De los delitos por codicia a los robos en vivienda

Un repaso a los índices de criminalidad de la provincia de León en el último siglo y medio

Isabel Herrera
27/09/2015
 Actualizado a 01/09/2019
Las ventanas del Archivo de León, aún enrejadas de cuando era la cárcel de León. | ICAL
Las ventanas del Archivo de León, aún enrejadas de cuando era la cárcel de León. | ICAL
La ciudad de León tenía entonces 10.040 almas. En el territorio provincial eran 348.756 habitantes repartidos en dos ciudades, 165 villas, 1.076 lugares, 143 aldeas y 1.116 caseríos. Todo esto en el marco de una España que tenía por reina a Isabel II y un gobierno moderado de O’Donell. Era el año en el que Charles Darwin publicaba ‘el origen de las especies’, el año en el que se descubrió el petróleo en Pensilvania. Era 1859.

Hace 156 años, en León se contabilizaron 519 delitos, la mayoría de ellos fruto de la codicia (215 según el anuario estadístico histórico del INE), 84 por la miseria, 49 por mala educación, una veintena por odio y deseo de venganza, 16 por embriaguez, otros tantos por quimeras y disputas, 16 más por enemistades entre bandos de un mismo pueblo, once por disensiones de familia, tres por amor, dos por lujuria y uno por celos.

Aquel año se registraron en territorio leonés 18 homicidios perpetrados de muy distintas formas (instrumentos contundentes, armas blancas, armas de fuego, venenos o herramientas). Dentro del capítulo de delitos contra las personas se registrarían también 56 lesiones, y en cuanto a los ataques a la propiedad, el anuario recoge 236 hurtos y 92 robos. Los delincuentes leoneses de mediados del siglo XIX actuaban sobre todo en días no festivos y eran en su mayoría hombres y jornaleros de entre 41 y 50 años de edad.

Los códigos penales de entonces (1848 y 1850) ordenaban y clasificaban las penas como aflictivas, correccionales y leves, atendiendo a su duración y, en un segundo plano, a su naturaleza y efectos. Estaba vigente por entonces la pena de muerte o la cadena perpétua, dentro de las aflictivas, que vendrían a ser las penas graves de hoy, pero ninguno de aquellos delitos fue considerado tan terrorífico como para sentenciar estos finales, ni siquiera la reclusión perpetua. Sí hubo presidios mayores –había en León una decena de cárceles–, reclusiones temporales, inhabilitaciones perpetuas o presidios menores, y hasta destierros, dos concretamente.

Así se dibujaba el panorama criminal de aquella época en la que se consignaba la profesión del delincuente y hasta su estado civil. El país estaba en plena industrialización, las ciudades atraían población y se iniciaba un proceso de abandono rural que ya no paró.

Fueron pasando los códigos, las reformas legislativas, incluso las guerras; han cambiado la clasificación de los delitos o la tipología de las penas, pero, en esencia, la criminalidad no presenta grandes cambios, a juzgar por las cifras del INE. Lo que antes eran delitos por codicia ahora son robos por vivienda; los de embriaguez se penalizan al volante; los de celos forman parte de esa gran lacra que es la violencia de género. Sí se ve un importante descenso en el número de homicidios, en algo hemos mejorado, y aun así, en el último año se registraron seis en el ámbito de la provincia de León.

Régimen penitenciario


De las diez cárceles que había en la provincia de León a mediados del XIX, se ha pasado a un centro penitenciario con capacidad para 1.008 presos. Muchos todavía recordarán los años en los que el actual edificio del Archivo Provincial ejercía de Penal. Lo hizo hasta el año 1962, cuando se trasladó la cárcel de León al Paseo del Parque, donde hoy se ubica el Centro de Inserción Social (CIS) para presos en la antesala de la libertad. Fue en 1999 cuando se inaugura el centro penitenciario de Villahierro, en Mansilla de las Mulas, la cárcel de León.
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