Como cada 20 de noviembre, este lunes se celebra el Día Mundial de la Infancia, un colectivo que representa savia nueva para cualquier territorio y que en el caso de la provincia de León acumula una década perdiendo efectivos.
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño –aprobada en el año 1989– incluye oficialmente a las personas de hasta 18 años de edad. El objetivo perseguido entonces era que este documento brindara protección y derechos para un grupo de edad lo más grande posible, sobre todo porque no había uno similar que velase por los jóvenes.
Sin embargo, a efectos sociales y estadísticos, Naciones Unidas engloba en la infancia a las personas menores de 14 años, que eran un total de 41.977 en la provincia de León a comienzos del pasado año (último dato que proporciona el Instituto Nacional de Estadística).
Ello supone un descenso de 7.533 en comparación con los 49.540 niños y niñas que correteaban por las calles de nuestros pueblos y ciudades justo una década antes, es decir, cuando el año 2012 comenzaba a perder hojas de su almanaque. Y fue precisamente entonces cuando comenzó una tendencia a la baja en la natalidad que sigue sin tener freno y que –junto con el constante aumento de la esperanza de vida de la población– hace que tengamos una provincia cada vez más envejecida.
Es por ello que, en términos porcentuales, la pérdida de peso de la población infantil no es significativa en esta última década. Los menores de 14 años representan ahora uno de cada diez habitantes de la provincia, lo que supone únicamente una merma de siete décimas con respecto al 9,3% de 2012.
Pero al margen de los problemas demográficos de la provincia, que son conocidos desde hace tiempo, el Día Mundial de la Infancia pone el foco sobre los que tienen los más pequeños. Y por eso –aunque la celebración oficial es este lunes, cuando se cumplen 34 años de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño– el Palacio de Exposiciones albergó el pasado viernes un acto en el que unos 250 escolares de ocho centros de la capital leonesa –San Isidoro, Gurmesindo Azcárate, Ponce de León y Padre Manjón, Colegio Leonés de San Isidoro y Jesús Maestro, Padre Isla y Lancia– reclamaron el acceso a los derechos que hacen su vida más digna. Igualdad, protección, educación, salud o participación fueron sólo algunos de esos derechos que colgaron en un mural improvisado a modo de puzle.
Durante dicho acto, en el que participó el alcalde de León, José Antonio Diez, los escolares leyeron un manifiesto elaborado en el Consejo Municipal de la Infancia en el que exigieron ser «el centro de las decisiones públicas».
No en vano, representan casi un 15% de la población de la capital leonesa y por eso no hay que olvidar que se enfrentan a múltiples numerosos desafíos globales, como el acoso escolar, la pobreza y las desigualdades (incrementadas por las últimas crisis), el cambio climático o las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y de las guerras en Ucrania y Gaza. «Invertir en infancia es una opción rentable que reporta beneficios a toda la población: promueve el desarrollo económico y social al aumentar la productividad, el crecimiento económico y los niveles de cohesión social», señalaron.
El texto sirvió además para demandar que se promueva la solidaridad intergeneracional, ya que los sistemas públicos de servicios y protección social basados en este principio «tienen que mirar también a la infancia y a las familias con niños y niñas por razones de justicia y sostenibilidad». Y el alcalde recogió el guante de sus peticiones. «Aunque seáis los más pequeños, sois los más importantes de la ciudad», les dijo antes de suscribir un manifiesto en el que se reflejaba que «cada niño, niña y adolescente es valorado, respetado y tratado justamente, haciendo de las entidades locales espacios socialmente inclusivos, que permitan impulsar sus capacidades, que luchen contra la discriminación –ya sea esta social, económica o de género– y que les ofrezcan una oportunidad para alcanzar todo su potencial, con independencia de su edad, sexo, capacidades físicas o mentales, origen o procedencia, o situación económica».