«Este puede que sea el Planeta Calleja de los más curiosos, por no decir de los más extraños. Estoy en un banco esperando a Ana Botín, casi nada», arrancaba Jesús Calleja el programa, sentado con una ropa poco habitual en él. «Estoy sorprendido porque en "Planeta Calleja" he tenido muchos invitados, pero estoy con Ana Botín, la mujer más poderosa de España. Casi la mujer más poderosa del planeta», continuó el presentador ya en presencia de la presidenta del Banco Santander.
Su agenda, tan compleja, obligaba a iniciar el viaje desde Dinamarca, a diferencia de la práctica totalidad de famosos con los que ha viajado Calleja hasta la fecha. Botín se encontraba en la capital danesa por trabajo, pero reconoció que aceptó encantada y «muy rápido» la propuesta del alpinista. Sin embargo, para poder viajar a Groenlandia debía de poder continuar en comunicación con su equipo e, incluso, poder trabajar en alguna ocasión. El objetivo del viaje era descubrir cómo el cambio climático estaba afectando al deshielo precipitado de las grandes masas de hielo de Groenlandia.
Ya en el avión, Botín desenfundó su bolsa de trabajo y estuvo avanzando ciertas tareas, algo que desconcertó por completo a Calleja. «Es importante ocuparse. Puedo hacer desde aquí más de lo que crees». Y es que, para la presidenta del Banco Santander, era tremendamente importante aprovechar el tiempo. Hasta tal punto, que el explorador tenía como condición adaptarse a los horarios marcados por la banquera. Ella confirmó levantarse a diario a las 05.30 de la mañana y en verano a las 08.00, además de acostarse antes de las 22.00. «Las horas que se duermen de 10 a 12 valen el triple de lo que duermes desde la medianoche», explicó. Por ello, además, debían de cenar sobre las 18.00 de la tarde.
Durante la primera jornada de exploración, hicieron treking durante horas, pudiendo conocer a Guillermo, marido de Ana Botín. «No, yo soy la mujer de Guillermo», rectificó la presidenta del Santander. Ambos llevan 35 años casados y es su inseparable pareja, tanto en viajes como este con «Planeta Calleja» como en viajes profesionales. De hecho, Ana Botín tiene su vida planeada durante más tiempo que la gran cantidad de mortales. «Yo sé lo que voy a hacer con mi vida durante los próximos tres años. Es de las cosas más pesadas de mi vida, pero puedes tener impacto, cambiar la vida de muchas personas», explicó en el programa.
La infancia de Ana Botín
A medida que iban avanzando en el territorio desconocido, y con unas vistas espectaculares, la banquera quiso hablar sobre una etapa crucial de su vida: la infancia. «Mi mayor influencia ha sido mi madre más que mi padre. Nos educó de una forma muy avanzada para entonces. Nos envió fuera a estudiar. Quería irme antes de los 13 años, no me importaba. Luego tenías momentos malos, pero soy bastante aventurera. A mi madre siempre la sentía muy cerca, estaba siempre así. Con 15 me fui a Inglaterra, hice todo muy rápido. Me fui a Alemania un año, luego en Estados Unidos estuve 9 años. Viví fuera de España hasta los 30», relató. De hecho, su sueño no pasaba por el mundo de los números, sino por el de las letras. Y es que, aunque deseaba ser periodista, el testimonio de una tía que se dedicaba a ello le hizo replantearse su futuro y se decantó por la Economía. «En la universidad, en los 80, todo el mundo quería trabajar en bancos, y me entrevistaron en Harvard, pero no estaba planificado», explicó.
Ya de nuevo en el hotel, entre Botín y Calleja hubo una pequeña confrontación. La máxima responsable del Banco Santander quería cenar a las 18.00, y se acordó quedar en el comedor del hotel a las 18.30, pero el alpinista no apareció hasta media hora después. Fue entonces cuando Calleja reconoció que le gustaba poder desobedecer a la dueña de un banco. «Yo no tengo un banco, soy responsable de un banco», matizó.
Ya al día siguiente, el plan era poder conocer un poco más de la historia de Groenlandia y en qué situación se encontraba en esos momentos. Durante la visita a un pequeño pueblo, encontraron una iglesia que no dudaron en ver por dentro. Allí, Botín se pudo sentar ante un órgano e intentó recordar algo de sus estudios en piano de cuando era niña. Tal y como reconoció, el piano era tan solo una de las cosas que estudió en la infancia. «Nos tenían muy ocupadas durante el día», comentó. Una de las curiosidades del presentador era saber cómo fue su infancia y si se podría comparar con la de una niña normal, recordando una anécdota: «En esa época era cuando ETA y el terrorismo empezó. Una persona vino a arreglar la cocina y descubrieron que se dedicaba a recoger información. Desde entonces nos hacían ir en coche al colegio. Tenía esa sensación de ser diferente, pero era lo que tocaba», expuso.
Su llegada (y salida) del Santander
Acto seguido, quiso explicar cómo había terminado entrando en el Banco Santander a pesar de que nunca entraba en sus planes. De hecho, reconoció que «Guillermo trabajó en el banco antes que yo». tras su periplo por Estados Unidos, Ana Botín regresó a España de la mano de J.P. Morgan, y al tiempo, el director de la División Internacional del Santander le llamó. «Me dijo que si quería ir al Santander. Mi padre no tuvo nunca nada que ver. No lo planifiqué ni yo. Este señor le debió de llamar, pero nunca me lo dijo. Mi padre nunca me lo contó. Como había pasado 8 años en Wall Street, era un mundo de hombres muy duro y trabajé con la mejor gente de todos los países en la banca», relató la actuar directora de la entidad.
Durante los primeros años, vivió varias etapas en la entidad, pero su padre, de la noche a la mañana, le pidió que abandonara el banco. «Me llamó un domingo y me dijo que lo mejor era que me fuera para que hubiera fusión. Hizo lo que tenía que hacer. Me hizo mucho daño las frases que te dice, que las recordaré siempre, pero más duro fue que en una junta de accionistas dijera que daba el precio que tuviera para la familia, que lo importante era el banco. Esa sensibilidad quizás no la tenía. Viendo lo que pasó después, que fue una guerra, si no me hubieran "matado", lo habrían hecho a los 6 meses. Fue muy duro durante tres años. Esta fusión fue muy complicada. Hay que verlo de forma positiva, aprendí mucho. Si no, no estaría aquí», relató.
A su salida, y durante tres años, creó un fondo de inversión con el que obtuvo un enorme éxito, al tiempo que pudo compatibilizarlo con su vida personal a la perfección. Pero, de nuevo, una llamada le cambió el rumbo de su carrera. «Me llamó mi padre para ofrecerme ser presidenta de Banesto. Le pregunté que cuanto tiempo me daba para decidirlo, y me dijo que le contestara en el momento. En dos segundos tuve que decidir. Lo más importante que aprendí fue que monté una empresa y me di cuenta de que, cuando estas sentado a un lado del banco, tiene una capacidad enorme de ayudarte o de no. Le dije que sí. Guillermo siempre me ha apoyado y yo he intentado hacer lo mismo con él. Me hubiera gustado consultárselo, porque ha afectado mucho a su vida. Su vida depende de lo que yo haga». Sin embargo, esto no afectó a su relación personal con su padre. «Mi relación familiar con mi padre era fantástica. Cada verano nos fuimos de vacaciones hasta que se murió», aunque reconoció haber tenido rencillas porque ambos «tenemos carácter».
Pero si hubo un momento chocante en su carrera profesional fue cuando falleció su padre, Emilio Botín, y se convirtió en la presidenta del Banco Santander por decisión de la junta de la entidad, que la votó en masa. «La realidad es que, si miras lo que hice en mi carrera, en comparación con el resto del banco, era el candidato mejor, junto a la experiencia internacional. Hubo unanimidad. Soy la única mujer del mundo que preside un banco así de grande. Estuve en una reunión y, de 100 grandes banqueros, había 3 mujeres. Defiendo la diversidad de todo tipo, y las mujeres en bancos grandes no hemos llegado para nada», expuso.
De nuevo en la aventura, tuvo la oportunidad de poder montar en kayak y descubrir los icebergs, restos flotantes de los fiordos de Groenlandia, desde cerca. «Parecen barcos, son un espectáculo», sentenció la presidenta de la entidad. Además, poco tiempo después pudo conversar con Jason Box, un experto en la situación de Groenlandia y que se está dedicando a reforestar los páramos, haciendo hincapié en el cambio climático. De especial interés para Botín resultó el saber que no sirve ya con cambiar los hábitos de consumos energéticos, sino que es necesaria una tecnología capaz de recolectar y neutralizar el carbono que ya se ha liberado a la atmósfera, además de la idea de poder financiar una especie de concurso global de ideas e inventos para poder avanzar en este campo.
Ya en la última jornada de expedición, «Planeta Calleja» se había propuesto llegar hasta un glaciar y escalarlo hasta la altitud necesaria como para comprender la enorme extensión de terreno sepultado bajo el hielo que supone Groenlandia. Tras dos horas de travesía en barco, pudo comprobar de primera mano la crisis climática que está viviendo esta zona del norte del Atlántico. De cuando en cuando, presenciaban derrumbes de las paredes del glacial, que presentaba incluso caudalosos ríos internos, muestra del deshielo generalizado e intensivo que estaba sufriendo.
La importancia de los hombres en el feminismo
Mientras iban cumpliendo etapas de la aventura, Botín se sentía más y más cómoda para ir revelando algunos detalles de su vida, como la importancia de su marido en su carrera. «Yo no podría haber hecho nada de lo que he logrado sin Guillermo. Una de las cosas más importantes es que un acuerdo que nos hicimos cuando nos casamos, y era que todo lo compartíamos al 50%. Y siempre lo cumplió. Sin ello, no podría haber hecho mi trabajo. Es una de las cosas que hay que cambiar, que la mujer asume más responsabilidad que el hombre. Y al hombre le cuesta decir que sí en caso de necesidad de la mujer. Y Guillermo siempre lo cumplió», explicó.
Otro detalle ha sido el ascenso meteórico que ha tenido su carrera, sin techos que queden ya por romper para ella. El secreto, sus años de intenso esfuerzo y, sobre todo, haber pasado por todos los estamentos hasta la cima. Además, criticó el sistema burocrático europeo y acusó de que este excesivo papeleo podía suponer una pérdida de competitividad frente a otras potencias, como China o Estados Unidos. Además, también se volvió a definir como feminista: «La cuestión es cómo se entiende ser feminista. Para mí, es apoyar la igualdad de oportunidades. Intenta juzgarme por lo que he hecho, no por lo que soy. Por eso me sorprende que ciertas personas digan que no puedo ser feminista. Lo que de verdad me ponía de los nervios era que mi padre me mandara callar. Si alguna vez interrumpo, era porque siempre me sucedía y no podía decir lo que pensaba. Era muy frustrante. También tuve jefes fantásticos, hay excepciones, pero, para cambiar la situación de la mujer, necesitamos al hombre, porque son los que mandáis en el mundo», sentenció.
Tras conseguir con éxito superar su aventura en el hielo de Groenlandia, Ana Botín se sentía más que satisfecha con la aventura. «Ha sido una experiencia única, y el estar aquí y compartir con el equipo me ha hecho reflexionar sobre todo lo que tenemos por delante. Es bastante más impresionante de lo que esperaba, y la dimensión mucho más grande de lo que dicen los números. Hay que pasar a la acción para revertir la tendencia. Me ha encantado el viaje y ha valido la pena. No es fácil, porque buscar cuatro o cinco días pensaba que no podría hacerlo, pero me ha encantado y me ha encantado conocerte», sentenció la presidenta del Banco Santander antes de volver a poner rumbo a su rutina monetaria.