La Unidad de Cuidados Paliativos del hospital Monte San Isidro de León es realmente especial dentro de las que puede haber en un hospital. Una de sus trabajadoras, la enfermera Charo, aporta un dato que habla claramente de esta circunstancia: «El índice de mortalidad en la misma es del 100%, pero también el índice de agradecimiento es el más elevado de los hospitales públicos».
Y recuerda con orgullo cómo, pese a ese citado índice de mortalidad, «es muy frecuente, mucho, que los familiares de pacientes que han estado ingresados regresen con algún regalo para los trabajadores, generalmente pasteles, empanadas y cosas así para compartir unos momentos con quienes han atendido al allegado fallecido». Y señala: «Ése es el principal motivo de orgullo de los trabajadores, un incentivo para seguir cuidando de pacientes que están en una situación muy complicada».
Por ello, todos ellos recibieron «con mucha emoción y como una inyección de autoestima» una donación que recibieron en el mes de junio del año 2.022. Un paciente anónimo «realizó una donación de un millón de euros para mejoras en la unidad». Un millón de euros, «apreciamos mucho cuando alguien viene con unos pasteles o lo que sea, lo que nos da energía es el detalle, pero es que un millón de euros… uff, no te imaginas la euforia que provocó entre nosotros, la euforia que desató en los alrededor de quince trabajadores que suele tener la unidad», explican estos trabajadores que «estamos todos unidos en lamentar la situación que vivimos, que nos causa una pena profunda pues nos sentimos olvidados, ninguneados, enfadados».
Esta situación de malestar se debe a que «aunque nos parece evidente que el paciente y su familia lo que querían agradecer es el comportamiento que tuvimos con el enfermo y los cuidados que le ofrecimos, a partir de entonces nada sabemos del millón de euros; hemos escrito dos veces al director de Gestión y SSGG del Hospital y ni tan siquiera se han dignado en contestarnos».
El donante puso condiciones
Recuerdan los trabajadores «del 1º izquierda» (la planta en la que está Paliativos) que cuando se hizo la donación les explicaron que el donante había puesto tres condiciones: «Que fuera para mejoras en la Unidad de Cuidados Paliativos; que el donante permaneciera en el anonimato siempre y que se impulsara la cafetería,pues prece que estaban muy concienciados con su cierre durante la pandemia y querían que volviera a funcionar con normalidad».
- Y nada más supimos, creemos que tenemos derecho a que se nos informe de qué se hace con ese dinero, y nos da más argumentos para pedirlo el hecho de que no reivindicamos absolutamente nada para nosotros, sino para la Unidad.
De hecho realizaron una detallada y extensa lista de necesidades de la Unidad de Paliativos pues, argumentan, «creemos que un millón da para mucho». Una lista con varios apartados: aparataje clínico; mejoras en las habitaciones; control y botiquines; cambios y mejoras en las salas o comedores u otros materiales, en los que aparecen peticiones tan concretas como pulxiómetros digitales, fonendos, sillas de baño, cojines antiescaras, grúas, sillones para pacientes, neveras pequeñas, armarios para sueros; colores de pintura más cálidos, impresoras o dos teléfonos inalámbricos, por citar algunos. «Era una lista fruto de las necesidades que veíamos cada día al realizar nuestro trabajos y que entendíamos necesarias para el bienestar de los pacientes».
Pero tampoco recibieron ninguna respuesta sobre el contenido de la lista, ni bien ni mal.
Ante esta situación enviaron un primer escrito a la Atención del director de Gestión, de la que no recibieron respuesta. «Pensamos que podría ser ‘por un defecto de forma’ porque iba sin firmar y la volvimos a enviar, esta vez por Registro, el pasado 14 de junio y firmada por todos los trabajadores, de la que tampoco recibimos respuesta; lo que aumentó su malestar.
"No denunciamos nada, pero creemos que fue nuestro trabajo el que motivó la donación y merecemos una explicación, hemos mandado dos cartas y ni tan siquiera nos contestan"
En la carta explican los trabajadores que «la familia del donante nombró un albacea ajeno al hospital que, por causas que no nos incumben, cambió su situación laboral y comenzó a realizar su trabajo en el Hospital de León, con lo cual el dinero de la donación, parece ser y si no estamos mal informados, actualmente está gestionado por la Fundación de dicho Hospital». Explican los trabajadores que, «como no nos han contestado, no sabemos si ese ‘parece ser si no estamos mal informados’ que los trabajadores manifestamos en la carta es realmente así».
Y en la carta añaden que «la única mejora que se ha realizado con el dinero de la donación ha sido la instalación del aire acondicionado en nuestros dos controles»; aunque reconocen que con posterioridad a la carta hubo una variación, «en los últimos días se está pintando la Unidad pero pensamos que es difícil creer que sea una cantidad de dinero muy significativa ante la magnitud de la donación; como las obras menores para abrir la cafetería, consistente en poner unas planchas de pladur y limpiar, que lo hizo el servicio de limpieza del Monte San Isidro». Al margen de que consideran que ese tipo de obras de mantenimiento —pintar—«deberían depender de la gestión habitual del Sacyl, que tal vez lo sean pues no sabemos nada, no tenemos ningún tipo de información».
Pero, insisten, «al margen del silencio administrativo con el que nos castigan, pese a ser los ‘causantes’ directos de la donación; lo que más nos duele es la impotencia y el desprecio que supone que no nos hagan el más mínimo caso, ni tan siquiera una explicación».
Y resumen la situación que han vidido, o están viviendo, en la decepción que supone «para nosotros que se esté convirtiendo un momento tan emotivo como el que se produjo hace más de dos años, al conocer la donación, en una gran frustación al sentir que no tenemos derecho ni a una explicación». Yrematan señalando, «no denunciamos nada, porque nada sabemos, pero si nos preguntamos qué ha sido de aquel ilusionante millón de euros».