El africano de Boñar: "He estado en 33 países pero siempre me he sentido de aquí"

Rowand Montalá es un inmigrante de Ghana que un día llegó a Boñar, a Adrados, donde caló muy hondo en la gente y se ganó su cariño

25/08/2024
 Actualizado a 25/08/2024
Rowand Mountalá regresó hace unos días a Boñar para reencontrarse con sus «paisanos» que pudo comprobar que no le habían olvidado. | MAURICIO PEÑA
Rowand Mountalá regresó hace unos días a Boñar para reencontrarse con sus «paisanos» que pudo comprobar que no le habían olvidado. | MAURICIO PEÑA

"No tiene precio cómo me recibieron en Boñar, La Vecilla, toda la comarca. Me hicieron sentir como en casa, gente como David (el hermano de Tomasuco) y su mujer MIriam que me riñeron por ir a un hotel estando su casa siempre abierta para mí; Jerónimo Flecha, que antes me arreglaba el coche gratis porque no tenía dinero y me llevó a comer con su familia; camareros que no me cobran en los bares; todo el mundo en el corro de lucha, los luchadores, la gente que me pedía que luchara… No tengo palabras, de verdad, me he emocionado tantas veces. Reconozco que se me han saltado las lágrimas". 

Lo cuenta emocionado Rowand Mountalá, que regresó a ‘su Boñar’ en estos días de las fiestas patronales de la villa y, por ejemplo, en su llegada al corro de lucha tuvo un recibimiento espectacular, todo el mundo le abrazaba, los aficionados le pedían que luchara y él siempre respondía con esa sonrisa blanca, franca y abierta con la que se ganó al público hasta convertirse en uno de los luchadores más queridos, pues su fuerza iba pareja a su nobleza, nunca un mal gesto, cuando le tiraban se rascaba la cabeza como preguntando qué me han hecho y le tendía la mano al rival.

Rowand a su llegada a Ghana cargado de regalos. | L.N.C.
Rowand a su llegada a Ghana cargado de regalos. | L.N.C.



Un día, hace casi diez años, decidió irse "a buscarme la vida, como decís aquí, pues tengo un hijo que cuidar y también mandarle dinero a mi mamá en Ghana, a ver si puede mejorar su vida".

Su primera idea se supo que era ir a Estados Unidos, también que llegó a Canadá... pero en estos diez años la vida de Rowand comenzó tan agitada como había sido desde que salió de su país, Ghana, con tan solo 17 años. "He estado en 33 países, desde Canadá a Arabia Saudí, te podría mostrar los visados y demás, pero te digo una cosa, siempre me he sentido un leonés más, un leonés de Boñar, aquí fue donde me cambió la vida y jamás lo olvidaré, igual que no puedo olvidar el cariño de la gente, antes y ahora".

Y hace una reflexión sobre cómo fue su vida y dónde está ahora, que vive en Australia, en Brisbane, donde al fin ha logrado una estabilidad laboral y personal. "Tengo una empresa, Invictus Security, tres hijas... Cuando me he visto rodeado de tanto cariño y con una vida más o menos cómoda se me saltaron las lágrimas al sentirme tan feliz y recordar cómo salí de África, de Ghana, mi país, que dejaba a mi familia con solo 17 años. En una habitación vivíamos todos, los seis hermanos, los padres… me hace muy feliz pensar que ahora tienen una casa que han podido construir con el dinero que les he ido mandando".
 
En ese recuerdo de "cómo salí de casa" está uno de los pasajes más duros de la biografía de este joven africano que un día llegó a Adrados, después de muchos avatares desde que salió de casa con solo 15 años y que nos contaba en un viejo reportaje en La Crónica de León, en 2007. "Yo me daba cuenta de que la vida en casa era muy difícil, que éramos muchos hermanos y decidí irme, como hacían otros amigos míos. Para salir de Ghana tuvimos que atravesar el desierto de Libia, nos habíamos juntado 50 para apoyarnos pero cada uno tenía que resistir la travesía pues nos advirtieron que si alguien caía, aunque fuera tu hermano, debías seguir pues de lo contrario morirían los dos. Y así ocurrió, de los 50 que éramos sólo llegamos vivos 30. Entre los muertos estaba mi mejor amigo, pero no te podías detener a ayudarlo, nos lo habían dejado claro". Aquella travesía fue un verdadero infierno, recordaba Rowand como uno de los detalles de la misma cómo "en los últimos días ya no teníamos nada de agua, teníamos que orinar en nuestras botellas y dejarlas al sol para que se evaporara la sal y otros productos y después beberla. Al quitarme las zapatillas que llevaba me di cuenta de que se me habían caído las uñas de los pies. No me importan contarlo para que la gente sepa que ser inmigrante no es nada fácil".

Al menos tuvo la "suerte" de ser de los que no perdió la vida en el camino. "Era muy fuerte, por eso se me daba bien la lucha, bueno, la fuerza, que la maña...", dice con esa sonrisa blanca. Llegó vivo, recorrió varios países, le pasó de todo. "En Francia no me dejaron entrar en un bar por negro, otra vez estuve trabajando, descargando en el muelle, y cogí un taxi al salir, en Marsella. Al llegar le dije al taxista que cuánto era y saqué el dinero para pagar, vio que llevaba mucho, acababa de cobrar, y sacó una navaja y me dijo: ‘Dámelo todo, negro’. Como quise escapar fue y me acuchilló en un costado y me dejó allí tirado, si no es por unos amigos africanos me muero allí desangrado".

Siguiente parada: Madrid. Allí conoce a una leonesa de Adrados, tienen un hijo, se vienen a vivir al pueblo y ahí llega la etapa de Rowand en esta comarca. Una etapa que define como feliz, los años de la lucha leonesa, fútbol sala, trabajos temporales y un gravísimo accidente de coche al regresar de trabajar de portero en una discoteca de la capital, se durmió y se salió de la carretera. "Me hizo mucha ilusión encontrar también al hombre que me salvó la vida, el de la ambulancia, que me estaba desangrando".

Rowand con sus amigos en León. | L.N.C.
Rowand con sus amigos en León. | L.N.C.



Pero el futuro laboral no estaba claro, tenía un hijo, una familia en África a la que ayudar y un espíritu aventurero que no hace falta explicar a la vista de su biografía: "Jefe (le gusta llamar jefe), me voy a América, en principio a los marines pero si no a lo que vaya saliendo, necesito trabajar en algo que me de dinero".
 
Y se fue, en 2015. La siguiente noticia llegaba desde Canadá... y la siguiente el pasado día de San Roque cuando apareció en el corro de lucha leonesa.
- ¿Sigues en Canadá?

Ríe abiertamente pues ha recorrido 33 países: "Ahora estoy en Australia, en Brisbane, creo que allí sí me voy a asentar, tengo una empresa de seguridad, una familia, tres hijos, puedo mandar dinero a casa... he venido para arreglar los papeles y poder llevar a mi hijo de aquí a África, a Ghana, para que conozca a su familia".

Tenemos que quedar para otro momento pues no deja de llegar gente a saludarle. Como le ocurría antes cada uno de llama de una manera: Rowand, Rovan, Rolan, Ronaldo... el ríe. "Hablamos cuando quieras, jefe".

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