El portavoz nacional del Partido Popular, Borja Sémper, estuvo este jueves en León para visitar el Musac y mantener un encuentro con militantes, pero aprovechó para repasar la actualidad nacional en una entrevista concedida a La Nueva Crónica en la que deja clara una vez más la postura del partido sobre la autonomía.
– Dejó la política a principios de 2020 alegando el alto nivel de crispación que se vivía entonces, pero volvió tres años después pese a que no ha cambiado mucho el panorama…
– No, yo diría que ha empeorado. No sólo me fui porque la política estuviera especialmente crispada, sino también porque no me sentía interpelado por el contenido del discurso que tenía la política. Todo era ‘ad hominem’, todo era muy superficial… No es que buscara, si antes ni ahora, unos debates extraordinariamente profundos, pero sí al menos que en la política se hable de los problemas de la gente. Aquel diagnóstico se ha agudizado ahora. Es peor, pero sigo con la misma voluntad y los mismos motivos que me impulsaron a regresar. Estoy absolutamente convencido de que quien reúne los atributos para cambiar esta línea política es Alberto Núñez Feijóo. Lo creo profundamente. En caso contrario, no habría abandonado una vida que era objetivamente plácida para sumarme a ese equipo de Feijóo que pretende básicamente cambiar las cosas. Hemos llegado a la conclusión de que lo que necesita España es una reconstrucción ética, política y de gestión. Y eso es lo que seguimos representando, porque ese diagnóstico que hice cuando dejé la política se ha agudizado, por una responsabilidad superior, que es la de quien gobierna el país y la de quien ha intentado levantar un muro entre los españoles. El diagnóstico es peor que cuando me fui, pero la ilusión por cambiarlo es mucho más fuerte.
– Hay mucha gente que sigue pensando como usted cuando dejó la política, que no quiere ni oír hablar de ustedes y que está hastiada…
– Normal. Lo estamos nosotros. Estamos hartos de tener que estar haciendo política en un contexto tóxico. Nos dedicamos a la política para cambiar las cosas, para que, con nuestro esfuerzo, las condiciones de vida de la gente sean más positivas. Esto es algo que nos unía a todos con independencia del partido en el que militáramos, era un objetivo prioritario de todos, pero hoy vemos con preocupación cómo en el ámbito municipal y autonómico se habla de los problemas de los ciudadanos, pero si subimos al debate nacional, estamos enfrascados en los problemas del Gobierno y de su presidente. Y en los intereses de sus socios. Eso enfada mucho a la gente, pero también creemos que la respuesta que tenemos que darle a la gente no es más enfado. Hay otros que vienen con esa receta, pero nuestra responsabilidad nos lleva a intentar templar la política y a hacer propuestas. No siempre acertamos, porque somos humanos, pero trabajamos con esa vocación de compromiso con el país. Estamos muy orgullosos de ser del Partido Popular y creemos que tenemos las mejores ideas. Ahora bien, somos mucho más españoles que del Partido Popular. Creemos mucho más en la gestión pública y en los ciudadanos que en lo luminosas que nos parecen nuestras ideas. Somos conscientes de que hacemos política en un país heterogéneo en el que la gente que piensa de una manera o de otra y en el que, cuando gobernemos, debemos hacerlo para todos, no sólo para los que nos hayan votado. Y eso es algo que no entiende Pedro Sánchez. Es profundamente tóxico excluir a una parte de la sociedad española de tus desvelos.
– Siempre se le ha clasificado como integrante de la derecha moderada, pero escuchándole da la sensación de que se lo ponen difícil...
– Más allá de las etiquetas, lo que nosotros queremos representar es un nuevo sentido de común que vemos que en los países de nuestro entorno va desapareciendo por el auge del populismo de derechas o de izquierdas. Estamos ante políticos que buscan incendiar la conversación pública y no dar respuestas a los problemas, políticos que sólo buscan mantenerse en el poder. Y todo eso lo identificamos aquí en España en torno a Pedro Sánchez, que ha roto la tradición política en virtud de la cual tú podías estar más o menos de acuerdo con el presidente del Gobierno, porque sólo convoca a sus adeptos. Pedro Sánchez ha excluido la escala de grises y nosotros creemos que existen los grises, no sólo el blanco y el negro. Tenemos nuestra posición, tenemos respuestas a los problemas de la sociedad, pero estamos dispuestos a escuchar otras ideas y a implementarlas en nuestro propio discurso. Es lo que hemos hecho siempre, porque nosotros somos un partido transversal. Aspiramos que quien no sea del PP también se sienta cómodo en nuestro país cuando gobernemos.
– ¿Hay sitio en esa escala de grises para decir algo que haga bien Pedro Sánchez?
– Ya están él y sus acólitos para decirlo. Yo no soy tan mezquino como para decir que nuestros adversarios lo hacen todo mal. Lo que sucede es que lo que hacen mal es de tal gravedad e impacta tanto en la política y en la sociedad que tapa cualquier otro aspecto de la gestión que pudiéramos valorar como positivo. A la oposición le toca señalar lo que no funciona bien. Si no, estaríamos hablando de otro modelo político y de un país en el que no existen el pluralismo y la alternancia.
– ¿Ve opciones reales de que el Gobierno caiga a corto plazo?
– Básicamente, depende de Puigdemont. El Gobierno está pendiente de un hilo, porque no tiene mayoría social, ya que no ganaron las elecciones. Esto conviene recordarlo, porque es el primer presidente del Gobierno de la democracia que no ha ganado las elecciones y eso es algo que nos sigue pareciendo muy relevante, porque explica muchas otras cosas que están pasando. El Gobierno tampoco tiene mayoría parlamentaria, tal y como queda acreditado cada semana, por lo que no se puede comprometer con ningún sector a impulsar ninguna medida de gestión, porque todos sabemos ya que esos acuerdos son papel mojado al depender de sus socios, que son muy heterogéneos y que responden a intereses muy dispares. Por lo tanto, Pedro Sánchez no tiene un proyecto político para España, sino un proyecto de supervivencia y de permanencia en el poder. Y la verdad es que no nos sentimos cómodos diciendo estas cosas, pero esta legislatura no depende de tener capacidad de gobernar o no, de tener mayoría parlamentaria o no, de tener presupuestos o no… Depende de los socios de Pedro Sánchez, especialmente de Carles Puigdemont, que será quien decida lo que le quede a la legislatura.
– ¿Y no cree que puede depender también de lo que digan los jueces sobre las causas que tiene abiertas el Gobierno?
– A Pedro Sánchez no le importa absolutamente nada todo esto, pero a nosotros nos preocupa es que el Estado de derecho siga funcionando, que la separación de poderes se respete y que un proceso judicial esté libre y protegido del manoseo del poder político. Eso es lo que nos preocupa, preservar la independencia de la judicatura para preservar la idea de que ni siquiera quien gobierna está libre de ser sometido a la acción de la justicia. Nosotros hemos sufrido la acción de la justicia. Cuando ha habido miembros del Partido Popular que han utilizado su posición de poder para enriquecerse o hacer algo ilegal, han tenido que comparecer ante los jueces. ¿Se dedicó entonces nuestro partido a desprestigiar la acción de la justicia? No. Aceptamos el funcionamiento del Estado de derecho. Y también le sucedió al PSOE en el pasado con casos extraordinariamente graves como los GAL o Filesa. El Estado de derecho funciona y la división de poderes sigue siendo un bien noble a defender.
– Otro bien noble que tenemos y del que de repente se habla mucho, como si el problema hubiera surgido hace tres días, es el de la vivienda. Convénzanos de que sus recetas son las adecuadas...
– Me preocupa que el Gobierno haya tardado siete años en caerse del caballo, porque nos han venido diciendo que estaban haciendo cosas en materia de vivienda. ¿Nos han mentido estos siete años o nos mienten ahora cuando dicen que van a hacer cosas que decían que ya estaban haciendo? No vamos a esperar para impulsar nuestras medidas a que se resuelva el quilombo que tiene el Gobierno en su propio seno, porque el PSOE y Sumar no piensan lo mismo en este asunto, pero tampoco Podemos, Junts, PNV, Bildu, el BNG y Coalición Canaria. El Gobierno no va a poder impulsar ninguna de sus medidas y no vamos a esperar. El problema de la vivienda no se soluciona con una varita mágica y creemos que hay que concertar la administración local con la autonómica bajo el liderazgo de la estatal, pero tenemos un Ministerio de Vivienda que no quiere desempeñar ese papel. Creemos también que el intervencionismo es perjudicial y las malas políticas de estos años han encarecido el precio de la vivienda en compra y en alquiler y han reducido la oferta. Lo que se ha hecho hasta ahora no sirve y por eso huimos de esas medidas. Tenemos un problema de oferta, no de demanda. Debemos construir más. ¿Cómo? Facilitando los procesos administrativos, no teniendo ningún miedo a la colaboración público-privada y dando salida a los suelos en desuso que tiene la administración para ponerlos en el mercado y construir viviendas. Además, podemos ayudar en la demanda, porque los jóvenes necesitan un impulso. En términos fiscales, podemos no cobrar impuestos el primer año a los jóvenes que accedan a su primera vivienda o bajar el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Si todo el mundo se quitara las gafas de madera ideológicas, podríamos llegar a consensos para abordar este extraordinario problema, que es multinivel y complejo. Por eso, creemos que la fórmula que aprobamos en Asturias, en la que implicas a las comunidades para lograr que se coordinen, es la mejor manera de abordar el problema. No se va a resolver a corto plazo, ni va a ser fácil, pero creemos que nuestras medidas son infinitamente mejores que la nada que nos ha propuesto el Gobierno.
– León vive tiempos difíciles desde el cierre de la minería y la crisis de 2008, que ha hecho que lideremos la pérdida de población. ¿Qué recetas proponen?
– Hablamos de España muchas veces en términos territoriales desagregados. Yo soy vasco, quizá uno de los lugares de España donde más se habla de nuestro propio ombligo. Sabemos que también hay ombligos muy grandes en comunidades como Cataluña, pero todos tenemos ombligo. También los ciudadanos de León. Por tanto, el Gobierno tiene que ser equitativo y ecuánime a la hora de responder a las necesidades de los ciudadanos de León con el mismo ímpetu que lo hace con los problemas que tienen los ciudadanos de Gerona. ¿Qué estamos viendo en los últimos tiempos? Que no es así, que el interés del poder es asimétrico y eso es algo inédito en la historia democrática española. En todos estos años, tanto el PSOE como el PP, cuando no tenían mayoría suficiente, tenían que llegar a acuerdos con partidos nacionalistas, pero el punto en el que estamos ahora es inédito. No hay comparación. Ayer supimos que el Gobierno va a ceder al PNV la sede del Instituto Cervantes en París, valorada en 15 millones de euros. No estamos hablando de cedérselo a una institución, sino al PNV. Y hasta el año 2030, cuando se materialice la cesión, ese edificio será arrendado al Instituto Cervantes a razón de un millón de euros al año. ¿Cuánto se podría hacer en León con ese dinero? No quiero ser demagogo, lo que quiero decir es que, si tú estás centrado en exclusiva en satisfacer las demandas de aquellos de los que dependes para ser presidente, no vas a poder atender las del resto de los ciudadanos. Y esa es la situación actual, por lo que los problemas de los leoneses están supeditados a las demandas de los socios de Sánchez, pero igual que lo están los de los ciudadanos de Santander, Badajoz o Murcia.
– Vivimos en una comunidad autónoma que es la más grande de Europa y lleva cuatro décadas gobernada por el PP, pero en León hay un creciente desapego hacia el actual marco territorial porque da la sensación que funciona a dos velocidades ¿Cuál es la receta del PP para luchar contra ese desapego?
– Hay veces que el tamaño importa. Y el tamaño puede ser un problema, pero también puede ser una oportunidad en términos de relevancia o de impacto. Comunidades como Castilla y León o como Andalucía son extraordinariamente grandes y no necesariamente eso tiene que ser un problema. En segundo lugar, creo que unir fuerzas suele ser más útil que disgregar. Y en tercer lugar, hay tantos problemas y tan urgentes en estos momentos en España, hay gente que tiene tantos problemas para llegar a fin de mes…
– Pero dice que todo el mundo tiene un ombligo y el de León es la autonomía…
– Respetando los sentimientos de la gente, por supuesto, me parece mucho más importante ofrecer soluciones habitacionales a los jóvenes de León, ofrecer oportunidades económicas en León o generar las condiciones para que la gente no se tenga que ir de León a buscar un futuro en otro lugar. Y creo quien defienda que eso se logra separándose, disgregando o generando nuevos conflictos, en mi opinión, se equivoca. Creo que debemos centrarnos en qué hacer para ser más fuertes y para que el tamaño que tiene Castilla y León le permita ser más competitiva.
– Ha venido a visitar el Musac, es poeta e incluso creo que canta de vez en cuando. ¿Se ve como ministro de Cultura?
– Si hemos aprendido algo este último año, es a tener los pies en la tierra, a no pensar qué vamos a ser y sí que podemos hacer para cambiar las cosas. Creímos que podíamos llegar al Gobierno y cambiar España hace un año. Nos lo creímos, porque hubo cantos de sirena en formas de encuestas que así nos lo avanzaban. Sin embargo, tras las elecciones, vimos que el cambio no va a ser tan fácil, pero sí creemos que es posible y que lo que hagamos cuando lo consigamos va a ser absolutamente beneficioso para los ciudadanos. Dónde estemos cada uno de nosotros no es prioritario.
– Pero la ruptura de los pactos autonómicos con Vox dificulta más el cambio...
– Vox está obsesionado con el PP y nosotros estamos centrados en Pedro Sánchez. A Vox le importa más hacer oposición a los gobiernos autonómicos del PP, al margen de las consecuencias para los ciudadanos de lugares como León, que de hacer oposición a Pedro Sánchez. En todo caso, aspiramos a que la ola de cambio crezca y nos permita gobernar con nuestros propios recursos electorales. En momentos difíciles, los españoles han dado mayorías suficientemente amplias como para formar gobiernos sólidos que afronten los problemas sin peajes a pagar.