Tal y como explica esta madre, hace más de tres años que Jorge, el padre de su hijo, fue asesinado sin que, a día de hoy, no sólo no haya habido juicio, sino que el Juzgado de Instrucción número 4 de León decidió el pasado 3 de diciembre archivar el caso por no tener a nadie a quien imputarle el delito –por segunda vez, pues ya fue reabierto en una ocasión– justo después de que se hubieran producido nuevas declaraciones que, a juicio de la acusación particular, además de reveladoras dirigían las sospechas sobre uno de los testigos.
El abogado que les representa, Fernando Rodríguez Santocildes, pidió entonces que se reabriera la causa y se citara a declarar como investigado al hasta entonces testigo, pero casi nueve meses después no ha habido pronunciación por parte de la Justicia «y esto genera una impotencia enorme», insiste la mujer.
«Es imposible de entender. Resulta que detienen a una mujer en una redada que, un año después de los hechos, confiesa que el sábado que se produjo el crimen de Jorge estaba en la cocina de su vivienda, que compartía patio interior con la casa de Jorge, y que escuchó gritos de dolor y vio a un individuo en el piso apoyado de espaldas en la habitación empuñando las manos con mucha fuerza y bramando con rabia. Dio incluso una descripción: joven, de entre 30 y 40 años, más de metro setenta de altura, complexión normal tirando a ancho, piel morena, pelo corto y tupido, y vestido con bermudas y deportivas blancas y camiseta azul. Pero nada».Esto sirvió para reabrir la causa a principios del pasado año, se tomaron nuevas declaraciones y, para la acusación particular, surgía un hilo del que seguir tirando para tratar de encontrar al autor de la muerte de Jorge.
Sin embargo, el Juzgado puso el punto final a la historia de un crimen que sigue sin resolver. «Me gustaría saber por qué parece que no tienen interés en saber quién mató a una persona a plena luz del día en su casa para robarle la cartera y el dinero o la droga que pudiera tener, porque de la casa no se llevaron nada más», expresa con desconcierto y desesperación la que fuera pareja de la víctima.
Ella cree que ni la Policía Nacional hizo bien su trabajo ni el Juzgado está interesado en resolver el que parece ser el crimen perfecto. «Un año después viene la Policía a pedirme las llaves del piso de Jorge, ¿para qué?, ¿qué esperaban encontrar un año después?, ¿no hicieron su trabajo cuando apareció el cadáver?», se pregunta.
Los hechos
El 20 de junio de 2016 fue lunes. En torno a las siete y media de la tarde de aquel día, un cerrajero abría la puerta de una vivienda del barrio del Ejido en presencia de una dotación de Policía Local y el hermano de Jorge, morador de la casa, ante la sospecha de que algo le hubiera podido suceder. Su cuerpo apareció tendido en el suelo en el salón de la vivienda entre un charco de sangre. El informe de autopsia revelaría que llevaba muerto desde la tarde del sábado, que había recibido más de 15 puñaladas y que trató de defenderse hasta que cayó inconsciente quedando a merced de su agresor.Una vez localizado el cadáver, la Policía Nacional de León se hacía cargo del caso. Los primeros días se aventuraron a asegurar que el cerco de la investigación estaba casi cerrado y que las sospechas se circunscribían al entorno de la víctima. A día de hoy, el enigma de quién mató a J.B.G. sigue sin resolverse a pesar de que en el auto de archivo emitido el pasado mes de diciembre por el Juzgado veía indicios de delito de homicidio o asesinato.