A Laura Alonso la llamaron desde la ambulancia. Había habido un accidente en la mina y su marido, que había intentado socorrer a sus compañeros, había resultado herido y estaba siendo trasladado al hospital. Lo recuerda como si fuera ayer, aunque hoy sábado se cumplen diez años de ese día. Los primeros meses, el primer año incluso, fue convulso. Roberto Crespo sobrevivió al accidente que mató a seis de sus compañeros el 28 de octubre de 2013 en una mina de la Hullera Vasco Leonesa (HVL), pero le quedaron secuelas como cruel recordatorio de ese día. «Como si pudiera llegar a olvidarlo». Tuvo que rehacerse y aprender, junto a Laura, que había que seguir adelante pese a todo, aunque de algún modo ese día les atrapó a los dos y ha estado muy presente en cada uno de los siguientes. «La vida nos ha cambiado por completo. Aquí se han muerto seis personas y eso no hay dinero, ni sentencia, ni perdón que lo arregle», dice Laura.
Tras esos primeros meses la situación no mejoró. Nunca llegaron a entender por qué se hicieron las cosas de esa manera, cómo se pudo permitir un accidente de esa magnitud y por qué la empresa actuó con tal «falta de empatía» que lamentan que todo lo que hizo fue guardar silencio. Sin una palabra amable o un lo siento. «Desde el primer día ya estaban preparando su defensa porque sabían la que se les venía encima», afirma Laura intentando encontrar alguna explicación. «Si yo tengo una empresa en la que ocurre un accidente y tengo el convencimiento absoluto de que ha sido una cosa fortuita, yo no actúo de esa manera. Parecía que se escondían, había cosas extrañas. No sé si con alguno tuvieron más consideración, pero con nosotros cero. La empresa para nosotros no miró nunca», dice. Otros familiares de los fallecidos y heridos confirmaron lo mismo a lo largo de estos años: la empresa solo dio la callada por respuesta. Se sintieron como si los culpables hubieran sido ellos. «Los heridos pasaron de estar considerados como los héroes a ser los malos de la película y nunca entendimos muy bien por qué», comenta. Y los últimos años solo han ido cuesta arriba.
Se acostumbraron a vivir con lo que había pasado sin más consuelo que el de que se hiciera justicia, pero esto tampoco lo tendrían fácil. 16 personas fueron imputadas por los delitos de homicidio por imprudencia grave y lesiones por imprudencia. Entre ellas, la cúpula de la Hullera Vasco Leonesa. Directivos, ingenieros o vigilantes tendrían que sentarse en el banquillo de los acusados durante el juicio que depuraría responsabilidades sobre lo ocurrido aquel 28 de octubre de 2013, pero los años pasaban y este juicio no llegaba. «La verdadera condena ha sido para las familias», explica Laura. Cuando se iban a cumplir ocho años del accidente se señaló el juicio. La primera sesión se celebró en abril de 2021. El procedimiento iba a durar dos meses, pero se quedó en horas. Apenas habían empezado a exponer las cuestiones previas cuando la jueza se vio obligada a suspenderlo. Varios de los acusados estaban cubiertos por seguros de los que no habían informado y esto imposibilitaba seguir adelante con garantías, por lo que hubo que devolver el procedimiento a instrucción y fijar una nueva fecha. Volvieron los plazos y volvió la espera. «Ese fallo no debería haberse producido bajo ningún concepto. ¿De quién es? No lo sé, pero desde luego no fue nuestro, aunque fuimos los perjudicados. Los seguros era algo por lo que ya se les había preguntado y no una vez, sino varias. Y no hubo ninguna represalia. Es más, han pedido dilaciones indebidas como atenuante y claro que se las van a dar y ¿quién tiene la culpa de que haya pasado tanto tiempo?», se pregunta Laura.
Hubo que esperar dos años más para que se fijara el juicio de nuevo. Se celebró este año, diez después. Durante ocho semanas 80 testigos y peritos pasaron por el juzgado para, con su testimonio, ofrecer una imagen sobre cómo funcionaba la empresa, cómo se desarrollaban las labores de extracción del carbón y cuáles eran los protocolos a seguir y, sobre todo, sobre qué ocurrió ese día, las horas previas al accidente y también después de él. En él se oyó de todo y algún testimonio dolió a especialmente a las familias. Quedó visto para sentencia el 30 de marzo, aunque siete meses después aún no se ha emitido la sentencia. «Da la sensación de que todo esto les ha venido grande a todos, desde el primero al último, y la tenemos desde el primer día. De que no se ha estado a la altura y de que las cosas tampoco se han resuelto bien. Hemos estado diez años peleando para que hubiera un juicio y para que fuera justo y, al final, te das cuenta de que no solo no lo va a ser, sino que tampoco puedes esperar demasiado», explica Laura. Las familias, dice, han tenido «muchísima paciencia» y la siguen teniendo. A estas alturas de la sentencia lo que esperan es que refleje al menos que se ha trabajado y que se ha puesto un mínimo de interés en entender que un accidente como el que ocurrió no se puede permitir.
Laura lamenta, sin embargo, que parece que «a nadie le ha interesado qué pasó aquí y que a nadie le ha preocupado tampoco que las cosas se resuelvan». Aún así, considera que «la verdad la sabemos todos. La sabemos nosotros y los que estaban sentados en el banquillo también la saben perfectamente». Sobre qué fallará la jueza cuando emita su sentencia tiene más dudas. «No ha habido un juicio así en León jamás».