«Sorprendido y halagado al mismo tiempo». Así se muestra el escultor Francisco Javier Santos de la Hera después de que una de sus obras –el San Juan de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad– haya sido elegido para protagonizar la procesión que se celebra este sábado en León con motivo del Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías. Saldrá a las siete de la tarde desde el colegio Marista San José para recogerse en la Catedral con el acompañamiento musical de la agrupación del Gran Poder y de las tres de Jesús.
Santos de la Hera no ha querido perderse la procesión en honor a la imagen que esculpió hace algo más de cuatro décadas, concretamente en 1982 por encargo de Marcelino González Montiel, uno de los miembros de Angustias. «Él había estudiado Bellas Artes en la Complutense de Madrid, y allí nos conocimos. Pasó el tiempo y fue cuando la cofradía tomó la decisión de realizar una escultura nueva dedicada a San Juan. Él se acordó de mí, ya que en tiempos jóvenes había manifestado mi intención de trabajar en este género escultórico y me comentó la creación de un concurso. Así que en aquella época, en la que todavía era desconocido y muy joven, 35 años, decidí presentarme aunque no tenía nada garantizado», explica el escultor.
Su imagen tuvo algo de pionera, ya que se aleja del estilo castellano con el que se había representado hasta ahora a San Juan en León para acercarse al barroco. «Lo cierto es que no tuve en cuenta lo que se acostumbraba a ver en León. Conozco la escultura castellana a través de figuras como Gregorio Fernández o Juan de Juni, pero me pidieron que fuera joven y por lo tanto eso ya marcaba diferencias con la tradición», argumenta Santos de la Hera.
Además, recuerda la exposición realizada en 2022 por el 40 aniversario de la escultura de San Juan y en la que se mostraron muchos detalles de la misma. «De entrada, la primera sensación que tuve fue la de no reconocerlo. Porque 40 años en la transformación de un escultor es mucho tiempo. Ahora lo haría de otra manera completamente distinta. Aunque llegase a la misma conclusión, mi versión plástica sería distinta, posiblemente más sereno y dramático al mismo tiempo. Ahora me gustaría que mostrase una emoción más contenida», detalla.
El escultor explica además que el momento evangélico que eligió es en el que, al entrar en el sepulcro y ver la sábana en el suelo, San Juan cae en la cuenta de lo que ha pasado. «Después de la muerte, se percata de que ha resucitado. Y sale impresionado, desconcertado, entusiasmado y abrumado. Trata de correr, pero no demasiado, ya que le pesa lo ocurrido. Y ve que tiene la obligación de propagar la palabra que ha oído. Por eso tiene manos de predicador, ligeramente más grandes de lo normal y al mismo tiempo, cuando se proyectan en el espacio, al moverse en la procesión, se recortan mejor y son más expresivas», concluye Santos de la Hera.