Reza un dicho argentino: «El hombre acaricia al caballo... ‘pa’ montarlo», dando a entender el interés de los humanos en su relación con el mundo animal.
Habría que repensar la máxima de ese pueblo «tan atinado en las palabras como errático en los votos» (Valdano dixit, aunque hay quien mantiene que Mafalda y Yupanqui lo dijeron antes) y cómo esta relación con alguno de los animales que nos rodean también va marcando la evolución de los tiempos, incluso más allá de lo que muchos creen necesario. Hay quien duda que tenga lógica el dar el salto desde el ‘perro patada’ (así le llamaban a los que estaban por las casas y eran despreciados por no hacer ningún servicio) hasta los perros señoritos (así les llaman a estos que ahora pasean por Ordoño con chaleco). Incluso el gran maestro no saholin Paco Flecha le puso letra en una coplilla que recitó el día de San Antón, el santo de los animales, a quien ofreció consejo. «Y, si aceptas mi consejo, / dedícate a los paisanos, / que los otros animales / viven mejor que cristianos. / Y los piensos que se comen / son más caros que el garbanzo /(sin contar peluquerías, / paticuras y capazos)».
Igual es que no tenemos término medio.
Habría que mirar a ver qué dicen de esto los argentinos, tan atinados en las palabras... En lo otro, igual es que no estamos nosotros para hablar.