Dos nuevas rebajas de condena aplicando la ley del 'Solo sí es sí' en León

La Audiencia de León, en aplicación de la ley del 'Solo sí es sí' y con la oposición del Ministerio Fiscal, ha resuelto rebajar de seis a cuatro años de cárcel la condena impuesta a un joven de 20 años que en septiembre de 2021 agredió sexualmente a su expareja, de 18, en un descampado de León. El día de autos, el 14 de septiembre de 2014, el joven se encontraba junto a otros amigos en el parque San Mamés de León y sobre las 22:30 horas se ofreció a llevar en su coche a la víctima hasta su casa, no lejana de allí.

Ambos habían sido pareja durante algunos meses con anterioridad, si bien en ese momento ya no lo eran, según la información del Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Iniciada la marcha en el vehículo conducido por el condenado, éste en lugar de llevar a la joven hasta su casa, se desvió y se introdujo en un descampado del trayecto. Comenzaron a hablar y él propuso a ella que se pasase a los asientos de atrás, lo que hizo ésta al igual que el condenado.

Acto seguido, el joven cogió del maletero una bolsa que contenía unas bridas y pidió a su acompañante que extendiera las manos y cerrara los ojos porque le iba a regalar una pulsera, lo que hizo ella. Aprovechando que ella estaba maniatada, él se puso encima de ella y usando la fuerza le metió un dedo en el ano y en la vagina, con intención de satisfacer una apetencia sexual. La víctima comenzó entonces a vocear hasta que el joven le soltó las bridas cortándolas con unos alicates.

Además, en otra nueva rebaja por ley del 'Solo sí es sí', la Audiencia de León también rebajó de cuatro a tres años, dos meses y un día de prisión la condena a un individuo que en el mes de julio de 2017 agredió sexualmente a una joven en el cuarto de contadores de un edificio y, además, robó a la víctima sus tarjetas de crédito. Cogiéndola del cuello, la había obligado a descender al cuarto de los contadores mientras la advertía de que tenía un cuchillo y que si no hacía lo que le indicaba la iba a acuchillar. Al llegar al rellano, el condenado se bajó un poco los pantalones y los calzoncillos, sacó su pene y le dijo que se agachase, que se arrodillase y la aproximó hacia él rozándole la cara con su miembro a la altura de la boca. Como ella lloraba y se apartaba, él no continuó con la agresión sexual y le dijo que le diera todo lo que tenía, las tarjetas y las claves, momento en que se apagó la luz del portal y ella consiguió zafarse y subir corriendo a su domicilio.