Por ello, el Ayuntamiento de Valdelugueros ha querido recuperar lo que sin duda es una seña de identidad del municipio, como son los puentes. Este emblema ya es apreciable al observar su escudo municipal, donde la parte superior ocupa un lugar privilegiado un gran puente de tres ojos que se ubica en la localidad de Lugueros.
Se trata de uno de los ocho viaductos que componen la Ruta de los Puentes, un recorrido de aproximadamente 20 kilómetros a lo largo del río Curueño que el viajero puede realizar a pie, en bicicleta o a caballo. El Puente de los Verdugos o el Ahorcado abre la puerta a las hoces de Valdeteja, desde donde transcurre esta ruta que finaliza pasando Redipuertas tras superar también el Puente de Villarín, el Pontón del Ayuntamiento de Villarías, el Puente de los Campos de Lugueros, el Puente del Llano Nevero, La Puente de Abajo, la Puente de Arriba y el Pontón de Francomuerta.
Se estima que llegó a haber un número de puentes mayor en esta senda, si bien un alud sepultó a principios del siglo XX, en lo alto del puerto, el conocido como Pontón de las Tiendas, y las obras de construcción del azud Curueño-Porma también derribaron otro de los viaductos, el Puente de la Braña.
Esta red de puentes transitaba cosiendo la calzada romana de La Vegarada, también conocida como ‘La Calzada’, un recorrido de 60 kilómetros entre Puente Villarente y Vegarada que en época romana fue utilizada con fines militares, pero que más tarde dio paso a los peregrinos que se dirigían a Oviedo por el Camino de San Salvador o más tarde al tránsito del ganado. Finalmente el uso comercial de los arrieros fue el protagonista de este trazado, algo que también fue desapareciendo hasta convertirse en una vía de tránsito.
El paso del tiempo hizo que tanto la calzada como los puentes que la unían, que se atribuyen a la época romana, aunque sus reformas posteriores hacen que haya quien haya situado su origen en la época medieval, se fueran deteriorando, en algunos casos de manera incluso preocupante que, de no ser por la intervención del Ayuntamiento de Valdelugueros, que apostó por su restauración, podrían haber llegado a derrumbarse. Gracias a esta actuación, ahora es posible apreciar la belleza de estos viaductos que conservan sus perfectas arcadas o las piedras de los sillares de sus bóvedas.
Con todos estos ingredientes, el Ayuntamiento de Valdelugueros ha reeditado la guía con la que se anima al visitante a participar de este recorrido histórico y, no solo contemplar los bellos paisajes del entorno, sino también echar la vista atrás a lo que fue la historia de este territorio
Ruta de las cascadas
No es la única ruta que se propone desde el Ayuntamiento de Valdelugueros, porque sus encantos naturales han permitido también la puesta en valor de las numerosas cascadas que se pueden visitar a lo largo del río Faro, un total de ocho, entre las que se encuentran saltos que pueden llegar a superar los cinco metros de altura, como es el caso de la Cascada de la Majá de Tala. Esto es posible gracias a que en el recorrido del cauce, de apenas cuatro kilómetros, se acumula un desnivel próximo a los 500 metros, lo que favorece la creación de un espectacular paisaje.Esta sencilla ruta, apta para todos los públicos, cuenta con un recorrido de algo más de dos kilómetros y medio y una dificultad baja, y aunque cualquier momento es bueno para visitar estas cascadas, la primavera tras las semanas de deshielo, hace que su encanto sea aún mayor. La cascada más próxima a Redipuertas, donde se inicia el trayecto, es la de El Saltón, aunque más adelante, a los pies del pico de la Quemada es donde se encuentran en grueso de los saltos.
Las cascadas de Las Baubas, de La Mayaduela, de La Quemada, de Cándano, de La Fuente, la cascada de La Majá de Talá y la de la Requejá completan el recorrido, en el que los más aventureros pueden continuar río arriba, hasta llegar a los prados de Faro y la Majá de Sidorón, donde es posible ver los primeros saltos que agua que forma el río, justo al inicio de su nacimiento.
Y el visitante que acuda hasta este paraje no puede limitarse a observar el agua y sus correspondientes saltos, sino que no puede olvidar levantar la vista y disfrutar de la orografía del paisaje y de su naturaleza, donde no sería descartable observar a algunos de las especies que habitan en la zona, como el buitre leonado o el águila real.