Adiós a las 'gemelas de hormigón' de La Robla

AMPLIACIÓN | Naturgy ha ejecutado la voladura controlada de las torres de refrigeración de térmica, cambiando el que ha sido el paisaje urbano de las últimas cinco décadas

Estefanía Niño
06/05/2022
 Actualizado a 06/05/2022
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Cinco segundos han sido más que suficientes para cambiar por completo el que ha sido el paisaje urbano de La Robla durante las últimas cinco décadas. Este viernes, 6 de mayo de 2022, Naturgy ha realizado con éxito la voladura controlada de las torres de refrigeración de la central térmica de La Robla, tras varias semanas de preparación. La operación se ha llevado a cabo con las máximas medidas de seguridad, el mínimo impacto ambiental y con un cumplimiento riguroso de la normativa vigente. Las torres tenían una altura de aproximadamente 100 metros y su diámetro en la base era de 73 metros. En conjunto, su forma hiperboloide representaba un volumen de unos 220.000 m3 y un peso de más de 9.000 toneladas cada una.

El fin de una era. Tras el cierre de las minas, el siguiente paso era la eliminación de las centrales térmicas, pero a pesar de que era algo sabido, eso no le ha restado emoción. Han sido muchas las generaciones que han crecido amparadas bajo la silueta de esas torres, muchas las familias que de una manera directa o indirecta han vivido de ello, y eso se ha notado este viernes en La Robla. Vecinos del municipio y de toda la comarca se han concentrado en diferentes lugares para ver este momento histórico que cierra una parte de la historia de la montaña central. Tras el anunciado derribo, tras el sonido de la detonación y el polvo, no fueron pocas las frases que se escucharon en La Robla. "Ya está", "Dicen que se lo llevan todo para Marruecos", "Tenemos lo que nos merecemos", "transición injusta", o un "¿Y ahora qué?".

182 kilos de dinamita


Para el derribo, se ha utilizado la técnica de la fulminación, por la cual se han desplomado sobre su vertical con un ligero vuelco pero sin efecto de basculamiento, con el fin de agrupar hacia ese lado todos los escombros. Tras los correspondientes cálculos de estabilidad, se han practicado trabajos de debilitamiento y, en el momento del disparo, las cargas explosivas han fragmentado los pilares de apoyo haciendo que las construcciones perdieran su equilibrio y colapsasen por su propio peso. El tiempo que ha transcurrido desde el momento del disparo hasta que la estructura se ha encontrado en el suelo ha sido de unos cinco segundos. En total se han utilizado 182 kilos de dinamita y 378 metros de cordón detonante, y la ráfaga del disparo ha tenido una duración de 4.200 milisegundos. La tecnología utilizada (detonadores electrónicos) ha permitido controlar la continuidad de la cadena pirotécnica hasta el momento del disparo.

La demolición mediante esta técnica es una de las más eficientes para el desmantelamiento de centrales, ya que minimiza los riesgos para los trabajadores, favorece la economía circular y contribuye a reducir el impacto ambiental. Es el mismo que se utilizó también para la demolición, el año pasado, de la torre de refrigeración de la central de Anllares. Una vez realizada la voladura, los residuos de hormigón y de la estructura metálica son recogidos a nivel del suelo. Se estima que se recuperarán 106 toneladas de hierro y 18.000 toneladas de hormigón, que serán reciclados. Para minimizar el polvo que podía provocar el colapso de las torres, se ha dispuesto un sistema de cortinas de agua que han surgido desde unas trincheras construidas en el suelo e impulsadas por cordón detonante y cuya ráfaga, inmediatamente después del disparo de la torre, con una duración de 10 segundos.

Las dos torres


La función de las torres era enfriar el agua de refrigeración necesaria para la operación de la central, que llegaba con unos 45-50ºC a su parte inferior. Se distribuía mediante una red de canales y tuberías, cayendo a través de un “relleno” constituido por láminas verticales, con un pequeño espacio de separación entre ellas. De este modo se conseguía una gran superficie de contacto con el aire que entraba por la parte inferior de la torre, provocando el enfriamiento del agua por la evaporación de una pequeña cantidad, en torno al 1-2%, lo que provocaba también la característica “nube” de vapor que salía por la parte superior de la torre. El agua fría se recogía en una balsa situada bajo la torre con una temperatura cercana a la ambiental, siendo desde allí enviada nuevamente a la instalación. La función de la lámina de hormigón era proporcionar el tiro necesario para producir la circulación de aire.

200 millones de euros para la futura planta de hidrogeno


Naturgy, junto a Enagás, lidera un proyecto para impulsar en La Robla la mayor planta de hidrógeno de España, según indicó Naturgy en un comunicado con motivo de la demolición de las torres de refrigeración de la térmica roblana. En este sentido, se señalaba que "con el objetivo de producir hasta 9.000 toneladas al año de hidrógeno renovable, el proyecto contempla la construcción de una planta fotovoltaica de 400 MW y un electrolizador de hasta 60 MW. El proyecto, que se ubicará en los terrenos de la térmica de La Robla, cuenta con un presupuesto de cerca de 200 millones de euros". Naturgy mantiene su compromiso con el territorio y con las comarcas afectadas por el cierre de estas centrales y, bajo esta premisa, en abril de 2020 firmó el Acuerdo por una Transición Energética Justa para las centrales térmicas en cierre con el ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, el Ministerio de Trabajo y Economía Social y los sindicatos. Este acuerdo recoge el compromiso de las partes para acompañar la transición laboral y la reactivación económica de las zonas afectadas por el cierre de estas centrales.
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