil no logró evitar que en su trayecto, una columna se desviara de su camino y tiroteara el cuartel de la Guardia Civil, una refriega que se saldó sin víctimas mortales, pero que dio pie a un proceso judicial en los que se culpaba al teniente García Menéndez de dirigir el ataque y al alcalde García Arias y el sindicalista Arturo Pita de espolear a los mineros. El capitán Losada, cuya casa también fue tiroteada, y los guardias que se encontraban en el cuartel coincidían en su testimonio. El acta recoge que «a juicio del declarante, el principal causante de lo que pasó en Ponferrada fue el alcalde».
«El simulacro judicial acaba con la sentencia en la madrugada del 29. Da por probadas las acusaciones y resalta la dirección principal de Juan García Arias y Arturo Pita, junto a Alejandro García, condenados de antemano.
Garzón, otra víctima política
Juan García Arias no fue la única víctima política del alzamiento en la capital berciana. Carlos Garzón resume la injusticia de la ‘justicia’ de los sublevados.El concejal del Ayuntamiento de Ponferrada por el partido Izquierda Republicana, médico de profesión, no dudó en atender a los heridos durante el ataque al cuartel. El propio Garzón ya declaraba en el juicio que su imputación respondía únicamente a sus «ideas políticas», una afirmación que quedaba demostrada un mes después.«Juan García Arias no fue el único alcalde democrático condenado a muerte y ejecutado. Los sublevados fusilarían a dos de sus predecesores el mismo días. El 2 de septiembre de 1936, el campo de tiro de Puente Castro fue el escenario del fusilamiento del industrial Francisco Sánchez Rodríguez y del médico Carlos Garzón Merayo», relata Santiago Macías en la memoria sobre la figura de García Arias.
Los alcaldes de San Esteban de Valdueza y Los Barrios de las Salas también fueron procesados. El alcalde socialista de San Esteban, Nicasio Astorgano, murió en 1940 en la cárcel de Pontevedra tras ser condenado a 20 años de prisión, mientras que Santos Fernández Blanco huyó a Francia para evitar la represión.
Por la cárcel de la ciudad, hoy sede del Museo del Bierzo, también pasaron decenas de presos políticos, su último destino antes de la ejecución.
80 años de silencio
A pesar del paso de los años y la reinstauración de la democracia, muchos de los que fueron reprimidos por sus ideas políticas siguen olvidados por las instituciones.El propio alcalde Juan García Arias tardó casi 80 en años en volver a la capital berciana. En 2014, el Ayuntamiento de Ponferrada estrenó la calle Alcalde García Arias, un homenaje a su último edil republicano. Juan García Arias nació en León y formaba parte de una familia obrera, «muy modesta y de izquierdas». Ingresó en el PSOE desde muy joven y, por vocación y formación, participó en diversos actos culturales, además de colaborar habitualmente en prensa, especialmente en la revista ‘León Moderno’.
Llegó al cargo de alcalde de Ponferrada en mayo de 1936, apenas un par de meses de que se produjera el alzamiento, después de la crisis municipal del Frente Popular de Izquierdas que obligó a la constitución de una gestora.
"Que nuestros hijos guarden buen recuerdo de su padre"
«Para nuestros hijos muchos besos de su padre. Dedícate a hacerles hombres, que guarden buen recuerdo de su pobre padre». Con estas palabras se despedía Juan García Arias de su familia en una carta que salió a la luz con la publicación del libro ‘Juan García Arias: Memoria Histórica del último alcalde republicano de Ponferrada’.
Esas últimas palabras sirvieron de inspiración para uno de los hijos de García Arias, José Luis, que luchó durante toda su vida para honrar la memoria de su padre. Su esfuerzo se tradujo en la publicación de la obra, en la que también se recogían documentos e incluso poemas, una extensa producción literaria.
El trabajo de José Luis o de colectivos como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha conseguido que en los últimos años se haya promovido la búsqueda de fosas comunes.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica nació del afán del periodista Emilio Silva por encontrar a su abuelo. «Soy nieto de un desaparecido. Mi abuelo se llamaba Emilio Silva Faba. Lo mataron a tiros junto a otras trece personas y lo abandonaron en una cuneta, a la entrada de Priaranza del Bierzo».
Así empezaba el artículo ‘Mi abuelo también fue un desaparecido’, publicado en La Crónica de León, y en el que está el origen de la búsqueda y de una serie de investigaciones que llevaron a la exhumación de ‘Los trece de Priaranza’. En sus 16 años de vida, la ARMH ha logrado la exhumación de más de 6.000 cuerpos en toda España.