A las puertas de la Cabrera, aunque formando parte de la comarca berciana, Benuza cruza los dedosante las semanas en las que su monte se pone en jaque. Su alcalde, Agapito Encina asegura que es el mes de septiembre cuando empieza a oler a quemado. Bosques importantes se han quedado tras la cerilla en fuegos importantes como el sufrido en 2016 en la zona de Sigüeya donde las llamas estuvieron activas cuatro días y arrasaron unas 700 hectáreas incluso de castaños, uno de los recursos de subsistencia de la zona.
Este mismo año, en febrero, se registró otro incendio en la zona de Lomba, donde se perdieron unas 92 hectáreas también bajo el fuego. Y la situación preventiva es delicada, reprocha Encina, puesto que asegura que, aunque él ha intentado tomar medidas, no se le ha escuchado desde las administraciones. «Los técnicos de la Junta no nos ha dejado construir dos depósitos de agua que queríamos poner para que se nutrieran los servicios de extinción y que no tuvieran que ir al pantano de Bárcena o a Sobradelo o incluso a Sanabria a recargar como lo han hecho otras veces», dice.
Los depósitos tendrían una capacidad de 1.000 m3, pero la Junta asegura que ha decidido hacer uno de 60 m3 «que cuesta mucho más que los que pretendíamos. Unos 46.000 euros frente a 22.000, apunta, y asegura que no serviría para dar servicio a la zona. Pero lamenta que las normativas y los técnicos sean muy estrictos en estos temas, hasta el punto de que Benuza contaba con un estanque que utilizaba para abastecerse en casos de incendios que fue denunciado y los técnicos de Medio Ambiente lo desecharon.
«Todo esto es un juego de trileros. Nos dicen que se ha invertido en La Cabrera tras el gran incendio dos millones y no los hemos visto nadie, solo han ido a parar a la empresa Tragsa y a hacer alpacas de paja», dice Encina.Incluso advierte que los vecinos han intentado proceder a la limpieza de la maleza de zonas con posibilidad de ser quemadas y tampoco se les ha permitido «es vergonzoso que no nos dejen actuar para prevenir. Hay gente a la que no se le deja desbrozar sus fincas y eso llama al fuego, porque puede que solo vean como salida el quemar en lugar de tener que solicitar permiso tras permiso y que se le deniegue», dice. Estas prácticas asegura que han acabado incluso con la ganadería, un recurso muy potente en la zona y que también permitía limpiar de maleza los terrenos para luchar contra el fuego.
Tras los incendios reprocha que tampoco se ayudó a los pueblos a costear los destrozos «se quemaron las tuberías de abastecimiento y no se procedió a costear su sustitución».
Eran para el riego de las fincas y fue el Ayuntamiento el que tuvo que invertir para recuperarlas. Hasta 700 metros de tuberías se vieron afectadas y «las juntas vecinales no podían costear su reposición». Por eso Encina denuncia que las administraciones estén caminando en contra de los espacios rurales aunque vendan que sus políticas pasan por potenciarlos «si no nos pusieran tantas pegas podríamos hacer mucho más con nuestros propios recursos», advierte.
De hecho con 13.000 euros de la Diputación de León ha podido contar con cuatro trabajadores que, a media jornada, han limpiado pistas y pueblos y también con dos empleados para poder hacer una ruta de cuatro kilómetros por los canales.
Benuza es uno de los municipios que saborea el mal sabor de la despoblación. Ha tenido que manifestarse para preservar sus escuelas, la última la de Silván, incluso atrayendo a familias que aportaran alumnos, pero Encina reconoce que contra la despoblación «no hay una varita mágica».
La falta de servicios en pueblos que no superan los 15 habitantes hace que se perciba ya el final de los mismos. Pero además, asegura que los servicios que existían se están eliminando. Es el caso del transporte en autobús «teníamos autobús tres veces por semana y se ha dejado en dos. Dijeron que quitaban uno porque no era rentable para la concesionaria». Encina solicitó entonces a la Junta la rescisión del contrato con esa empresa y retomar el servicio «con ayuda que ofrecíamos desde el Ayuntamiento», pero la Junta se negó a hacerlo «eso hace que la gente no quiera vivir aquí y los mayores que no conducen se vayan para Ponferrada».
En cuanto a la telefonía, ha habido problemas incluso con el teléfono fijo que imposibilitaban realizar tramitaciones en el propio Ayuntamiento. Tampoco internet y la telefonía móvil funcionan bien y eso limita que el número de habitantes crezca y que las compañías telefónicas se preocupen de la situación «lo hemos intentado pero no nos responden». Ahora mira al futuro con cara de turismo, porque Benuza cuenta con una amplia red de canales romanos que se pueden caminar y que son un complemento de Las Médulas.
Pero falta iniciativas privadas interesadas en proyectos allí «así no se puede fijar población». En la actualidad solo hay siete niños en todo el municipio que mantienen la escuela pero siempre pisando el miedo de que se rebaje el número «hemos dado empleo y casa y ayudamos a una familia que vino con dos niños, pero son situaciones que pueden cambiar y nadie nos ayuda a nosotros», reprocha.«Es mentira que nos estén ayudando. Todas nuestras iniciativas las cortan», reprocha Encina, a la espera de que, al menos el fuego, no se sume a los problemas de Benuza este año.
Benuza critica las barreras administrativas para tomar medidas contra los incendios
El último fuego, a principios de año, arrasó 92 hectáreas entre Lomba y Silván/ El regidor ha querido hacer dos depósitos para nutrir a los medios de extinción sin conseguirlos
23/08/2019
Actualizado a
19/09/2019
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