No sé si se ha convertido en incorrecta la vieja broma para una situación como la de la foto y que solo trataba de crear distensión y abrir conversación, pero la distensión cotiza a la baja y la conversación «tiende a desaparecer como el dinero y el peatón», que decía Paco Bolero ya hace años.
– ¿Muerde?; preguntaban al ver a la paseante con su perro.
– No, no; respondía ella.
– ¿Y el perro?
Vaya en descargo de la pervivencia de la broma que si el paseante era hombre se producía exactamente el mismo diálogo.
Todo un mundo la evolución del mundo de los perros y sus dueños. Javier del Canto, con más másteres en su curriculum que el mismísimo Paco Maruenda, lleva años elaborando una teoría sobre la «la relación, vinculación e interación entre los perros y sus habituales paseantes en el medio urbano». Mata a preguntas a todo ser viviente que pueda ser objetivo de su investigación, larguísima investigación.
– ¿Puedes adelantar alguna conclusión?
– Nada definitivo.
Que llevado al castellano viejo se puede dejar tranquilamente en nada.
Otra cosa es lo que puede estar pensando el guardia, que se le pueden leer los pensamientos hasta de espalda. Pero no lo digo que igual cursa denuncia.