La tendencia es clara y los hogares formados por una o dos personas aumentan al mismo ritmo que se reducen los compuestos por tres o más personas, según las proyecciones oficiales de INE. De este modo, en diez años los hogares con una sola persona pasarán de los 59.206 actuales a ser 64.381, lo que implica un incremento del 2,8%, con 5.175 leoneses más como únicos habitantes del hogar. Los formados por dos personas evolucionarán desde los 67.376 contabilizados en este 2017 a los 67.483 del 2027, apenas 107 más, la categoría que menos varía, menos de 0,2%. Este mantenimiento de los hogares de dos personas, junto con el descenso de los formados por tres o más personas, evidencian que la caída la natalidad se mantendrá durante los próximos diez años. En cuanto a los hogares de tres miembros, aumentarán desde los 40.163 actuales a 37.224, 2.939 menos, lo que implica una reducción superior al 7%. No obstante, los que más se reducen son los de 4 y 5 personas. En el primer caso, pasan de 27.910 a 21.987, 5.923 hogares menos con una reducción del 21%. En el segundo, caso la reducción relativa es aun mayor puesto que se pasará de 6.785 hogares con 5 o más personas a 4.588, 2.197 menos, con una reducción superior al 30%.
El número total de hogares también se reducirá un 2,86% en los próximos diez años, pasando de 201.441 a 195.664 Por último, hay que destacar que en la tónica general de pérdida de población de la provincia, el número total de hogares también se reducirá un 2,86% en los próximos diez años, pasando de 201.441 a 195.664.
No obstante, actualmente en uno de cada cuatro hogares de la provincia ya vive una persona sola, en línea con la tendencia nacional. Cabe recordar que a efectos del censo los términos viviendas principales y hogares son sinónimos, dado que se denomina hogar al conjunto de individuos que ocupa habitualmente una misma vivienda.
Anticipar políticas
Las proyecciones estadísticas de los procesos demográficos tienen su justificación en la posibilidad de anticipar políticas para tratar de dar respuesta a los retos que plantean fenómenos como el envejecimiento o la pérdida de fuerza laboral, con el consiguiente riesgo para pilares básicos del Estado del Bienestar como las pensiones o los servicios sanitarios. Como recoge el INE, las proyecciones permitirán a los distintos agentes sociales "la planificación de políticas orientadas a la sociedad y basadas en el conocimiento esperado de la evolución de las formas de convivencia".
Sin embargo, las respuestas no son sencillas de encontrar y hasta el momento las distintas Administraciones no han podido hacer frente a los factores del cambio sociodemográfico de forma que se puedan garantizar el mantenimiento del nivel de los servicios sociales y unas prestaciones que la sociedad considera justos.
No obstante, aunque estos fenómenos implican a todos los niveles de la Administración, los cambios no tienen la misma intensidad ni siguen la misma dirección en todos los territorios. De este modo, a nivel autonómico, según las proyecciones del INE, en este caso para los próximos 15 años, Castilla y León reduciría su número de hogares de 1.025.377a 987.279, con un descenso porcentual del 3,7%, mientras que en España, el número de hogares se elevaría un 4,9%, hasta los 19.281.352.
Por otra parte, el tamaño medio del hogar en Castilla y León pasaría de 2,34 miembros a 2,17, mientras que en el conjunto nacional iría de los 2,5 a los 2,35 integrantes. El porcentaje de hogares unipersonales se elevaría desde el 28,6 al 33,2% en la comunidad, mientas que en España subiría de 25,1 al 28,6%.
Las cifras del INE reflejan que los hogares unipersonales crecerían por encima del 11% – porcentaje compartido por la comunidad y la provincia — hasta los 328.063; y los de dos personas, un uno por ciento, con 334.252 en 2031, que supondrían el 33,9%.
Por el contrario, los hogares de tres miembros descenderían un 10,5%, hasta 185.004; los de cuatro; un 24,3%, hasta 117.770; y los de cinco o más, un 42,6%, hasta 22.189.
En resumen, la población leonesa está abocada, por decisión propia o por adaptación a la coyuntura económica y social del momento, a vivir sola, especialmente en el último tramo de la vida, mientras la natalidad y el tamaño de los hogares se reduce, comprometiendo a su vez, el futuro del bienestar social.