«Con mi chandal y mis tacones, arreglá pero informal, domingo por la mañana ... me voy ‘pal’ hiper». Menudo martirio ochentero con el temita del ‘arreglao pero informal’, te lo aplicaban para todo.
Y la ola no cede, el rayo que no cesa, ahí la tienes pero al revés, en vez del chándal con tacones se ha virado a las deportivas con traje de gala en una fiesta mayor de esas de gala, en las que van las autoridades, cortan la cinta (y se van), desfilan y bailan los pendones, rompen el viento las gaitas y tamboriles y las bailarinas toman la plaza.
Imagino el regreso. El calor. Los zapatos rígidos... y en el bolso están las zapatillas para estos casos de sufrimiento... aunque te tengas que subir al martirio del «arreglá».
Y nos los echamos en cara los mismos que en la vida diaria nos atamos los pantalones con una cuerda de paca y las mismas que no dudan en salir al panadero con zapatillas de felpa y la bata guateada con bolsos para el cacho de pan que siempre viene bien cuando ataca la gusa.
Postureo. Si te pones a la salida de una boda, allá a las cinco de la mañana, verás que nada queda de aquellos trajes que entraron. Y todos acogidos al amparo del «arreglao pero informal». Y viceversa.