La bendición del último bar

Por Fulgencio Fernández y Mauricio Peña

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
29/09/2021
 Actualizado a 29/09/2021
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Un buen día, a comienzos del verano, volvió a abrir sus puertas un nuevo bar, un viejo tele-club, llamado Projuro.

No me canso de decirlo, cómo cambia la vida en los pueblos que recuperan su último bar, que pasa a ser su último centro de reunión y noticias, el filandón estable, el lugar de la partida, la terraza de verano con el privilegio de ver sentado la espectacular lluvia de estrellas que por San Lorenzo regalan los cielos.

El mismo día que abrieron, aquellos chavales que recuperaban las historias que guarda cada tele club, se embarcaron en recuperar las fiestas del pueblo, las del Carmen. Lo tuvieron que hacer de aquella manera, como el Covid dejaba, pero lo hicieron y en vez de esas espectaculares orquestas que triunfaban en los festejos anteriores al año maldito, también se recuperó la entrañable estampa de la verbena con acordeón, en este caso con la joven Albina, que le sirve una portería de balonmano para instalar su ‘camión’y aquello acaba sonando como si llevara metida una Sinfónica dentro de su instrumento y su mesa. Y los viejos del lugar disfrutan del sabor del pasodoble y la yenka.

Así hicieron algo de granero los chavales, que llega el invierno y muchos meses les tocará quemar ahorros para darle calor al lugar, para seguir abriendo la puerta, para que haya vida en el pueblo, Los Barrios, por ejemplo.
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