El acusado de matar a su mujer en Astorga: "Forcejeamos por el móvil y el arma se disparó"

Fiscal y acusaciones creen que hubo intención de asesinar tanto a su esposa como al vecino que resultó herido. "Fue un acto cruel"

Ical / C.C.L.
15/03/2021
 Actualizado a 15/03/2021
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“Un acto cruel, inútil y absurdo; un acto horrible”. Con estas palabras definió el Ministerio Fiscal los hechos ocurridos el 24 de julio de 2018 en Astorga, cuando presuntamente el policía nacional jubilado, A.A.A., de 69 años de edad, mató de un disparo a su mujer, María Isabel Alonso, de 62 años, por mantener una relación sentimental con su vecino, J.M.G, de 60 años, a quien también disparó sin lograr acabar con su vida.

Unos hechos que se juzgan desde este lunes en la Audiencia Provincial de León, donde desde primera hora las partes presentaron sus escritos de calificación y alegaciones previas ante el jurado popular, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, que se encargará de emitir veredicto de inocencia o culpabilidad, y por los que la Fiscalía reafirmó hoy su solicitud de 25 años de prisión por un delito de asesinato consumado y siete años y seis meses por uno de asesinato en grado de tentativa.

En consonancia con la posición del Ministerio Fiscal, que avanzó que durante los próximos días tratará de “probar que el acusado disparó a su mujer y su vecino para matarlos y no imprudentemente”, se mostraron las acusaciones.

En primer lugar, la acusación particular que defiende los intereses del vecino disparado, J.M.G, trasladó al jurado popular en sus alegaciones que María Isabel Alonso está muerda “por ser mujer, por su independencia, por sus ideas y por sus sentimientos”, ya que “el acusado quería que ella le perteneciera y fuera para él”, motivo por el que “hizo algo horrible, que no es un asesinato, sino una ejecución” para “mantener su ego”.

Respecto al disparo que A.A.A. cometió contra J.M.G. la acusación afirmó que este se encuentra “vivo de casualidad, ya que fue disparado a bocajarro”, aunque “a partir de ese momento se acabó la vida para él”. El letrado se mostró “indignado con el acusado”, para el que solicitó 22 años y seis meses por un delito de asesinato, con alevosía y el agravante de género y parentesco, y doce años por un delito asesinato con alevosía en grado de tentativa.

Los intereses de María Isabel Alonso son representados durante este juicio por la Asociación Clara Campoamor, quien insistió en todo momento en que, “mientras que la defensa asegura que los disparos fueron accidentales, la pistola se encontraba cargada”, a lo que se sumó que “tras disparar accidentalmente a su mujer, el acusado no llamó al 112, sino subió al piso de arriba a pegar otro tiro”.

Para el letrado de la Asociación, el suceso fue un claro “la maté porque era mía”, es decir, “un caso típico donde el hombre piensa que la mujer le debe obediencia y sumisión y, si no, la mata por ser su mujer”. Por todo ello, solicitó una pena de 25 años de prisión por un delito asesinato con alevosía en grado de consumación con el agravante de género y parentesco, y una orden de alejamiento de sus dos hijos.

Libre absolución


Frente a la postura de las acusaciones y el Ministerio Fiscal, la defensa del acusado solicitó este lunes en la Audiencia de León la libre absolución de su defendido, a quien definió como “un marido modélico que nunca tuvo un mal gesto con su mujer” y que tenía una pistola “para protegerse a sí mismo tras una amenaza de muerte de la fue objeto cuando se jubiló y para proteger a su hija que está en un programa de protección de victimas de violencia de género al estar amenazada por su ex marido”.

El letrado defendió en todo momento que el policía nacional jubilado “no tuvo ni conocimiento ni voluntad de querer matar”, sino que en el momento en que sospechó que su mujer mantenía una relación sentimental con su vecino “no sabía lo que hacía porque estaba actuando a causa de una alteración psíquica que le impedía comprender”.

Hechos


El juicio que se celebra durante esta semana en la Audiencia Provincial de León juzga los hechos ocurridos el 24 de julio de 2018, a las 2.30 horas de la madrugada, cuando presuntamente el policía nacional jubilado A.A.A. disparó a su mujer con la que tenía dos hijos, María Isabel Alonso, con un revólver, causándole la muerte en el acto.

Tras ello, acudió a la puerta de su vecino, J.G., a quien tras decirle ‘Te follas a mi mujer’ también disparó, causándole lesiones en el hombro e iniciando un forcejeo que concluyó en el momento en que apareció la Policía Nacional, que detuvo en el acto al acusado tras lograr desarmarle.

Interrogatorio al acusado

Tras un receso de media hora, a las 12 del mediodía la vista se retomó con el interrogatorio al acusado, que decidió contestar a todas las partes. En sus respuestas, Ángel A. A. reconoció que «sospechaba» que su mujer mantenía una relación con otra persona y aseguró que empezaron a tener problemas unos meses antes de que ocurrieran los hechos.

Por ello, contó, «me fui a casa de mi hija porque con mi mujer la vida era cada día más comprometida, con la intención de abandonar el domicilio, pero tenía ciento y pico llamadas y ochenta y tantos mensajes de ella y le pidió permiso a mi hija para hablar conmigo, vino y me convenció para que volviera con ella diciendo que iba a cambiar», relató.

En la noche del suceso «me levanté al servicio y vi luz y escuché el ruido del teléfono, por lo que empujé fuerte la puerta y se lo arranqué», reconoció. «Quería el móvil para mirar a ver quién era el que estaba hablando con ella», contó a la fiscal argumentando que «ella también me miraba el mío». Tras el forcejeo «yo saqué el revólver para meter miedo y que no siguiera en ese plan», aseguró. «La empujé una vez fuerte sobre la cama y no se disparó, pero volví a empujarla otra vez, hice más fuerza y fue cuando se disparó el revólver», relató. Fruto de ese forcejeo, el cuerpo de la víctima presentaba, además de la herida de bala, golpes en diferentes partes del cuerpo.

En ese momento, «salí a mi habitación y pensé me pego un tiro y me mato», asegurando que tuvo intenciones de suicidarse pero «cambié de idea» porque entonces el vecino «iba a quedar riéndose de todo». A continuación, «yo subí para arriba pero no con la intención de matarlo», defendió al contrario de lo que considera la acusación. «Si hubiera querido, le hubiera fulminado allí mismo», insistió Ángel A. A. a las preguntas de la fiscal.

A ella, «no decidí matarla nunca», reiteró el acusado que reconoció que «en aquel momento no sabía lo que hacía». A las preguntas de la acusación sobre la relación que mantenía con su mujer, afirmó que «nos habíamos arreglado» y «no iba a consentir que otro hombre estuviera con ella mientras estaba conmigo». «En ningún matrimonio una mujer tiene la libertad de ir con otro hombre», dijo defendiendo que «no estaba sometida a mí pero sí estaba conmigo».

El juicio continuará durante toda esta semana con las declaraciones de testigos y peritos propuestos por las diferentes partes. Tras ellos, vendrán las pruebas documentales, las conclusiones definitivas, los informes de las partes, la última palabra del acusado y finalmente la entrega del objeto del veredicto al Jurado, que se retirará a deliberar antes de emitir un veredicto sobre la culpabilidad de Ángel A. A.
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