Contaba muchas veces el músico bañezano Agapito Toral una anécdota de su etapa de director del Grupo de Percusión del Conservatorio de León.
Fue al final de un concierto, en un pueblo en el que pocas veces habrían visto la mayoría de aquellos instrumentos tan extraños, si exceptuamos la batería y poco más. Estaban recogiendo aquellos xilófonos, timbales, bombos o cajas chinas cuando se le acerca un paisano y se queda mirando.
– ¿Le gustó el concierto?, le preguntó el maestro Toral.
– No solo eso. Y yo que creía que la percusión me traía sin cuidado, pues veo que no es así.
Y remataba el bañezano: «No te esfuerces en halagos para mí trabajo, no creo que se me pueda decir nada mejor».
Estos días está ocurriendo que mucha gente se dan cuenta de que no es cierto que muchas cosas les traían sin cuidado. Aquellos que tenían un huerto urbano por hacer algo y dar un paseo hasta allí han descubierto su pasión por los secretos del tomate y el calabacín, hasta el punto de protegerlos con espantapájaros trabajados con mucho arte; los que creían que el perro era un poco estorbo en casa han descubierto que tiene su aquel sacarlo a pasear por la ciudad, hablar con él por el camino; los que decían que correr sólo si tienes mucha prisa ahora le van cogiendo el truco a salir cada día...
Y ellos que creían que la vida les traía sin cuidado.
La vida no te trae sin cuidado
La última página de LNC con la firma de Fulgencio Fernández, que pone la letra, y Mauricio Peña, que se encarga de la foto
19/05/2020
Actualizado a
19/05/2020
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