"Echo de menos que nuestros representantes no entiendan que este país no puede seguir así"

Entrevista a Fernando Jáuregui, periodista y autor de 'Los abogados de cambiaron España'

I. Herrera
11/06/2019
 Actualizado a 16/09/2019
El periodista y autor del libro, Fernando Jáuregui, este lunes en León. | SAÚL ARÉN
El periodista y autor del libro, Fernando Jáuregui, este lunes en León. | SAÚL ARÉN
El periodista Fernando Jáuregui presentaba este lunes en el Colegio de Abogados de León su libro ‘Los abogados que cambiaron España’, un recorrido por el papel que los letrados y juristas desempeñaron desde el término de la Guerra Civil hasta ahora y, con especial incidencia, durante la transición. La primera, porque Jáuregui considera que es «necesaria» y «urgente» una segunda. Por ello, y porque cree que los grandes protagonistas de aquel momento están actualmente más instalados en reivindicaciones de tipo corporativo que en el servicio público, se sentó ante el colectivo leonés, cuyo Colegio celebra este año su 175 aniversario, con ánimo de «provocar» y promover el espíritu del Congreso Nacional de la Abogacía que, en 1970 y en León, sentó las bases del cambio.

-¿Este libro lo escribe el periodista o el jurista?
–Nunca acabé Derecho, dejé dos asignaturas para no licenciarme y no tener que trabajar en ello... Pero en este caso escribe casi un alevín de historiador. Entre el 83 y el 85 escribí tres volúmenes, Crónicas del Antifranquismo, y yo, que lo guardo todo, tenía almacenadas cantidad de entrevistas y conversaciones con gente que he utilizado para este libro. Y me han venido estupendamente, porque algunas de esas personas están muertas, Peces Barba, Santiago Carrillo, Fraga, Suárez… y he utilizado mucho material que no había utilizado entonces. A mí me gusta mucho la historia, he escrito mucho sobre esto, y siempre se dice que la historia sirve para no cometer los mismos errores o, al menos, para posicionarse ante los acontecimientos del presente, y yo creo que estamos ante la segunda transición y que hay que hacer otra vez una revolución legal tan importante como la primera. Lo que pasa es que, claro, necesitamos a Suárez, a González, a Carrillo… y no los tenemos.

-¿En el panorama actual no tenemos ninguna figura, ningún grupo de nombres, que pudieran liderar esa segunda transición?
-A saber… porque cuando el Rey designó a Suárez presidente del Gobierno, todo el mundo dijo que era un inmenso error. Y luego mira el juego que dio.  Al final resulta que el maillot amarillo da alas y los presidentes se hacen y no nacen. Con esto quiero decir que a lo mejor Pedro Sánchez, que tiene los orígenes que tiene, turbulentos por decirlo de algún modo, a lo mejor nos sorprende. Vamos a ver. De momento, los primeros pasos que ha dado no son malos, y yo no soy nada de Pedro Sánchez, bueno, ni de nadie, ya he visto demasiado, pero es el más sensato de todos, porque todo lo demás está siendo un cúmulo de insensateces, de falta de patriotismo y de exceso de egoísmos.

-Es el único que no procede del Derecho…
-Él y Leopoldo Calvo Sotelo. La historia de España es la historia de juristas o de economistas. Afortunadamente, porque imagínate que fuese historia de militares como en el siglo XIX… Yo prefiero los hombres de leyes, porque los hombres de leyes pactan, o deberían pactar, porque ahora han olvidado eso. Evolucionan, hacen evolucionar las leyes, para ellos lo importante es el Derecho, y el Derecho es lo que cimenta la convivencia de las gentes. A mí no me parece mal que la historia de un país se base en lo que hacen sus juristas, y esto en España es verdad que ha ocurrido, al menos desde la muerte de Franco.

-En el libro echa la vista atrás 80 años en la de historia de un colectivo, el de los abogados y los juristas, como el que más ha influido para transformar a España en democracia. ¿Cuáles habrían sido los hitos en ese recorrido?
-Los que más sufrieron la dictadura evidentemente fueron los trabajadores, pero bueno, después, como grupo corporativo fueron los abogados. Fueron los que encabezaron la crítica, fueron los que en un Congreso fundamental como el de León de 1970 iniciaron un proceso de ruptura de la clase jurídica con el franquismo. Aquí, en León, hará el mes de junio del año que viene 50 años, empezó la ‘gran movida’ contra un régimen que, desde luego, se pasaba por el forro las leyes, la equidad, la justicia, la ética y hasta la estética. Aquí fue la explosión de un movimiento que ya estaba ahí, y luego ya a partir de este momento todo fue pura oposición.

-Abogados y juristas llevaron a España a la Transición, pero también los hubo que sostuvieron la dictadura…
-Sí, pero mi libro se llama 'Los abogados que cambiaron España', los que no querían cambiarla porque no les convenía no me interesan.

-¿Qué nombres destacaría?
-Hay épocas. En la primera época está una figura absolutamente fundamental que es María Luisa Suárez Roldán. Esa señora, que era la única mujer jurista en ese momento, estamos hablando de finales de los 30, principios de los 40, era del Partido Comunista, como todos los abogados de esa época, se la jugaban e hizo muchas cosas, fue muy activa; Gregorio Ortiz Ricol, que es una figura absolutamente olvidada; Antonio Montesinos, que todavía vive, esos son de la primera época importante. Luego vino una segunda generación en la que podríamos incluir a los Peces Barba, a Antonio Rato, a Manuel López, a Nicolás y Jaime Sartórius (Jaime más que Nicolás, que era más activista sindicalista), los demócratas cristianos que llegaron… ahí ya se mueven de otra manera. Y luego hay una tercera generación que es la de los despachos laboralistas en la que habría que meter a Manuela Carmena, Paca Sauquillo, Cristina Almeida, José María Mohedano, José Luis Núñez… esos son los de León, gentes nacidas en la segunda mitad de los 40. Estos están en toda España, el padre de Rodríguez Zapatero también estaba. Entonces hay tres generaciones que se mueven. Y luego vienen ya los juristas de la transición, que muchos de ellos ya estaban ahí, y fueron los que pasando de la ley a la ley, pasando por la ley, que decía Torcuato Fernández-Miranda, fueron los que transformaron España en cinco años brutalmente. De hecho lo transformaron en once meses. En once meses Adolfo Suárez y su equipo dieron la vuelta al Estado como un calcetín. Fue un movimiento propio de juristas. Y ahora la última parte ha cambiado y ahí es el momento de que los sucesores de Pedrol ejerzan un papel protagónico otra vez en los debates jurídicos importantísimos que tiene este país. Porque ahora mismo toda la legislación se ha quedado antigua. Tenemos una normativa procesal del siglo XIX, un Código Civil del siglo XIX, una Constitución que necesita manos de pintura urgentemente… en fin, todo lo que está pasando ahora no está legislado, nadie lo entiende.

-¿Y está el colectivo de abogados preparado para ello?
-No, el colectivo de abogados se está dedicando a cosas muy corporativas, a su propio bienestar económico muchas veces, sacrificando un poco una actividad pública. Yo creo que es importante que los colegios, el Consejo General de la Abogacía, los congresos de abogados, tomen conciencia de que este es un país en tránsito y en el que la inadecuación entre la legislación y la realidad es muy grave. ¿Quién iba a pensar que iban a ocurrir las cosas surrealistas que están ocurriendo? Pero ha pasado. Y ahora tenemos que ver qué hacemos con la prisión preventiva, o qué hacemos con los políticos presos, si pueden presentarse a las elecciones, si pueden tomar posesión de su escaño… y creo que se está ensayando sobre ellos. Se está creando una confrontación muy seria con Cataluña, y no hablo de la Cataluña independentista, porque queramos o no un señor como Oriol Junqueras ha ganado las elecciones, y el Estado tendrán que negociar con Oriol Junqueras, qué vas a hacer. Y eso necesita una adecuación legal. No puede ser esto de que todo lo queramos solucionar con el 155, el 155 no soluciona nada ahora mismo y además sería inconstitucional aplicarlo. En su momento sí, pero ahora no, habrá que buscar otras vías, no vale el 155, lo que se necesita es imaginación, voluntad y valor. ¿Lo tenemos? Pero lo vamos a ver inmediatamente, en cuestión de semanas, en cuanto salga la sentencia del ‘procés’, que eso va a generar movimientos seguro. Seguramente habrá que pensar en algún tipo de indulto o tratamiento penal más favorable para unos señores que no son precisamente etarras, que es que tenemos que tener claros los conceptos. Cataluña nos ha hecho involucionar mucho a todos los españoles y esa involución es mala. Estamos garrotazo y tente tieso a todo lo que se mueve, a todo lo que discrepa, a todo lo que piensa de otra manera, y eso no puede ser. Empezando por los medios de comunicación, que creo que tenemos que hacer una auto crítica muy seria.

-Parece entonces que lo que hace falta es un congreso como aquel de 1970 en León.
-Ha habido uno ahora en Valladolid que yo creo que ha sido una oportunidad semi perdida. Nos hemos instalado en reivindicaciones de tipo corporativo cuando en realidad debíamos habernos instalado en reivindicaciones de tipo político, porque es fundamental que los abogados, los juristas, los que entienden de leyes, se metan en la dinámica de la actualidad política, porque si no quién. No hay debates sobre esto, sobre la adecuación de la normativa procesal, sobre cambiar la normativa electoral… Es una vergüenza lo que está pasando, estos pactos y estas negociaciones con una negociación de otra manera, es decir el más votado es el que sale, a doble vuelta o como fuera, nos estaríamos ahorrando este espectáculo tan bochornoso de te cambio Tarazona por Torrelavega. Yo creo que habría que acabar con eso. Por no hablar de Castilla y León, que hay un tema muy serio, hay una posible imputación de un señor que puede ser presidente de la Junta derivada de una denuncia anónima en un momento muy oportuno. Todo esto a mí… porque las casualidades no existen.

-Y esto que supone, ¿que si no tuviera opciones de gobierno nunca se hubiera sabido? Porque la sensación es de que aquí todo el mundo tiene papeles guardados…
-Y la presidenta de la Comunidad de Madrid como se negaba a irse cuando convenía irse le sacaron una filmación robando unas cremas, y a un ministro del Interior le grabaron en su despacho ilegalmente, y este es el país de las grabaciones ilegales… y bueno, hay que poner orden porque así no podemos seguir. Y parece que cuando se habla de poner orden se hace siempre desde las posiciones de la ultraderecha, no, yo lo digo desde posiciones más bien progresistas. ¿Cómo va a confiar la gente en sus representantes si están todo el día saltándose la normativa? Es imposible.

-¿Y en sus entrevistas para este libro, qué motivaciones ha encontrado en esas personas que promovieron el cambio que podrían faltar en los juristas de hoy?
-No es que todo lo pasado fuera mejor, porque hay de todo siempre, pero lo que sí es verdad es que hubo una generación, que fue la generación de la primera transición que sacrificó sus intereses personales, incluyendo los económicos, en favor del servicio público. Ellos entendieron que había que cambiar, que el país no podía seguir así. Ahí lo que echo de menos es que nuestros representantes no entiendan que este país no puede seguir así, y es que no puede. Necesitamos una segunda transición. Estamos entrando en el cuarto año de crisis política gravísima sin que esto tenga trazas de desbloquearse, precisamente ahora tenemos la oportunidad de hacerlo, de hacer un movimiento regeneracionista de verdad y unos cambios democráticos para perfeccionar una democracia que es bastante defectuosa como estamos viendo cada día.

-El que ha resurgido es el debate de izquierdas y derechas.
-Eso la culpa la tiene Pedro Sánchez, que empezó hablando de las izquierdas y las derechas como si fuesen dos bloques, las dos españas otra vez, si lo que queremos es cargarnos las dos Españas, si es que queremos precisamente como ocurrió con la primera transición, había quienes pensaban de una manera y quienes pensaban de otra, pero es obvio que hubo un gran abrazo. La Constitución se decía que tenía una línea roja y otra azul, fue el gran consenso entre las derechas y las izquierdas, y es que esto de derechas e izquierdas no tiene ningún sentido, yo no entiendo la situación. Porque oye, yo no conozco a nadie de los que no somos políticos que no piense que ese abrazo es necesario otra vez, a nadie.

-¿Qué espera para el futuro próximo?
-Que hubiera segunda transición y que sea lo más profunda posible. Pero ya empezamos por no respetar la voluntad de los electores, la gente lo que ha dicho es que quiere es un pacto de centro-izquierda, que quiere un cambio progresista moderado.

-Y teniendo en cuenta que los dos partidos más votados han sido PSOE y PP, ¿lo que propone es un pacto entre ambos?
-Yo sueño con eso, pero eso va a ser imposible. En Alemania no les fue mal.

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