El gran Kaniska, aquel mago que recorría los pueblos actuando por los bares y tabernas habituales, tenía una gracia especial para acompañar los trucos que ofrecía, realmente llamativos alguno de ellos, como cambiarte la hora del reloj sin ni siquiera cercarse a tí. «Trucos de mucho mérito», me explicaba alguien que algo sabe del asunto, nuestro Juan Mayoral, el ‘padre’ del Festival Internacional León Vive la Magia.
Kaniska –que para alargar un poco el inicio del espectáculo, esperando que llegara más público, pedía tiempo «para que se acaben de vestir las chicas del ballet»– explicaba al ofrecer un nuevo lote de rifas que «tengan en cuenta que yo no pido nada para mí, todo aquello que ustedes me dan va destinado para colaborar con diversas obras benéficas: un porcentaje con el panadero, otro con el del supermercado, algo para financiar los colegios a los que van los chavales... y el sobrante, si lo hubiera, pues ya mi mujer lo ahorra, que ha llegado a tener cerca de quinientas pesetas, antes de pagar a Hacienda».
No sé porqué, o sí, me ha venido a la mente la historia de Kaniska al ver la imagen de hoy con el cartel de «para la Iglesia», que es algo ten genérico como el «para obras benéficas» del mago y con la misma filosofía, «que para mí no es nada». La imagen de la Virgen igual nos da una pista, como el panadero;y el contador de la luz otra, como el supermercado.
Pero, siguiendo con los paralelismos, Kaniska como premio ofrecía «un viaje», que anunciaba a grandes voces para ya en voz mucho más baja matizar que era «al desierto y acompañado de un canibal».
Aunque si prefieres el cielo, o te parece más real, pues ahí tienes la ranura.