No es tan fiero el león...

La última de La Nueva Crónica

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
28/05/2024
 Actualizado a 28/05/2024
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

Mira que nos ha gustado jugar, y venirnos arriba, con la dualidad del león y el León, de adjudicarnos a los vecinos de esta tierra con mayúscula la fiereza y dominio de la manada que se le supone al león con minúscula.

Que para eso lo llevamos al centro de nuestro escudo, lo lucimos en nuestras banderas y lo cantamos a coro en los partidos de cualquiera de nuestros equipos: «¡Alza el rabo ¿león o León?!», gritaba el inolvidable Duviz en aquellos partidos de la gloriosa Cultural de los años 80, el mismo lema que resonó en el Elosúa de los noventa y se repite con frecuencia en el Ademar que camina incluso por Europa, en diferentes etapas.

Hasta saliendo reinante de esos bajos fondos que siempre son las alcantarillas de la ciudad lo tenemos.

El ardor puesto nos llevaba a tener la sensación de que incluso lo creíamos, que nos veíamos dominadores en una selva que nada sabe de envejecimiento, despoblación, abandono, huida de industrias, llegada de especuladores...

Es fácil engañarnos a nosotros mismos, lo hacemos cada día, a los cinco minutos de hacerse público otro dato que nos golpea desempolvamos otro león que ruge y aquí paz y después gloria.

A nosotros sí nos engañamos, pero a dos perros de verdad, de los que sí alzan el rabo cuando les da la gana, a ésos resulta más complicado darles gato por león.  

Míralos. Ellos a lo suyo, a olerse y medirse, a organizar su tarde, que saben de sobra que el león de León que tanto fotografían puede ser bueno para los selfies y los juegos de palabras, pero rugir...

¿Y alzar el rabo? Más de lo mismo.

Esta ciudad la carga el diablo de metáforas, mucho más bellas que las estadísticas. Y menos inquietantes. 

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