Lo que debía ser una intrascendente y tediosa jornada de domingo de finales del mes de agosto se convirtió hace diez años ya en una de las mayores tragedias aéreas vividas en la historia reciente de España y que removió las entrañas de la Guardia Civil. El rescate de un joven que participaba en el 'raid' Picos de Europa y que sufría un accidente en el pico de la Polinosa, en pleno macizo del Mampodre, se tornaba en drama.
El helicóptero que se activaba a primera hora de la mañana en La Virgen del Camino para acudir a la operación, una más de las muchas que realizaban cada verano, lo abordaban el capitán Emilio Pérez y el teniente Marcos Antonio Benito como pilotos y el sargento Enrique Ferrero y el agente José Martínez Conejo como rescatadores del Grupo Especial de Intervención de Montaña -Greim- con sede en Sabero. El rescate del aventurero herido transcurre con normalidad, los rescatadores descienden a la zona de actuación y preparan la camilla para la evacuación. Uno de ellos, el agente Martínez Cornejo, regresa al helicóptero para ayudar a recuperar al herido desde la nave, el sargento Ferrero se queda junto a él.
Es en ese momento cuando una de las hélices del helicóptero, con tres guardias civiles a bordo, choca contra la pared de la montaña precipitándose al vacío entre llamas. En una acción heroíca el sargento Ferrero logra retirar la cuerda que le unía a él y al hérido a la nave, salvando la vida de ambos y dando aviso de lo ocurrido a sus compañeros, que empiezan el que seguramente sea el rescate más complicado de sus vidas.
Porque en esta ocasión, con la esperanza de encontrar un milagro, a quienes tratan de rescatar es a sus compañeros, que acaban de sufrir un gravísimo accidente. En la operación participan ocho guardias civiles compañeros del Greim de Sabero y de la base de Potes (Cantabria), así como el servicio de Protección Civil y Emergencias de la Junta de Castilla y León. Con ellos, el propio sargento Ferrero, que decide colaborar en la búsqueda de sus compañeros tras haber salvado la vida. Finalmente, logran recuperar los cuerpos ya sin vida de sus compañeros, poniendo de luto a toda la provincia en una tragedia que aún se recuerda.
Los homenajes a estos agentes fallecidos en servicio se sucedieron en toda la geografía española, especialmente en León. José Martínez Conejo era originario de Laguna de Negrillos, que vivía unas jornadas de luto tras lo sucedido. Emilio Pérez, zamorano pero asentado desde hacía años en León y Marcos Antonio Benito, madrileño pero residente en San Andrés del Rabanedo, recibían igualmente el cariño de toda la provincia y sus familias personalmente del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que se trasladaba por la tarde al cuartel de la Guardia Civil en León para acompañar al cuerpo trasladando también el apoyo del que era presidente del Gobierno en ese momento, Mariano Rajoy, que ensalzaba "el acto heroico" de los agentes.
Nadie ha olvidado durante estos diez años a los agentes fallecidos, que este mismo sábado eran de nuevo recordados precisamente en el lugar del accidente, el pico de la Polinosa, hasta donde transcurrió una marcha para homenajearles.