Las siluetas del dolor

01/04/2025
 Actualizado a 01/04/2025
| MAURICIO PEÑA
| MAURICIO PEÑA

Escribo en un bar –nada nuevo– de Matallana de Torío, antigua cuenca minera, uno de los primeros valles en cerrar sus minas aunque los mineros se fueron entonces a los cercanos pozos de Gordón. 
A mi espalda, como siluetas que hablan pues no las veo, conversan varias mujeres entre las que intuyo, por lo que dicen, a esposas, hermanas y hasta una viuda de minero fallecido joven, lloran palabras de incredulidad: «Si no había minas, ¿cómo se pueden matar cinco mineros?».
– Y aunque las hubiera.
Ante lo inevitable, golpean las palabras de aquellas siluetas que escupen dolor; los recuerdos viajan hasta situaciones que conocen bien: «Tan jóvenes todos... ¿cuántas madres, hijos pequeños, viudas...?». Ellas hacen un repaso de las que viven por su comarca, el recuerdo de cuando sonaban aquellas sirenas que hacían presagiar lo peor y todos miraban hacia las ventanas de las casas en las que vivían mineros que aquel día estaban en algún pozo.
El viaje más doloroso y cercano de sus recuerdos ya tiene una docena de años; a pocos kilómetros; el corto viaje hacia la muerte de seis mineros en La Vasco. Los telediarios despachan aquellos días negros como los que hoy vive Villablino con números, no hay nada más frío: «Es el accidente más grave desde el de 2012, cuando fallecieron seis mineros». 
Tal vez sea bueno recordar que al dolor hay que sumar la indignidad de que todavía no hay sentencia de un juicio que ya tardó en exceso. 
¿Qué no tiene mucho que ver con la foto? Ni falta que hace, es que en la cabeza solo me ronda nuevamente el dolor añadido que dejan estas muertes.

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