"Para dar sus clases de cocina Chonina Santander (mi madre) escribía las recetas que les iba a enseñar a las alumnas en unas fichas que andaban todas por casa. Después de fallecer ella, en 1983, las fui recogiendo y ordenando. Cuando se lo conté a mi editor pronto vio allí un libro, al que yo mismo puse prólogo pues me hacía ilusión como homenaje a mi fallecida madre. Mi idea no iba más allá de este reconocimiento pero nuestra gran sorpresa fue que se vendía muy bien, hasta tal punto que cuando cerró la editorial, en los años 90, ya había salido seis ediciones del que llamamos ‘Recetario Chonina’".ç
Así explicaba el periodista e historiador Carlos Fernández Santander como unas "fichas de cocina" de su madre— Asunción Santander, a la que todos llamaban Chonina— se convirtieron en el que seguramente fue el primer best-seller de recetas de cocina, en los años 80 (en 1986), antes del boom de los cocineros, los libros de recetas... Incluso añade otro detalle que habla del inesperado éxito de aquel libro. "La editora gallega del libro —Edicios do Castro— acudió a una expedición cultural a Cuba que apadrinaba la Xunta. Entre los libros que llevó a la isla estaba el de mi madre y para sorpresa de todos fue uno de los más vendidos"; argumentando su hijo que la razón esta acogida seguramente sería que "las recetas del libro de mi madre son fáciles de hacer, asequibles y baratas, de platos cotidianos".
El libro es el final de una peripecia familiar en Galicia que había arrancado en 1908 en Villamañán, lugar de nacimiento de Chonina en una finca de descanso que tenía su acomodada familia. Su etapa leonesa se repartió entre su pueblo natal y la capital de la provincia, donde la familia regentaba un importante comercio, la Imprenta y Papelería Garzo (ubicado donde con el tiempo se hizo el colegio de las Teresianas). Años más tarde Chonina se trasladó a Galicia, al casarse con un militar al que acompañó por ciudades como Pontevedra y Coruña, regresando siempre que podía a su tierra, donde seguía viviendo su familia.
Y en su etapa leonesa fue cuando entró en contacto con el mundo de la mejor cocina de la época, ya que la joven leonesa recibió un singular regalo de boda, más bien el ajuar. "Lo que yo pude saber es que en aquel refugio familiar de Villamañán desarrolló la abuela (la madre de Asunción y su hermana Carmina) la idea de que las jóvenes hermanas recibieran clases de cocina", sin que su hijo Carlos sepa bien las causas; pero lo más probable es que conocieran a ‘un grande’ de la cocina de la época y también natural de la misma comarca: Epifanio García, natural de Algadefe y que con el tiempo llegó a ser cocinero de uno de los templos de la gastronomía de la capital de España, el histórico restaurante L’Hardy, donde iba a comer con frecuencia Manuel Azaña y quedó tan prendado de los fogones del leonés que se lo acabó ‘robando’ (más bien seduciendo) para que fuera su cocinero personal.
Pero no es Epifanio, sino Chonina, la inolvidable. Su hijo Carlos recuerda el periplo de sus padres por Galicia. "Después de su matrimonio con el joven y brillante militar que era mi padre, que llegó a Teniente Coronel. "Cuando falleció iba a ascender a Coronel y mi madre nos contaba que ya había elegido destino, que suponía regresar a León pues la plaza era en el Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña de Astorga, decisión en la que seguramente algo tenía que ver mi madre pues le gustaba regresar a su tierra, y en León pasó los años de la guerra cuando su marido estuvo destinado en el Frente de Asturias".
Su hijo Carlos, periodista, también cuenta otro recuerdo de su madre que les contaba con relativa frecuencia de su etapa leonesa. "Siempre nos contaba que había sido madrina de la Cultural y Deportiva Leonesa cuando era muy jovencita", y este dato desvela ‘el misterio’ de una de las imágenes que han circulado sobre los orígenes del equipo leonés, tan de actualidad al cumplirse el siglo de la entidad, y en el que aparecía un tan escueto como enigmático pie de foto: "Una señorita hace el saque de honor en un partido de la Cultural. La señorita Chonina Santander".
La muerte de su marido trastocó todos los planes de la leonesa y toda su familia, que se quedó a vivir en Galicia. "La situación económica de la familia no era muy boyante al fallecer mi padre pues las pensiones de viudedad de aquella época solo eran el 25% del sueldo del marido".
Y en ese complicado trance familiar Asunción Santander vuelve su mirada sobre aquello que había recibido como ajuar de boda: las lecciones de cocina del gran Epifanio Huerga. "Y decide ponerse a dar clases ‘particulares’ de cocina, con una buena acogida de su oferta". Lo recuerda una sobrina nieta en un blog de cocina (lalocacocina) que ella lleva: "A sus clases asistían señoritas y señoras que querían mejorar sus artes culinarias y poder poner en práctica en sus hogares lo aprendido. Chonina tuvo incluso varias oportunidades laborales importantes, como dirigir la cocina de un gran hotel o cuando se le propuso la dirección de un programa televisivo dedicado a la cocina. Oportunidades que rechazó al no quererse mover de Galicia. Ganó diversos premios en concursos de cocina y La Voz de Galicia en un suplemento dominical, la calificó como ‘maestra de grandes cocineras’".
Y en ese punto es donde su hijo Carlos Fernández Santander recordaba que iba haciendo fichas de los platos que iba a enseñar cada día a las alumnas. Notas que iba dejando por la casa y su hijo, acostumbrado a la investigación, fue recogiendo. Un día hablando con su editor —es autor de 14 obras de investigación histórica— surgió la conversación, nació el libro y... habían puesto las bases de un superventas de recetas de cocina que, como ya apuntado, llegaban bien al público porque eran sencillas, conocidas y fáciles de hacer bajo en título de Recetario Chonina. "El libro está dividido en aperitivos, sopas, salsas, legumbres y patatas, arroz, platos variados, huevos y tortillas, pescados, carnes, ave y caza, y por último repostería (el apartado más extenso). Junto a platos sencillos de toda la vida (albóndigas, filloas, croquetas), hay también en el recetario otros más elaborados como carnes rellenas, pollos trufados, bavarois, carnes rellenas, petit -choux... lo que en aquel entonces era ‘alta cocina”.
Y pudo tener aún más recorrido este libro pero el complicado final de la editorial que lo había publicado lo impidió; aunque su hijo Carlos Fernández Santander quiere ver la cara positiva de la aventura. "A fin de cuentas la única idea que nos guiaba para hacer el libro era homenajear a mi madre, y todo salió mejor de lo esperado".