En el entorno de los rebaños de ganado doméstico podemos encontrarnos dos tipos de perros de muy diferente tipología, tanto por su aspecto como por su comportamiento.
A las ovejas y cabras les acompañan generalmente unos canes de tamaño mediano, que junto con el pastor se ocupan de dirigir el hatajo hacia los pastos y también de evitar que no acceda donde no debe. Estos los encontraremos al lado de los pequeños rumiantes cuando no cuentan con un vallado o sistema de contención.
En aquellas áreas donde la presencia de predadores silvestres puede poner en peligro al rebaño veremos además otro tipo, de mayor tamaño que los anteriores y encargados de su protección. En ciertas zonas y acompañando al ganado vacuno y equino podemos encontrarlos sueltos y sin la presencia del pastor.
En la provincia de León están bien representados los dos tipos por nuestras razas autóctonas: mastines y careas leoneses. Los primeros vienen realizando esta función desde hace milenios, prácticamente desde la domesticación de los primeros herbívoros. Lo vienen haciendo y además nunca han dejado de hacerlo a lo largo de la historia.
Lo que antaño fue común en todo el continente se mantuvo en León de manera singular. El exterminio de los grandes mamíferos provocó también la desaparición de los perros de protección en la mayor parte de Europa occidental. La provincia de León es un ejemplo de conservación de ecosistemas, ganadería y fauna. Los sistemas tradicionales de pastoreo, con expertos ganaderos y pastores manejando los rebaños, han venido moldeando paisajes, depurando razas y preservando ecosistemas desde hace siglos.
En León nunca se perdió el hábito de convivir con lobos y osos, y la figura del mastín ha sido un elemento clave. Debemos entender que esos entornos tan privilegiados y deseados para pasear o hacer deporte se los debemos a ellos. Su mantenimiento presente y futuro también.
Los conflictos en el campo
También en las últimas décadas se han producido cambios importantes en el medio rural. Los habitantes tradicionales, buenos conocedores de la cultura ganadera, son cada vez más escasos y de mayor edad. Los nuevos desconocen el trato correcto que hay que tener hacia los animales y los esporádicos aún más.
Paseantes, montañeros, ciclistas, cazadores, etc., aumentan cada día y con ellos los conflictos. Esta situación requiere de acciones encaminadas a facilitar la convivencia y prevenir accidentes. No solo con los perros, los accidentes con carneros, caballos o vacas no son desconocidos en la provincia. Alguno de ellos con trágicas consecuencias.
Pedir a un paseante o ciclista que mantenga la calma, no grite y no haga movimientos bruscos cuando tiene enfrente a un grupo de perros en actitud aparentemente amenazante no evita la tensión que el caso va a generar. La situación no será problema para quien se crió entre el ganado o en un entorno rural. Aprendió a hacerlo desde crio. Sabe además que no hay que acercarse a ningún animal desconocido, y cómo y cuándo hacerlo con ‘los de casa’.
De ahí el refrán que puede hacerse extensivo a cualquier especie «a vaca que no conozcas no le espantes las moscas».
En mi memoria, y son muchos años recopilando historias de pastores y perros, las mayoría de las agresiones se han producido hacia el propio ganadero o su entorno cercano. Entrar en la majada de noche, o de forma brusca sorprendiendo al perro, o simplemente alterando al rebaño va a provocar una respuesta en el perro. Los veterinarios también han sido una buena fuente de anécdotas que explican bien el comportamiento canino.
Para mejorar la convivencia es necesaria la implicación de todos los sectores, por parte de los ganaderos sería importante que adviertan de su presencia, y por parte de los esporádicos visitantes que eviten acercarse. Carteles informativos, aplicaciones móviles y correcta difusión de cómo son y cómo pueden reaccionar los animales son tareas que pueden ayudar mucho.
También ganaderos y pastores se vienen esforzando por modificar sus hábitos desde hace tiempo, la selección y el control de sus perros son tareas que les corresponden. La formación de ganaderos en zonas donde desaparecieron los predadores hace décadas es una labor importante. La demanda de perros para la coexistencia de ganadería y fauna silvestre está en aumento y seguirá, pero dotar a los rebaños de una herramienta sin formar al usuario es poco eficaz y peligroso en ocasiones.