"Desayunó y fue cerrando los ojos, se apagó"

Bernardo, yerno de Saturnino de la Fuente, explicaba de forma muy gráfica cómo se fue apagando la larga vida de este leonés de 112 años que era el varón más viejo del mundo, pues había mujeres mayores que él. “Despertó como cada mañana, desayunó y se le veía débil, se le fueron cerrando los ojos hasta que se apagó. No pudo llegar a esos 113 años que tanta ilusión le hacía y que estaba a un mes de lograrlo”.

Fue en la mañana de estemartes de enero cuando literalmente se apagó la luz del entrañable ‘Pepino’, que era el cariñoso apodo con el que le conocían sus vecinos de Puente Castro, donde había nacido, ejerció muchos años de zapatero, su profesión, y estuvo ligado al equipo de fútbol, su pasión, en cuya fundación había participado y acudía cada domingo al campo.

Saturnino de la Fuente gozó de una verdadera salud de hierro. Durante años pasó los inviernos en Benidorm y fue allí donde celebró varios cumpleaños con más de 100 años y recibió placas y homenajes que siempre mostraba cuando ya se quedó a pasar los inviernos en León.

Saturnino tuvo gran lucidez y buena salud hasta última hora. Con 109 años acudió por su propio pie a un homenaje en Puente Castro, con 110 hizo el saque de honor en el campo del Puente Castro y hasta cumplió con su deber cívico de votar en las elecciones. Asimismo, le hacía gran ilusión la tradicional fotografía de cumpleaños, soplando las velas y rodeado de sus 14 nietos y 22 biznietos; una fiesta que le gustaba hacer el 8 de febrero, que fue cuando realmente nació aunque no fue inscrito en el registro hasta unos días más tarde. “Entonces se hacía mucho, se esperaba unos días por si fallecías pues morían muchos recién nacidos, para no andar con papeleos”; explicaba quien no solo superó aquel trance sino que llegó a ser el hombre más anciano conocido.