De Berlín a Urdiales para dar vida al pueblo

Cansados de su vida en la ciudad alemana, Cristina y Vincenzo se han asentado junto a sus dos hijos en la localidad paramesa y ha decidido abrir el bar El Castillo tras ver la oferta en internet

13/07/2024
 Actualizado a 13/07/2024
Cristina y Vincenzo frente al bar El Castillo de Urdiales del Páramo que han decidido regentar dejando su vida en Berlín. | MAURICIO PEÑA
Cristina y Vincenzo frente al bar El Castillo de Urdiales del Páramo que han decidido regentar dejando su vida en Berlín. | MAURICIO PEÑA

Una de las cosas que más vida da a un pueblo es que su bar esté abierto. Es sin lugar a dudas el punto de reunión perfecto para todos los vecinos durante cualquier época del año para ir a socializar y evadirse del día a día. Un punto de encuentro que durante un largo periodo de tiempo Urdiales del Páramo ha visto como ha tenido que mantener cerrado al no encontrar a nadie que quisiera hacerse cargo de su otra ‘parroquia’.

De hecho, el bar El Castillo vio recientemente en mayo como su licitación para su explotación quedaba desierta al no haber nadie interesado en ponerse al frente del mismo a pesar de que se ofrecía de forma gratuita por parte del Ayuntamiento. Pero quien sabe si por casualidad del destino o por otra razón, esa oferta de regentar el bar de Urdiales del Páramo acabó llegando a la búsqueda de una pareja que residía en la ciudad alemana de Berlín y que quería tomar un cambio de rumbo en su vida.

«Estábamos intentado salir de Alemania, ir a un sitio más rural fuera de la ciudad y estuvimos dos o tres meses buscando y vi el anuncio del bar de Urdiales por internet y no dudé en escribir a la alcaldesa para preguntarle a ver si podíamos coger el bar», explica Cristina, una joven madrileña que junto a su pareja Vincenzo, de nacionalidad italiana, han decidido dejar atrás su vida en Berlín para asentarse con sus dos hijos de 10 y 6 años respectivamente en la localidad paramesa y dar de nuevo vida al bar. 

«Todo nos ha salido perfecto»

Tras la reapertura del bar El Castillo el pasado viernes 5 de julio, una semana después tanto Cristina como Vincenzo se muestran «encantados» por la buena acogida que han tenido por los vecinos en todos los sentidos. «Todo nos ha salido perfecto, desde que llegamos hace un mes nos han dando todas las facilidades para instalarnos y ahora ya estamos disfrutando de la vida en este pueblo», indica Cristina. 

Por su parte, Vincenzo, que empieza a chapurrear cada vez con menos dificultad el español, asevera que «vivir en un pueblo como Urdiales con la tranquilidad que tiene y además con la oportunidad de abrir el bar es todo un lujo que no entiendo como otra gente ha podido dejar escapar». «Es todo lo que buscábamos para nuestro futuro», añade.

Una pareja que se conoció fruto de su vecindad en el piso en el que residía cada uno en Berlín. Cristina detalla que «con 18 años, al no encontrar trabajo en España, como ya había vivido en Alemania y sabía alemán, decidí volver para probar suerte y comencé a trabajar en un hotel de jefa de limpieza»; mientras que Vincenzo en ese momento se dedicaba a servir copa en un pub, además de otras empleos que ha desempeñado. Una relación entre ambos que surgió tras conocerse en el ascensor del bloque en el que vivían en la capital alemana y que ya se alarga más de doce años.

Cristina y Vincenzo en el interior del bar durante la entrevista. | MAURICIO PEÑA
Cristina y Vincenzo en el interior del bar durante la entrevista. | MAURICIO PEÑA

Cansados de la vida en la ciudad, donde veían falta de libertad para sus dos hijos con los que hablan en alemán, italiano e inglés –ahora tienen el reto de aprender español–, decidieron buscar alternativas de futuro. «Estábamos buscando la posibilidad de abrir un bar tanto en España como en Italia, pero a la vez estuvimos a un paso de abrir un local para dar comidas italianas en Berlín, pero por suerte finalmente encontramos la oportunidad del bar de Urdiales y no lo dudamos», señala Vincenzo.

«Al ver la oferta, nos informamos sobre el pueblo y la zona porque no la conocíamos de nada y desde el primer momento nos gustó mucho», sostiene Cristina, que apunta que «llevamos un mes viviendo aquí y estamos encantados».

Cada día más adaptados

Un ritmo de vida que ofrece Urdiales que aseguran que es lo que estaban buscando para disfrutar con sus hijos. «Seguramente en Berlín a nivel de clientela hubiese sido más fácil abrir un negocio, pero valoramos más la tranquilidad de vivir en un pueblo, de que los niños puedan salir a la calle solos y de que están con la naturaleza que, por ejemplo, a nuestros hijos les encantan las vacas y aquí tiene la oportunidad de verlas todos los días», resalta Cristina; mientras que Vincenzo destaca que «creo que aquí podemos ser muy felices y la gente nos ha acogido muy bien como si fuéramos de toda la vida». 

Muestra de su rápida integración es que ya visten hasta camisetas de Gente Muerta –esa banda de rock que es de escucha obligatoria en el Páramo– para atender a sus clientes detrás de la barra. No obstante, pretenden ir más allá de ser un bar al uso, donde dar con el café de tapa tortilla o tiramisú; así como ofrecer menús del día o cenas con reserva de pasta o pizzas donde Vincenzo pone los dotes culinarios como buen italiano. «Estoy muy orgulloso porque ya le he hecho un plato de pasta a una persona mayor y le encantó», dice entre risas. 

Un bar donde aseguran que todo el mundo será bien recibido, de martes a domingo, a partir de las diez de la mañana.

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