El galardón se entregó el pasado día 12 en un acto que se desarrolló en el centro cultural Miguel Delibes de Valladolid y que contó con la presencia del vicerrector de Investigación de la ULE, Carlos Polanco de la Puente. Se reconoció la iniciativa del Guiias, y con ella el trabajo de los investigadores que integran el grupo: Pedro Casquero, Guzmán Carro, Santiago Gutiérrez, Sara Mayo, Álvaro Rodríguez, Samuel Álvarez, Alejandra Porteous, Óscar González y Laura Lindo. Los premios de la FuesCyL se enmarcan en el Plan de Transferencia de Conocimiento Universidad-Empresa (Plan TCUE), que impulsa la Junta de Castilla y León a través de la Consejería de Educación y que tienen como objetivo «aumentar la relación entre el mundo de la universidad y el de la empresa, para alentar la incorporación del conocimiento como activo relevante de la economía autonómica».
La idea
Cuando la madera de la vid enferma, el viñedo se resiente y esto se traduce en pérdidas para los viticultores. Evitar que esto ocurra centra el trabajo de este grupo de investigadores de la ULE, que ha pensado que el control biológico, la aplicación dirigida de microorganismos beneficiosos de la propia parcela, puede resultar beneficiosa. La clave reside en el empleo de organismos vivos, o productos que los contengan, con el fin de disminuirestos daños, patógenos o malas hierbas. El procedimiento consiste en el aislamiento de los microorganismos, su selección, producción y aplicación de forma controlada, lo que garantiza una adecuada adaptación y una buena acción de control de los patógenos. Además, aunque las estrategias de actuación pueden ser diversas, en este caso lo que se ha propuesto –según señala en una nota de prensa la Universidad de León (ULE)– es el uso de hongos beneficiosos del género Trichoderma.Para el director del Guiias, Pedro Casquero, la propuesta del grupo está demostrando ser «una alternativa real, sostenible, económica y respetuosa con el medio».
En opinión de Casquero, «la idea de negocio se basaría en dar un servicio integral y a la medida de cada viticultor o bodega», que se realizaría «manteniendo en un banco de biocontrol las muestras», que en el momento de la aplicación se entregarían a los clientes para que ellos mismos pudieran aplicarlas «de manera óptima y con las máximas garantías», consiguiendo que el viñedo no enferme y de esta manera puedan obtener de él el rendimiento óptimo.