Amilivia ve oportuna una reforma constitucional “si prevalece el espíritu de consenso, acercándola a la realidad vigente, con firmeza y sin temores”
De cara a una posible modificación, recordó el dictamen que elaboró el Consejo de Estado a petición del Gobierno y que planteó reformas como la del Senado, “a fin de que definitivamente sea una Cámara de representación territorial, sin perjuicio, en mi opinión, de la conveniencia de cerrar el Título VIII de la Constitución y atribuir un listado definitivo de competencias del Estado y de las Comunidades Autónomas y, en su caso, la incorporación de la denominación de éstas; la reforma que afectaría al orden de sucesión a la Corona para adaptarla al principio de no discriminación de la mujer; y, finalmente, la incorporación del compromiso contraído por los españoles para la integración europea”.
También abogó por una modificación de la Ley Electoral que permitiera establecer barreras legales, a fin de garantizar que en el Parlamento nacional se debatiese sobre estos intereses, se fomentase la estabilidad de nuestros gobiernos y se abriesen las listas electorales con el establecimiento de votos propios, así como la elección directa de alcalde en el caso de los comicios municipales.
De todos modos, dijo, “cuando reflexionemos sobre estos debates tendremos que preguntarnos si estamos pensando en resolver los problemas del pasado o del futuro, pues una reforma constitucional debe dar una respuesta abierta, inteligente y generosa a los problemas a que se van a enfrentar las nuevas generaciones en un mundo global y marcado por las nuevas tecnologías”.
La palabra del pueblo
Amilivia quiso referirse también “a la política con mayúsculas, al consenso y a la concordia”. Hoy en día, dijo, se percibe en algunas posturas un desprecio, un rechazo al llamado espíritu de la Transición y a una Constitución que ha propiciado 40 años de democracia y de paz y “un repudio a la política con carácter general. Y yo me pregunto: ¿cómo se suprime a toda la clase política? La política es necesaria siempre en democracia, sin perjuicio de que requiera en cada momento altura de miras, lo que no cabe es su ausencia, lo que lisa y llanamente significaría dejar al pueblo sin palabra”.
Evidentemente, añadió, sin políticos no hay democracia, no se pueden sustituir, pero sí ve deseable que éstos se impregnaran del talante “de nuestros vecinos de guardia, nuestros alcaldes y concejales, siempre al servicio del interés general, y que todos, independientemente de sus ideas, tengan el espíritu de la Transición, que significa voluntad de diálogo y de concordia”.
También se dirigió a aquellos “que no valoran lo conseguido, el periodo de libertad, estabilidad y progreso más largo de nuestra historia, es más, que desprecian lo alcanzado por nuestro pueblo” rememorando a Manuel Azaña en su último discurso como presidente de la República cuando invitó a “sacar la lección de la musa del escarmiento…y cuando la antorcha pase a otras manos, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: … que ahora abrigados en la tierra materna ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la Patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón”.
El también exalcalde de León hizo, ante un buen número de alcaldes leoneses, una defensa del municipalismo y de las diputaciones a las puertas del año en el que se van a cumplir 40 años de los ayuntamientos democráticos y manifestó que la existencia de las Diputaciones provinciales está garantizada constitucionalmente al ser configuradas, tanto como una entidad local con personalidad jurídica propia, como una división territorial para el cumplimiento de las actividades del Estado. Pero, además, recordó, la Constitución prevé una garantía más respecto a la configuración provincial actual, al exigir una Ley Orgánica para cualquier alteración de sus límites provinciales.
Mario Amilivia quiso finalizar su intervención, en un abarrotado salón de Plenos de la Diputación, con una nutrida representación institucional, con un mensaje “de optimismo y de esperanza, el pueblo español ha sido protagonista de uno de los logros más importantes de su historia, nos merecemos ver con autoestima nuestro pasado más reciente, que no debe de ser interrumpido. Como afirmaba Tagore, “si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
El presidente de la Diputación, Juan Martínez Majo, que ejerció de anfitrión hizo una rotunda defensa del municipalismo y reclamó una nueva descentralización. “Hoy más que nunca es el momento de saldar una deuda histórica con el poder local, de exigir un mayor compromiso financiero con las diputaciones y ayuntamientos. De hacer real la segunda descentralización”, remarcó.
Majo añadió que “es obligado un nuevo marco de actuación basado en el principio de cooperación con los pequeños municipios. Debemos llegar a un gran acuerdo político que garantice la suficiencia financiera de los ayuntamientos y permita a las diputaciones desarrollar su papel estratégico en el mundo local”. A su juicio, ésa sería la mejor medida contra la despoblación. “La Diputación es la Administración idónea para desarrollar un nuevo modelo de cooperación y asistencia a los ayuntamientos y para lograrlo es vital contar con más recursos, más capacidad y mayor autonomía”, recalcó.
El alcalde de León, Antonio Silván, manifestó que la Constitución “acoge a todos y nos ha traído el periodo de paz más duradera, progreso y calidad de vida para todos los españoles y los únicos que no están cómodos en ella son los que quieren romper la unidad de España”. El día que se votó la Carta Magna, recordó, tenía 16 años y pasó ganas de votar. Vivió esa jornada “con ilusión”, jugando al fútbol son sus amigos en Pobladura del Bernesga y siguiendo después el desarrollo de la jornada a través de la radio.