El Hospital Universitario de León ha decidido, de manera pionera en Castilla y León, incorporar un farmacéutico a su plantilla de Urgencias bajo la premisa de prestar atención farmacéutica fomentando una atención asistencial continuada y de calidad. El farmacéutico contribuirá con sus conocimientos específicos, en un entorno en el que crece continuamente el tipo, el número y la complejidad de los medicamentos.
Las urgencias hospitalarias se caracterizan por soportar una gran presión asistencial en un ambiente complejo y difícil, en el que se trabaja a contrarreloj, por lo que la selección, dosificación, preparación, administración y monitorización de la farmacoterapia resulta todo un reto.
El Complejo Asistencial de León atiende un área sanitaria de más de 300.000 habitantes y por su servicio de Urgencias pasan una media de 450 pacientes al día. Es un servicio que trabaja 24 horas al día, los 7 días de la semana y los 365 días al año. En 2023, fueron atendidos más de 137.000 pacientes.
La disparidad de situaciones atendidas y el gran volumen de pacientes, junto con la complejidad para establecer un diagnóstico y un tratamiento, hace que la multidisciplinariedad y el trabajo coordinado en equipo entre diferentes profesionales sea una de las señas de identidad de este servicio. Por ello, la coordinación entre personal médico, de admisión, enfermería, auxiliar, técnicos, celadores y ahora también farmacéutico, es vital para poder atender en las mejores condiciones posibles a los pacientes y así llevar a cabo el trabajo diario en un servicio tan cambiante y heterogéneo como son las urgencias.
Las primeras actividades documentadas de farmacéuticos especialistas colaborando en los servicios de urgencias aparecieron a finales de la década de 1970, relacionados principalmente con la gestión de medicamentos y como consultores de farmacoterapia y terapéutica.
Pacientes más longevos y polimedicados
La trayectoria profesional de farmacéuticos en los servicios de urgencias hospitalarios en nuestro país es de larga evolución. No obstante, ha sido en los últimos años cuando el número de farmacéuticos clínicos en los servicios de urgencias se ha visto incrementado notablemente como resultado de varios factores, como son la importancia de la seguridad del paciente, centrada en la prevención de problemas relacionados con los medicamentos, y el incremento de la esperanza de vida, que hace que se atiendan pacientes cada vez más longevos y polimedicados, con riesgo de interacciones o efectos adversos relevantes. Asimismo, hay que tener en cuenta el aumento de la complejidad en la farmacoterapia, que se ha traducido en una necesidad de abordaje multidisciplinar dentro de los equipos asistenciales de estas áreas.
Además, la necesidad de una rápida atención sanitaria y la variabilidad de patologías atendidas hace que en los servicios de urgencias la disponibilidad de medicamentos se haya convertido en un gran desafío. El farmacéutico es esencial para garantizar esa disponibilidad, evitando faltas de suministro y planteando nuevas alternativas terapéuticas ante los desabastecimientos de medicamentos en el mercado nacional, así como para desarrollar programas específicos que aseguren la disponibilidad inmediata y segura de los medicamentos. Las condiciones de almacenamiento, conservación y gestión pueden influir también en la eficacia de los fármacos, por lo que deben tener un estricto control. La selección de fármacos con criterios de eficiencia es una labor clave dirigida a la patología de urgencia.
Nuevas tecnologías
Otra importante actividad farmacéutica ha sido la incorporación de nuevas tecnologías al proceso asistencial y logístico de urgencias. Mediante la robotización del servicio, se consigue incrementar la seguridad del paciente y acortar los tiempos de la administración de los tratamientos, muy importante en aquellas enfermedades tiempo dependientes, en las que una rápida actuación proporciona mejores resultados en salud de la forma más segura posible y minimizando posibles problemas.
La validación de las prescripciones médicas forma parte de la práctica habitual de los farmacéuticos dentro del hospital desde hace años, y ha demostrado ser una herramienta indispensable para minimizar errores y optimizar la farmacoterapia del paciente a su situación actual.
Otra actividad que incrementa la seguridad es la conciliación de la medicación en urgencias. La conciliación es un proceso diseñado para evitar errores de medicación en los cambios de transición asistencial. Se trata de elaborar un historial farmacoterapéutico de la medicación crónica de los pacientes lo más exacto posible y
compararlo con las prescripciones médicas en el momento en el que paciente acude a urgencias, para poder adecuar los tratamientos a la situación clínica actual por la cual el paciente llega a este servicio. La conciliación ha demostrado ser una actividad capaz de reducir problemas relacionados con los medicamentos y detectar reacciones adversas.
Optimización de antimicrobianos
El desarrollo de programas de optimización de antimicrobianos en estas unidades es otra actividad clave en la que el farmacéutico trabaja coordinado con el resto del equipo, colaborando en la actualización de protocolos de tratamiento empírico para el manejo de las infecciones más prevalentes, así como en la monitorización del uso de antimicrobianos en la unidad.
Por último, los farmacéuticos deben estar implicados en mantener un entorno seguro para la utilización de los medicamentos, revisando de manera activa todo el proceso desde que el paciente acude urgencias hasta que llega a su destino final, ya sea el alta o el ingreso en otra unidad del hospital, detectando posibles riesgos e implementando posibles acciones de mejora.