Este 14 de marzo se cumplen cinco años desde la irrupción del Covid-19. La incertidumbre dio paso al miedo, el miedo a la frustración. También apareció la soledad rota por las ganas de poder dar un buen abrazo. Una pandemia mundial que tuvo como protagonistas a los miles de enfermeros y enfermeras -sanitarios en general- que realizaron un trabajo encomiable para sostener a una sociedad que se derrumbaba entre los positivos y las muertes.
Todo el personal sanitario realizó una labor indispensable y vital para luchar contra el coronavirus, pero hubo tres personas en León que fueron importantes para que el sistema funcionara de la mejor manera posible: Ana, Eva y Antonio. Ana Rivero recibió el cargo de directora de Enfermería de la Gerencia de Atención Primaria en enero de 2020, “cuando la pandemia estaba aquí y no lo sabíamos”, y lo sigue dirigiendo hoy en día. Eva Galván —o “el nombre más escuchado en el Palacio”— era la enfermera asistencial encargada del sistema de vacunación en el Palacio de Exposiciones de León y actualmente trabaja como jefa de Coordinación de Equipos. Antonio Nieva, por su parte, es enfermero de la Gerencia de Atención Primaria y en los meses de pandemia trabajó en una residencia de mayores y pasó a ser ‘pecerrero’, una manera coloquial y cariñosa que tenían los sanitarios de llamar a los responsables de hacer las PCR de diagnosis.
La conversación con La Nueva Crónica mezcla lo personal con lo profesional, los sentimientos que les afloraban como seres humanos unidos a las ganas de realizar el trabajo de sanitarios de la mejor manera posible teniendo en cuenta todo lo que estaba en sus manos. “Éramos los que podíamos dar un poco de luz”, dice Eva.
Y es que, en los primeros días del confinamiento, los que sucedieron hace ahora cinco años, reinaba la incertidumbre. Eva Galván trabajaba en aquel momento en La Bañeza, uno de los primeros lugares donde el coronavirus se hizo presente en la provincia. Allí recibió a muchos vecinos que “pasaron de no creerse lo que estaba sucediendo a venir al consultorio porque tenían miedo, miedo a morirse”, relata la enfermera. Eva es de Jiménez de Jamuz y vivió la muerte de once vecinos que conocía durante el primer mes de la pandemia.
Eva: "Estábamos muy arropadas, pero me sentí muy sola"
Antonio Nieva, por su parte, dio positivo en el 14 de marzo de 2020, día en que se anunció el Estado de Alarma y se reincorporó después de los quince días de aislamiento. Durante las primeras semanas, Antonio se convirtió en el enlace de los residentes y sus familias. “Recuerdo hacer grupos de personas de diez en diez e ir llamando a sus allegados simplemente para que los vieran”, explica el enfermero, “eso ya les tranquilizaba” porque muchos residentes “no entendían qué estaba sucediendo y no recibían visitas”, cuenta. A esto se añade la incertidumbre de un virus que hacía que “un señor grande, con un traje de plástico les metiera un palo en la nariz”, se describe Antonio, “era lo que más me angustiaba de todo”. Así recuerda el profesional uno de los momentos más duros para él, que dice no olvidará nunca: “Una ‘señorina’ me agarró del buzo y me dijo “yo no me quiero morir aquí””.
Al miedo y la incertidumbre de los pacientes -con lo que también convivían los sanitarios- se sumó la soledad que sufrieron los profesionales durante los días más duros de la Covid-19. El terror de contagiar a sus personas más queridas desembocó en el aislamiento. “Llegabas a casa a ver a tus amigos o a tu familia, pero ahí era donde no estaban”, relata Ana Rivero, quien estuvo mucho tiempo sin estar con su madre -que era persona de riesgo- y con una especie de protocolo de convivencia en casa para no contagiar a su marido. La rutina solitaria es lo que más recuerdan de aquel tiempo. Eva Rivero pasó cuatro meses sin ver a su hijo, porque se fue al pueblo con sus padres. “Aunque estábamos muy arropados por los compañeros y, con mucha cantidad de trabajo, me sentía muy sola”. Ambas recuerdan el silencio. La ausencia de sonido en las calles era “relajante” después de una jornada de incertidumbre, pero “eso tenía detrás una tragedia”, sentencia la directora de Enfermería.
Si bien reinaba la soledad después de descorrer el cerrojo de casa, la situación se equilibraba en los centros de salud. Antonio recuerda trabajar “muchísimo” pero “teníamos un equipo muy bueno que hacía que lo lleváramos bastante bien, siempre había un chascarrillo que nos hacía llevarlo mejor”. La directora de Enfermería se suma: “Nunca tuvimos una cohesión grupal tan grande”.
La labor en equipo de todos los profesionales leoneses hizo posible que las tareas de prevención y cuidados se desarrollaran de la mejor manera que podía hacerse con la información que tenían. El objetivo principal de la dirección era “llegar a la mayor parte de la gente y que nuestros compañeros estuvieran protegidos”, cuenta Ana Rivero. Así, todos los profesionales arrimaron el hombro y “trabajaron en lo que se les requería en la medida de sus posibilidades”. Un ejemplo fueron los que tuvieron que cerrar sus consultas y pasaron a hacer labores de rastreo, como los fisioterapeutas. “Era gratificante, pero no sabíamos a lo que nos estábamos enfrentando”, recuerda Ana.
Antonio: "Una ‘señorina’ me agarró y me dijo: no quiero morir aquí"
Juntos tenían que lidiar con la información que llegaban desde otras administraciones y coordinarse con otros sectores, como Educación o Servicios Sociales. Todo ello bajo unas instrucciones que cambiaban casi a diario, a medida que avanzaba la pandemia, y que estaban dirigidas a conseguir reducir los brotes, los contagios y las muertes. Ana Rivero recuerda especialmente la llegada a las residencias de mayores: “Entrábamos a hacer PCR y salían positivos, sabíamos que en tres días iban a ser más y que algunas personas que estaban ahí se iban a morir”, relata la directora, “pero se hizo muy bien en la medida de las posibilidades y recursos que teníamos en el momento”, añade.
Y juntos, también, tuvieron que vivir otros momentos dramáticos como profesionales, como la muerte de Antonio Gutiérrez, coordinador médico del Centro de Salud de Eras de Renueva que hoy lleva su nombre. La directora de Enfermería explica que fue un varapalo “terrible” al que se tuvieron que sobreponer y “seguir adelante”. “Lloras mucho, pero después”, dice, “para mi el bajón llegó cuando todo acabó”.
Los profesionales de León consiguieron también organizar un equipo ensamblado que conocía muy bien sus tareas y estaba dispuesto a ayudar siempre a sus compañeros. Lo hicieron con la preparación de los cribados de los test de antígenos convirtiéndose en una “cadena de montaje” y hasta realizando funciones de Salud Pública: “Teníamos que confinar al virus y saber cómo se movía”, dice Ana Rivero. Ella misma afirma que en el momento no existían estudios como ahora, pero consiguieron mucha inmediatez en los resultados. “Llegamos a llamar a las doce de la noche, pero lo agradecían igualmente porque era una manera de ganar tiempo y de expresar a los pacientes que estábamos ahí”, se suma Eva.
"Curar al mundo"
La unidad de los sanitarios leoneses se hizo también palpable cuando llegó el momento de la vacunación. Primero fueron los residentes en los centros de mayores, un primer paso para “relajarse”, como explica la directora de Enfermería. Después, se organizó todo un sistema para que las inoculaciones llegaran proporcionalmente a todos los puntos de la provincia de León. Antonio, Eva y Ana recuerdan el apoyo de los profesionales que siempre prestaban su ayuda para avanzar más rápido y la voluntad de los leoneses. “Fue un acto muy generoso de toda la población”, dice Eva. “La vacunación es un acto preventivo, pero en aquel momento se veía como algo curativo”, comenta Ana Rivero, “sentíamos que curábamos al mundo, nos estábamos protegiendo para volver a vernos”, añade la enfermera.
Han pasado cinco años desde que el mundo se paralizara por completo y los profesionales sanitarios ahora buscan “tenerlo en el recuerdo y seguir evolucionando”. La directora de Enfermería de la Gerencia de Atención Primaria de León señala que en aquel momento se produjeron cambios, como las consultas no presenciales que a día de hoy se mantienen, o el uso de las mascarillas o del gel hidroalcohólico, y “ahora se están produciendo otros en función de las necesidades que tenemos”.
Ana: "Hay que ver y tocar a los pacientes, volver a humanizar"
Ana Rivero razona que la sociedad vive aún en “pospandemia” y es el momento de “adaptar lo que hemos aprendido”, añade Eva. “Yo soy de las que cree que a los pacientes hay que verlos, hablarlos y tocarlos; hay que volver a humanizar”, señala la directora. Los profesionales apuestan, además, por volver poco a poco a la medicina comunitaria -una categoría que también está incluida en su especialidad-. “Es muy importante retomar la atención a la familia fuera del centro de salud”, destaca Ana Rivero. La directora de Enfermería reconoce además que hay una generación de profesionales que se formaron durante el Covid-19 y “aunque aprenden muchas cosas, el trato con el paciente no es el mismo”.
Ana, Antonio y Eva no saben si están preparados para otra pandemia, pero expresan con convencimiento que lo están para “afrontar lo que venga”. La directora asegura que “cada uno hizo lo que tenía que hacer en ese momento” y no es posible evaluar si otras maneras hubieran sido mejores. La pandemia de la Covid-19 dejó muchos aprendizajes, “fuimos más humanos que nunca porque nos vimos todos vulnerables”, sentencia Eva Rivero, y ahora lo recuerdan con otra perspectiva. Seguirán abrazándose cuando suene esa canción y emocionándose al recordar las miradas sonrientes bajo los EPI mientras trabajaban unidos. “Todo en equipo se hace mucho mejor”.