Castrillo de la Valduerna busca preservar los cursos de agua presentes con usos antiguos

El Ayuntamiento impulsará la recuperación de los diez molinos con los que cuenta, una inusual concentración fuerza hidráulica

D.L. Mirantes
04/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Las nieves y las fuentes del Teleno impulsan las aguas del Duerna que durante miles de años ha dado vida a todo un valle, que ha sabido aprovechar como poco el regalo de la venerada montaña sin grandes sacrificios. Los que se han hecho han sido en tiempos más recientes y han dejado en la estacada aquella forma ancestral que tenían sus habitantes de relacionarse con su tierra. El desarrollo tecnológico y los cambios del último medio siglo han ido dejando sin uso instalaciones como los molinos que trabajaban gracias a la pendiente y las aguas de las zayas de Catrillo y Velilla de la Valduerna y la de Destriana —llamada así porque tras juntarse con la primera continúa hasta el municipio vecino—. Así, sin dejar salir de los límites del Ayuntamiento de Castrillo de la Valduerna se cuentan hasta 10 molinos de trigo y de aceite de linaza, dos serrerías y otros dos batanes, a los que bajaban desde las afamadas industrias del cercano Val de San Lorenzo, cuando el estiaje les dejaba sin caudal.

Tal concentración de fuerza hidráulica ya fue reseñada por el Marqués de la Ensenada, Madoz y Minaño. Entonces ya se utilizaban gracias a las zayas, canales que beben del Duerna y que más abajo vuelven a él aportando la mencionada fuerza, vida para muchas especies y filtraciones para rellenar pozos de consumo o, directamente, para el riego.

El mantenimiento del caudal en estas zayas es el reto principal del nuevo alcalde, Jesús López, que ya está manos a la obra y ya ha logrado mantener un mínimo caudal ecológico. La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) controla el uso de las zayas y hasta la fecha había dictado importantes restricciones por considerarlas canales de riego. La situación límite se dio en el 2017, cuando fruto de la histórica sequía se cortó por completo el agua, provocando la muerte de cientos de peces y de ejemplares de otras muchas especies.

Los planes del Ayuntamiento para lograr mantener el caudal en esta parte alta del valle pasan por poner en valor los diez molinos, que son auténticas joyas, bien conservadas Los planes del Ayuntamiento para lograr mantener el caudal en esta parte alta del valle pasan por poner en valor los diez molinos, que son auténticas joyas, bien conservadas, de este tipo de industrias. También las serrerías, de las cuales una conserva el salto para la generación de la electricidad y la otra los raíles con el carro con el que se acercaban los troncos hasta la sierra. Además, el pequeño molino de la plaza, que los vecinos utilizaban hasta hace poco por turnos, también está restaurado y su puesta en funcionamiento, como indica el alcalde, es uno de los objetivos porque no supondría grandes esfuerzos ni técnicos ni económicos.

La inusual concentración de molinos, batanes y aserraderos en apenas tres kilometros le otorga al pueblo un importante patrimonio, que el Ayuntamiento está dispuesto a poner en valor. Ya se encuentran estudiando la posibilidad de crear una senda que los recorra con carteles explicativos para divulgar su funcionamiento y, en general, la manera de vida de entonces. Muchos de ellos están restaurados, brillando en su diversidad, algunos con tres arcos, dos para moler y otro de desagüe. El de Velilla mantiene la antigua vivienda del molinero y el que se encuentra después de la plaza del Ayuntamiento de Castrillo tiene restaurado el lavadero, donde se colocaba cajón y no solo la taja. La fuerza del río también se aprovechaba para la producción de electricidad y llegó a haber dos fábricas de luz, hoy ya desmanteladas.

Poner este patrimonio en valor y con ello lograr que las zayas tengan agua todo el año es la apuesta del Ayuntamiento, que ya trabaja en ello. Por el momento, el consistorio presentó alegaciones al nuevo Plan Hidrológico Nacional, solicitando que las aguas de las zayas sean consideradas como masa de agua artificial. El alcalde asegura que han sido atendidas y cuenta con la respuesta firmada por la presidenta del órgano de cuenca, Cristina Danés. Además, la equipo de gobierno local ya trabaja para solicitar las pertinentes subvenciones a la Diputación y, si fuera necesario, al Grupo de Acción Local (GAL) Montañas del Teleno. Con los fondos necesarios, Castrillo y Velilla de la Valduerna podrían recuperar parte del esplendor maquilero de otros años y ofrecer argumentos a los visitantes. El paseo por los molinos, batanes y aserraderos se puede convertir en un reclamo turístico y poner a estos pueblos del alto Duerna en el mapa de tesoros etnográficos de la provincia —que no son pocos—. El agradable paseo —cuenta con buena sombra— por el recorrido podría llevar varias horas en función del tiempo que se dedique a cada construcción y al resto de atractivos que ofrecen ambos pueblos. No obstante, para ello es preciso limpiar buena parte de los caminos, que algunos tramos se ha comido la maleza. Desde al Ayuntamiento ya se encuentran manos a la obra y aseguran que van a poner todas sus fuerzas en hacer que la fuerza hidráulica presione para mantener vivas las zayas y revalorizar su patrimonio y su historia.

Castrillo y Velillan quieren volver a llenar sus quilmas —como se denominan los grandes sacos en los que se transportaban el grano y la harina— con un poquito de aquellos tiempos, como ya han hecho con éxito en otros pueblos de la provincia. El Ayuntamiento ya está en ello porque agua pasada no mueve molinos.
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