El aeropuerto de León cerró el año que acaba de terminar con un total de 62.115 viajeros, lo que supone un descenso de 1.406 y de un 2,2% en comparación con los 63.521 que se habían registrado en 2023. Es la principal conclusión que puede extraerse de los datos publicados este lunes por Aena, que reflejan además que las instalaciones ubicadas en La Virgen del Camino continúan por debajo de la afluencia de pasajeros previa a la pandemia. Concretamente, la cifra de usuarios del pasado año se sitúa un 5,9% por debajo de la de 2019, cuando se habían contabilizado un total de 65.982.
De esta forma, el aeropuerto de León pierde viajeros después de tres años de recuperación tras los efectos del covid.
Mientras, en cuanto al número de operaciones (aterrizajes y despegues que se producen en la pista del aeropuerto de León), los datos conocidos este lunes hablan de un total de 3.268, lo que se traduce en un ligero crecimiento del 0,6% en comparación con las 3.248 del año 2023. En este caso sí se logra superar el dato registrado en 2019, el anterior a la pandemia, cuando se habían contabilizado 2.758 operaciones.
De ello se deduce que el incremento con respecto a la época previa a la crisis del covid es de un 18,5%, lo que permite concluir que entonces viajaron menos aviones con salida o llegada en las instalaciones de La Virgen del Camino pero registraban una mayor ocupación.
Con estos datos sobre la mesa, cabe recordar que el aeropuerto venía de una importante recuperación tras la crisis sanitaria y que en 2023 había recuperado los vuelos chárter internacionales. Pese a la caída del año que acabamos de dejar atrás, desde León se pudo viajar a destinos como Pisa, Madeira, Roma, Praga, Berlín, Budapest, Bruselas, París, Nantes, Palermo, Oslo, Amsterdam o Estrasburgo, por citar sólo algunos ejemplos.
Ello ha sido posible debido principalmente a la programación del Club de los 60 y también a la apuesta privada de los turoperadores. Además, hay que tener en cuenta el vuelo que hay durante todo el año a Barcelona y los diferentes destinos que se habilitan en los meses de verano y también durante las fiestas navideñas.
Pese a ello, los datos están aún muy lejos de los mejores que aparecen en las estadísticas. El número más elevado de viajeros corresponde al año 2007, antes de que se desatase la crisis financiera e inmobiliaria, cuando el aeropuerto de León alcanzó los 161.705 viajeros.
Mientras, el dato más bajo de la serie histórica corresponde a 2020, cuando se propagó la pandemia de coronavirus y se decretaron importantes restricciones a la movilidad no esencial después del confinamiento domiciliario. Aquel año se saldó únicamente con 18.600 usuarios.
Es preciso referirse también al importante bache de 2014, cuando la tormentosa salida de Good Fly unos meses antes –el consorcio de promoción del aeropuerto resolvió el contrato después de diversas cancelaciones de vuelos– provocó que se redujese notablemente la oferta de destinos estivales. Y ello llevó a que la cifra de viajeros se quedase aquel año en 23.133.
Posteriormente, Air Nostrum se ha ido haciendo con los sucesivos contratos para mantener el vuelo regular a Barcelona todo el año y volar a destinos de playa durante el verano y en las navidades.
Polémica con el desfasado sistema de aterrizaje
En este sentido, la caída de viajeros conocida este lunes llega en plena polémica por el desfase tecnológico del aeropuerto, que ha obligado a desviar a Asturias y Valladolid diferentes vuelos de la campaña navideña por problemas derivados de la persistente niebla. El sistema de aterrizaje con baja visibilidad del aeropuerto de León no sufrió esta vez incidencias ni averías, pero se trata del de nivel 1, que se puso en marcha en octubre de 2005 junto a la ampliación de la pista y de la plataforma de estacionamiento de aeronaves. Fue dos años después de que el de Asturias contase ya con el ILS de la máxima categoría, el de nivel 3.
Según explican desde el Ejército del Aire (responsable del sistema al contrario de lo que ocurre en Asturias, donde depende de Aena), se precisa de una visibilidad superior a 550 metros, distancia mínima que se reduce según aumenta la categoría del ILS hasta poder aterrizar con una visibilidad casi nula.