Los códigos secretos

La última de La Nueva Crónica

Fulgencio Fernández y Saúl Arén
23/02/2024
 Actualizado a 23/02/2024
| SAÚL ARÉN
| SAÚL ARÉN

Contaban los molineros de Carbajosa, los tres mayores que también eran luchadores, cómo para ir a algún corro tenían un problema de transporte: «Éramos tres y teníamos dos bicicletas ¿Qué hacer?».

– ¿Por sorteo o ir cambiando cada día los dos agraciados con el viaje?

– No, porque eso dejaba a uno en casa e ir los tres nos daba muchas posibilidades de ganarlo todo.

Inventaron marchar dos en bici y uno andando. A unos kilómetros uno de los que iba en bici la posaba y seguía a pie, para que la cogiera el que salió de Carbajosa sin máquina. El tercero la posaría más adelante... y así iban haciendo todos un tercio del camino a pie y las dos terceras partes en bicicleta, «para calentar», decía Cástor con mucha chispa.

– ¿Y nunca os la robaron?

– Robar una bici a un molinero podía ser más peligroso que atracar al Banco de España.

Así podía haber una bicicleta en un camino. Como hay una bolsa con el pan colgado a la puerta de muchas casas sin que a nadie se le ocurra cogerla pues hay un código no escrito que así lo impone y cuya explicación es de esas que resulta imposible cuestionar: «Toda la vida se hizo así; ni el panadero espera por tí ni tú tienes que esperar a que él pite en la calle».

¿Y qué hace un paraguas abandonado en un árbol? Ni te lo preguntes ni te lo plantees, si no conoces los códigos que encierra déjalo estar que ya llegará quien de ello entienda y lo coja... o no. 

Tal vez sea una provocación para que llueva de alguno que no le tiene mucha fe ni a las rogativas ni a los pronósticos del tiempo, que han encontrado una respuesta a todo error: El cambio climático. 

Como La España Vaciada. Palabras. 
 

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