Varios agentes declararon este martes en la segunda jornada del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de León por el asesinato de una mujer el 17 de marzo de 2021 en una vivienda de Cembranos. El primero de ellos, instructor del atestado, señaló que fue el 112 el que dio aviso a la Guardia Civil a raíz de una llamada de la víctima en la que pedía ayuda porque estaba siendo agredida. La comunicación se cortó «abruptamente» y al no responder consideraron que «algo grave estaba pasando». Averiguaron quién era la titular del teléfono y supieron después que la joven que lo utilizaba habitualmente se había ido del club en el que trabajaba con otras dos personas, una compañera de trabajo y la expareja de esta a su casa de Cembranos.
Una patrulla se presentó en el chalé sobre las 20:30 horas de la tarde y el propietario, acusado en este procedimiento junto a la mujer que los acompañaba, respondió a los agentes «que estaba solo con una chica, que se estaba duchando y que no iba a abrir la puerta». Lo hizo media hora después «asesorado por su abogado», al que llamó por teléfono, y fue entonces cuando les condujo al cadáver y les dijo: «ahí tenéis a la chica, que está muerta y bien muerta». En ese momento estaba «sudoroso y alterado» y cuando le preguntaron por la otra mujer contestó que se había escapado, que se había ido saltando la valla de la finca, y se refirió a ella como la autora. La encontraron, sin embargo, en el interior de la vivienda dos horas después, «escondida en un armario, con las manos ensangrentadas» y en «estado de shock, muy afectada, como ida o ausente» y fue entonces cuando este agente señaló que les había dicho «que había sido ella».
Cuando este testigo llegó a la vivienda, unos 45 minutos después de la entrada, apuntó que la actitud del acusado era en ese momento «como de que no hubiera pasado nada, de pasotismo. Estaba desaliñado, pero tranquilo» y dijo no recordar si este tenía lesiones en el cuerpo, que en todo caso tampoco se recogen en el atestado. Respecto al cuerpo de la víctima afirmó que estaba como «embalsamado». «Estaba envuelto perfectamente con cinta de embalaje y con un cubrecamas». Sin embargo, sí que advirtió que en ese envoltorio había señales de lucha, «una resistencia por parte de la víctima» porque en las manos había varios «dedos fuera», por lo que dedujeron que había sido envuelta mientras estaba con vida. A preguntas de la acusación particular, este agente señaló que a la vista de cómo se encontró el cadáver y teniendo en cuenta que las maniobras se realizaron con la mujer viva, le parecía «difícil» que una persona sola pudiera haber reducido, maniatado y envuelto a la joven.
Ofreció la misma respuesta cuando le preguntaron por otro episodio, por la pelea que se produjo en el coche del acusado cuando los tres regresaban de un taller en Cembranos esa tarde. En la inspección del vehículo comprobaron que el cinturón del asiento posterior seguía atado, que había manchas de sangre y que el teléfono de la víctima se encontraba en el asiento del copiloto, en el que había viajado la otra acusada. El declarante afirmó que la escena «invitaba a pensar que se había arrastrado el cuerpo para sacarla a la fuerza», que la habían «golpeado y obligado a salir en contra de su voluntad» y que esto era «altamente improbable» que pudiera hacerlo una sola persona. El agente rechazó también que la actitud del acusado hubiera sido de cooperación con la policía porque abrió la puerta solo tras haber hablado con su abogado y cuando le habían dicho que «iban a pedir una orden» y «tampoco cooperó en el esclarecimiento», sino que «dificultó la investigación».
Un horno, posible "destino final"
Otro miembro de la unidad de la policía judicial que participó en la investigación señaló también que el acusado aseguró en todo momento que «la autora era la chica», pero que «ya no estaba en la vivienda, que se había ido». La encontraron en el armario porque escucharon «una respiración, un ruido», pero que esto no ocurrió hasta las 23 horas, dos después de entrar a la vivienda. «Estaba encogida, acurrucada y muy asustada, con los puños con sangre e hinchados por haber golpeado». En ese momento aseguró que les había dicho que había habido una discusión con la fallecida «y que tuvo que defenderse porque había sido agredida por parte de ella». Entendió que la víctima había querido «abandonar el domicilio» esa mañana y que los acusados «no la dejaron» porque la alarma de la vivienda saltó a la misma hora a la que un taxista había acudido a recogerla y señaló que encontraron el cadáver cerca de la bodega. Estimó que este había sido desplazado y que próximo había un horno que «podría haber sido el destino final, no lo sabemos», pero que, en todo caso, «podría haber sido un buen escondite». Este agente señaló también que es probable que en la media hora que la Guardia Civil esperó fuera de la vivienda la mujer –que murió por asfixia– estuviera viva todavía y consideró que el acusado, en el caso de no haber intervenido en el asesinato, tampoco «hizo lo que podría haber hecho para evitarlo».
En la sala se mostraron algunos de los mensajes intercambiados entre los acusados antes de los hechos en los que ella le decía que fuera a buscarlas, que estaba con la víctima y que iban a «hacer un trío» como él quería. Se señaló que podía haber «celos» por parte de la acusada hacia la víctima y se explicó que los encausados habían estado viviendo juntos o que incluso habían hablado de que iban a casarse, pero que «había habido un distanciamiento» entre los dos que ella «intentaba acortar». La defensa de la acusada también destacó otros mensajes de días anteriores en los que ella decía al varón «todo el día me tienes amenazada», «decías que ibas a matar a toda mi familia» o «te tengo pánico».
Este martes declaró también la tía de la fallecida, que era la titular de la línea telefónica que utilizaba la víctima y que intentó localizarla. En el club en el que trabajaba aseguró que le dijeron que las personas con las que se había ido eran «violentas» y que la acusada le tenía «celos», al tiempo que reconoció que había habido un rumor de que le había dicho en una ocasión que «le iba a borrar su cara bonita». Se escuchó también al taxista que fue a buscarla a la casa de Cembranos a las 10:30 de la mañana, aunque ella no salió. Afirmó que le había enviado un audio y la ubicación y que cuando vio que no salía preguntó en el club si había llegado. Como le dijeron que estaba con el acusado, decidió llamarlo a él porque lo conocía «de otros servicios». En el audio la mujer indicaba que estaba «súper mal» y pedía «por favor» que fuera a buscarla. El hombre se fue del lugar porque el acusado le dijo que lo hiciera y que ellas ya volverían como pudieran. También declaró el propietario del taller de Cembranos al que los tres se dirigieron por la tarde porque el acusado se acercó a decirle «que le iba a llegar un paquete, que se lo recogiera». Él dijo que solo bajó el acusado y que no llegó a ver el vehículo, por lo que no sabe con quién iba. Hubo otra testigo, compañera de la víctima y de la acusada, que estaba citada para declarar este martes y que no lo hizo. «No la hemos podido localizar, no sabemos dónde está», aseguró el magistrado.