Los habitual es que usen los drones profesionales como herramienta fotográfica, en obras y reformas o estudiosEn la Policía Nacional, en el año 2020, se dieron los primeros pasos para la creación una unidad especializada de Agentes de Seguridad y Protección Aérea (Aspas) que a día de hoy cuenta con más de 70 integrantes a nivel nacional. En León forma parte de esta joven unidad el policía nacional Miguel Ángel Maraña, que explica que el objetivo es «dotar a todas las jefaturas de Policía Nacional de España con al menos un miembro de este grupo». Por el momento, y hasta que más agentes se vayan sumando, Maraña es el encargado de velar por la seguridad y el cumplimiento de la legalidad en las operaciones que se realizan con drones en León –donde actualmente se llevan a cabo unas 20 o 25 maniobras mensuales–, Burgos y también Zamora.
«En Castilla y León somos tres personas las que formamos parte de este grupo, que dependemos de Jefatura, y que tenemos repartidas las provincias en base a nuestra posición física, nuestro destino físico», dice. Tres agentes que, tal y como explica, se enfrentan en muchas ocasiones a un volumen de trabajo que resulta «abrumador». «Tenemos muchísimo y, de hecho, muchas veces delegamos en seguridad ciudadana el desplazamiento al lugar físico, aunque seamos nosotros los que coordinemos las operaciones con los pilotos y operadores». Por esto, el objetivo es sumar personal, estabilizar la unidad y crear la especialidad, que no figura todavía en el organigrama policial.
Los vuelos y su finalidad
El número de vuelos en zonas como León, remarca Maraña, «varía mucho dependiendo de la época», porque «para volar un dron hay que tener unas condiciones mínimas, un tiempo favorable». De media rondan los 20 o 25 mensuales, a los que en su caso habría que sumar los que se llevan a cabo en Burgos y Zamora, pese a que como parte de un grupo a nivel nacional a veces cubre otros territorios. «En Burgos se realizan bastantes operaciones y en Zamora, por ejemplo, el equipo de fútbol ha fichado a una operadora que lleva a cabo grabaciones con drones de los partidos y entrenamientos para su estudio táctico», lo que implica añade un número fijo de vuelos semanales a aquellos que se llevan a cabo por otros motivos.
En León, Maraña asegura que lo más habitual es que los que operan con drones sean profesionales que los utilizan como herramienta fotográfica, en obras, reformas o en estudios de todo tipo. «Se hacen cosas increíbles y lo que dice la gente que los ha incorporado a su trabajo es que abaratan mucho los costes y la peligrosidad, además de reducir los tiempos en muchas ocasiones». «Son tantos los campos en los que se pueden utilizar que ya no hay una solicitud que me extrañe. Se usan en bodas, como apoyo a la reparación de un tejado o una simple ventana que pilla a desmano hasta en incendios gordos en lugares como Madrid, en los que los bomberos analizan la situación para saber cómo entrar y trabajar minimizando los riesgos», explica.
¿Qué se necesita para volar un dron?
Pero, ¿qué es necesario para volar un dron? Lo primero, subraya Maraña, es registrarse como operador, que se puede hacer de forma «sencilla y sin coste» en la propia web de Aesa, donde facilitan un número de registro que debe ir adherido y ser visible en el aparato. También se requiere un mínimo de formación como piloto que, a nivel particular, para alguien que vaya a comprar un dron «para divertirse» bastaría con una licencia A1 o A3, aunque hay muchos más niveles. Esta formación, principalmente teórica, de conceptos básicos para saber cómo se maneja, también se puede obtener en la web de Aesa sin coste alguno. «No es algo difícil, pero sí que es un requisito fundamental ahora, así como cumplir una serie de reglas de vuelo condicionadas básicamente al peso y tamaño del dron, a la presencia de otras personas, a la cercanía de edificios o a la proximidad de infraestructuras críticas, aeródromos, zonas militares o de protección medioambiental específica», apunta.
En este caso, añade que existe una aplicación «muy buena», que es ‘Enaire Drones’, en la que simplemente con tocar un punto se indican los elementos necesarios para volar en ese espacio aéreo. En las zonas protegidas, afirma, también se puede volar, aunque en este caso es necesario comunicárselo al Ministerio del Interior, que lo distribuye tanto a la Policía Nacional como a la Guardia Civil en función del área y que son los que controlan que el vuelo es seguro y cumple con las normas. León capital , por ejemplo, cuenta con un espacio aéreo controlado, por lo que se necesitaría una coordinación con el aeropuerto que, al ser militar, requiere también un permiso especial para hacer fotos o grabaciones que da el Centro Cartográfico y Fotográfico del Ejército del Aire (Cecaf). Hay que tener también una certificación como piloto para trabajar en espacios controlados con aeropuertos y también se está exigiendo un seguro a terceros y, al menos hasta el momento, que el aparato disponga de un sistema antiimpactos, un paracaídas.
Sanciones
Existe todavía un desconocimiento bastante extendido de qué hace falta para volar un dron, señala Maraña, pero también unas normas que hay que cumplir. Se avisa, se informa y, en casos graves o de incumplimiento reiterado, también se recurre a la multa. No obstante, defiende que el propósito de la unidad «no es la sanción» y que él particularmente no ha propuesto ninguna. Sí que las ha habido a nivel nacional y en Castilla y León y avisa de que, además, «son muy duras porque no son pequeñas. Son sanciones de 6.000, 18.000 o 15.000 euros, por ejemplo, porque no hay específicas para dron, sino que están equiparadas a la aviación civil».
Formación especializada
Los agentes que integran esta joven unidad a nivel nacional han recibido una formación especializada que los ha capacitado para asumir las funciones de policía administrativa de aviación civil enfocada, sobre todo, al tema de drones. La finalidad es la de fortalecer la seguridad pública en general y la seguridad aérea y operacional en particular y, para ello, velan por que los vuelos se ajusten al contenido de diferentes normativas, como la Ley de Navegación Aérea, la Ley de Seguridad Aérea, el Reglamento de Circulación Aérea, el Real Decreto 1036/2017 que regula la utilización civil de drones, así como la aplicación de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, el Reglamento Europeo de Protección de Datos de Carácter Personal o el Código Penal. Esta formación ha sido impartida por expertos de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, Aena, Enaire, Senasa, la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación Civil, el Ejército del Aire del Ministerio de Defensa, representantes del Ministerio de Justicia, de la Secretaría de Estado de Seguridad, y de diferentes unidades y especialidades de la Policía Nacional.
En León forma parte de esta unidad Miguel Ángel Maraña, que además de esta provincia cubre las de Burgos y ZamoraRespecto a sus funciones, son principalmente tres, aunque «muy amplias», señala Maraña. La primera es la coordinación de vuelos en las zonas del ámbito de la Policía Nacional (solicitar la documentación al operador y comprobar que el vuelo se realiza con seguridad); la segunda se refiere a su participación los dispositivos de seguridad policiales en visitas de personalidades, manifestaciones o eventos con gran afluencia de público en los que utilizan una antena portátil con un inhibidor que sitúan en una zona elevada y que tiene un alcance de unos cinco kilómetros. Además, desde 2019 está en marcha un Sistema Global Contra Drones (Siglo-CD), para su localización y, en caso de ser necesario, su neutralización. Esto es posible gracias a una antena fija que se pretende instalar en cada capital de provincia y que, según un acuerdo firmado, estará presente también en campos de fútbol de equipos de primera y segunda división. Por último, su tercera misión es, dice Maraña, «trabajar para nosotros», como apoyo a misiones policiales aprovechando el amplio alcance de los drones y el bajo coste que suponen.