Dos décadas sin justicia para Sheila Barrero

Se cumplen 20 años del crimen sin que el responsable haya pagado por ello. La familia de la joven recuerda "con impotencia" que la investigación está hecha y señala en una dirección

25/01/2024
 Actualizado a 25/01/2024
El cadáver de Sheila apareció con un disparo en la cabeza en el interior de su vehículo el 25 de enero de 2004. | L.N.C.
El cadáver de Sheila apareció con un disparo en la cabeza en el interior de su vehículo el 25 de enero de 2004. | L.N.C.

«¿La justicia? Piensas que es una cosa, pero cuando te toca y te topas con lo que nos hemos encontrado nosotros ves que es otra muy diferente. La sensación que nos queda de justicia es cero, de que no existe... Podría ocurrir un milagro, pero eso ya no sería justicia en ningún caso». Quien pronuncia estas palabras es Mónica, hermana de Sheila Barrero, asesinada el 25 de enero de 2004 de un disparo en la cabeza efectuado con un arma de calibre muy pequeño. Este jueves se cumplen 20 años del crimen sin que el responsable haya pagado por ello y sin que se haya hecho justicia para Sheila. «La investigación está hecha» y señala en una dirección «muy clara», recuerda Elías, hermano también de la joven asesinada, que se pregunta por qué todos los datos recabados por parte de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en el año 2019 siguen sin poder haber sido valorados en un juicio. «Es lo único que pedíamos y que seguimos pidiendo, que lo que hay se juzgue», recuerda. Cumplidos estos 20 años el delito prescribe, aunque todavía existe un margen de «dos años más», dice, para poder actuar contra el único investigado, Borja V., que fue detenido en verano de 2004 en una playa de Gijón en relación al crimen, aunque puesto en libertad posteriormente. «¿Queda esperanza? Ninguna salvo que se dé ese milagro», insisten los hermanos, que no disimulan su «decepción» por considerar que ha habido «un interés» por querer «cerrar el caso» sin que nadie pague por la muerte de Sheila «y es lo que van a conseguir. Nos han ido cerrando todas las puertas y llega un momento –dice Mónica– en el que no puedes hacer más. ¿Dónde lo peleas? Ya en ningún lado...».

¿Crimen "resuelto"?

En 2008 se confirmó la decisión del Juzgado de Cangas del Narcea de sobreseer el caso y se comunicó también el archivo de las diligencias. Entonces, la familia señaló que no iba a parar de luchar para buscar justicia. «No hay un sitio donde no hubiéramos llamado, ni una sola puerta. Y creo que no quedó», asegura Elías. En 2015 se reabrió el caso. Se valoró la posibilidad de que los nuevos avances técnicos pudieran aportar luz sobre lo ocurrido ese 25 de enero y se dio esperanza a la familia. Esta se reforzó en 2019, cuando en el mes de junio la Guardia Civil remitió un informe que hizo incluso que se hablara de crimen «resuelto», ya que se aportaban pruebas que entonces se valoraron como «absolutamente concluyentes» y que volvían a señalar al único investigado hasta el momento. «Para nosotros quedó claro que el autor material del asesinato de mi hermana había sido Borja V.», indica Elías, que insiste en que «no es que lo digamos nosotros, sino que así lo dice el informe de la Guardia Civil y así lo ratifican los peritos». 

Son "pruebas, es ciencia"

¿Qué ocurre entonces? En su opinión, «que a la Fiscalía todo lo que hay no le parece suficiente para ser parte acusadora, para que este caso sea juzgado». «No es que existan indicios», subraya Elías, lo que hay son «pruebas, es ciencia». Estas pruebas a las que hace referencia tienen que ver con los gases de detonación, con los residuos de disparo hallados en las manos del único investigado, que despachó asegurando que había estado de caza unos días antes. «Resulta que son idénticos y nos dicen que esto solo se puede dar por tres factores: por haber disparado el arma, por haber estado a menos de metro y medio de la boca de fuego o por haber manipulado el cadáver. Así lo dicen los peritos de la Guardia Civil, pero la Fiscalía no ha atendido a esto. Se ha fijado simplemente en que en su ropa no había sangre. Parece que está buscando cosas que no tiene por qué haber», lamenta el hermano de Sheila, que afirma, además, que los investigadores consideran que estos residuos son «como una huella dactilar» y que «mucha gente ha ido a juicio y está en la cárcel» por pruebas como esta. 

Tampoco es la única. Elías y Mónica recuerdan también que en el interior del coche en el que apareció muerta Sheila, aparcado en el Alto de la Collada, en la carretera que une Villablino con Degaña, encontraron una bufanda en la parte trasera del vehículo con una fibra azul que coincidía con las de la chaqueta del investigado. En principio, afirman que «la Fiscalía dijo que podía haber muchas chaquetas iguales», pero señalan que en las «nuevas pruebas, las de los nuevos laboratorios, el análisis de esta fibra permitió ir más allá». «Dijeron que era de la misma tonalidad, el mismo grosor y que tenía el mismo lavado y desgaste que las fibras de su chaqueta». No fue suficiente. Se rebatió diciendo que él había montado delante en el vehículo y que podría ser «que con el aire del calentador esta pasara hacia atrás» y fuera a parar «encima de una bufanda que no había», que indicaron que no era de Sheila. «¿Cuando haces una hipótesis así sobre una prueba y esto es lo que vale qué esperanza te va a quedar? Ninguna», insistió Elías.

Coartada y dudas

El hermano de Sheila recordó también que la coartada que ofreció el hasta ahora único investigado, que dijo que esa noche estaba durmiendo en casa de sus padres, algo que ellos corroboraron, también se puso en duda. «En esta última investigación hay dos personas que ahora declaran que él mismo les confesó que ese fin de semana estaba él solo en su casa, que no estaban sus padres. Sin embargo, la Fiscalía sigue insistiendo en que no se puede desmontar la coartada de su padre y de su madre», dice. Indica que ocurrió lo mismo con la pistola, sobre el hecho de si él tenía una pistola pequeña. «Habían dicho que habían oído a su abuela comentarlo, quizá porque no querían meterse en problemas, pero ahora dicen que sí, que sí que la tenía, pero esto tampoco vale», lamenta. Mónica señala al respecto que ha habido muchas declaraciones que «probablemente no es que sean determinantes en sí mismas», pero que sí que van poniendo «un granito», ayudando a entender qué pasó, aunque lo determinante verdaderamente considera que son los residuos de disparo y la fibra. «Lo que es determinante es ese informe de la Guardia Civil que ya está hecho y presentado. La pena es que no haya llegado más allá», añaden.

«Frustración» de la familia

De ahí la «frustración» de la familia, su decepción por no haber conseguido que el asesinato de Sheila se haya resuelto después de tanto tiempo. «Si tú vieras que se ha trabajado y que no hay nada, el dolor iba a estar igual ahí por no haber podido llegar a ningún lado, pero cuando estás viendo todo lo que hay y que nada se mueve igualmente yo creo que la frustración que nos genera como familia es enorme, es peor, porque si no se atiende ni a las pruebas te van limitando el camino hasta cerrarlo», indica. 

Ambos agradecen a la Guardia Civil el esfuerzo realizado para elaborar un trabajo que insisten en que «está hecho porque son 14 tomos los que hay, con cantidad de informes y una investigación muy extensa» que invitan a leer. Ellos dicen que después de hacerlo están convencidos de que si a día de hoy no hay un culpable en la cárcel «es porque no quieren, no porque no se pueda». Por eso señalan que su único objetivo es «que cada uno haga su trabajo, nada más». Elías añade también que habían solicitado el traslado del caso de Cangas para Oviedo, pero que se les dijo que eso sería «un trato de favor». Ahora aseguran que ya no saben qué más hacer e insisten de nuevo en que no son ellos quienes señalan a esta persona, sino la investigación. «Si nos dicen que hay algo determinante que lo excluye y que no es él, yo sería el primero en ir y pedirle disculpas. Esto si hubiera visto que no hay nada contra él, pero es que no es el caso», explica Elías sin lograr entender tampoco las «provocaciones» que han recibido durante los últimos años por parte de la familia de él. «Ellos se sienten fuertes y ahí ves el odio que le tenían a mi hermana, porque es el que tienen contra su familia, pero si tienes dos dedos de frente deberías darte cuenta de que no fuimos nosotros quienes dijimos que fuera él. Fue la investigación», añaden una vez más Elías y Mónica, que piden que no se olvide que «quienes hemos perdido a nuestra hermana hemos sido nosotros». «Él ha rehecho su vida perfectamente, tiene su trabajo... Está viviendo la vida que se le quitó a mi hermana y lo está haciendo con toda la tranquilidad», explican. Para Sheila y su familia, sin embargo, tras ese 25 de enero de 2004 solo había una posibilidad de descanso, esa justicia que les ha «decepcionado».

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