“Esta araña es especial porque es muy difícil encontrar un fósil de este tipo de artrópodos”, asegura el presidente de Aragonito Azul, Juan Rincón, que explica que su conservación es complicada por las partes carnosas que tiene y que suelen tender a desaparecer en los procesos de fosilización. A ello se une su pequeño tamaño, milimétrico, que hace que pueda pasar desapercibida entre la cantidad de helechos y otros restos fósiles que puedan estar en su entorno.
Y fue el experto leonés José Vicente Casado el que quiso la casualidad que se encontrara con este fósil, para luego cederlo en depósito al Museo Alto Bierzo para su exhibición, con una gran lupa que permite observar sus detalles. “Es algo excepcional, por la escasez de artrópodos que hay en el registro fósil del Carbonífero”, insiste Rincón, que apostilla que todas estas características hacen que sea “un ejemplar importante a nivel nacional”, junto a otras piezas que presentan una libélula o un escarabajo fosilizado.
“No es igual encontrar un helecho, un calamite o una sigilaria en un fósil, que son mucho más abundantes, que un bicho de este tipo, que son difíciles de encontrar y cuando haces ese hallazgo es algo fantástico y aquí lo tenemos”, añadió. Por su carácter raro y excepcional y por su tamaño, se convertía en el fósil “perfecto” para ser el motivo central del sello conmemorativo, que será presentado este sábado durante los actos de celebración del décimo aniversario y que saldrá inicialmente con 250 ejemplares -diez hojas de 25 sellos-.
Un yacimiento peculiar
Rincón explicó que, de esta manera, se hace un reconocimiento a ese hallazgo y a una zona de interés paleobotánico como el yacimiento de Santa Marina de Torre, también muy peculiar. “Es una zona de transición, donde las formaciones de carbón chocan contra otras formaciones geológicas y rocosas formando una especie de popurrí de rocas y capas de carbón, algunas en disposición prácticamente vertical”, explica el presidente de Aragonito Azul, que detalla que algunas de las rocas son muy antiguas, de más de 500 años de antigüedad.
A este respecto, cuenta que esos yacimientos del Carbonífero han sido explotados a través de explotaciones de interior y cielos abiertos en la zona. “Ahora, tras su cierre se ha procedido a su restauración y, con buen criterio, hay zonas que se han dejado para posibles estudios, precisamente donde apareció esta araña”, apunta Rincón, que destaca que la Junta Vecinal de Santa Marina se planteaba que en un futuro se pudiera hacer “un corredor geológico” para poder ver “in situ” los fósiles y aprovechar su interés como atractivo turístico.
¿Una libélula?
Precisamente, en ese yacimiento han realizado un último hallazgo y también muy sorprendente, un fósil que parece ser de una libélula y que está pendiente de catalogación. Aragonito Azul va a enviarlo al Centro de Paleobotánica del Instituto Municipal de Gestión Medioambiental (Ingema)-Jardín Botánico de Córdoba, donde será examinado por los prestigiosos paleontólogos Roberto H. Wagner y Carmen Álvarez, que ya han colaborado con la asociación en anteriores ocasiones.
“Nosotros entendemos que podría ser el resto de una libélula, pero no somos grandes expertos, tenemos nuestras limitaciones y lo hemos enviado para que certifiquen que tipo de fósil es”, cuenta Juan Rincón, que muestra una piedra con los restos de equisetum -también llamados ‘cola de caballo’- en el exterior y que, al abrirla, revela en su interior los restos de lo que parece el cuerpo y las alas de una libélula.
Desde la asociación ya han enviado una foto a Córdoba y los expertos, a falta de hacer un análisis exhaustivo, reconocen que podría tratarse de un resto animal y que, si no fuera así, se trataría de una planta “muy rara” dentro de la flora del Carbonífero. “Tendrán que ver a través de grandes microscopios las nerviaciones y determinar si son de una planta o de un animal”, añade Rincón, que recuerda que estos yacimientos siguen siendo estudiados por estos investigadores que visitan el Bierzo cada año para realizar sus estudios.
Los orígenes
Aragonito Azul cumple ahora diez años, pero su origen está mucho tiempo atrás, con el “sueño” de Juan Rincón y su compañero Juan José González, dos amantes de la naturaleza y de los fósiles. “Empezamos a salir a visitar yacimientos y a coleccionar minerales y fósiles”, recuerda Rincón, que cuenta que empezaron a hacer sus “primeros pinitos” con el mercadillo de Carracedelo con los niños y el intercambio de minerales. A eso se sumaron las exposiciones temporales e itinerantes hasta “alumbrar” un primer proyecto para hacer un museo permanente en Bembibre.
“En ese momento no fue posible, pero cuando en el 2008 se abrió la Casa de las Culturas, desde el Ayuntamiento de Bembibre se nos ofreció la posibilidad de desarrollar ese proyecto”, explica Rincón, que puntualiza que tuvieron que cambiarlo “de arriba abajo” porque estaba pensado para una pequeña sala y no el importante espacio con el que cuenta ahora el área de geología y paleontología del Museo Alto Bierzo, que abrió sus puertas en 2010 con ‘Plinii Secundi’ y con la idea de ser “un museo vivo” con actividades paralelas alrededor de la exposición permanente.
Se puso en marcha entonces el taller de minerales para niños, al que después se sumó el de ‘Toca toca’ para los menores de cinco años y, más recientemente, el de fósiles. Así, acaban de renovar con el Instituto Geológico y Minero el convenio para el taller de recursos minerales, mientras siguen con una serie de conferencias anuales, visitas guiadas y excursiones. Otro de sus iniciativas fue la puesta en marcha del Grupo de Investigación Geológica y Minera (Ingemi), un grupo multidisciplinar del que forman parte ingenieros de minas, geólogos, arqueólogos, paleontólogos y biólogos, entre otros.
Con este recorrido, Aragonito Azul cumple diez años y lo celebra con la conferencia del investigador Roberto Matías sobre ‘La minería del cobre y del cobalto en León: 5.000 años de historia’ y un acto conmemorativo en el que se hará un reconocimiento a 18 investigadores, empresas e instituciones que han colaborado estrechamente con ellos a lo largo de esta década y se nombrará socio honorífico a Rafael Arquillo Villalobos, gerente de la empresa Kunugi y un apasionado de los minerales y los fósiles, que le han llevado a recorrer medio mundo